10 abril 2007

LA NOTA COMPLETA DEL PROCESO

Una Mexicana que dinero perdía
Miguel Ángel Granados Chapa, Proceso
El Grupo Posadas de México, encabezado por Gastón Azcárraga, hizo al parecer un mal negocio con la adquisición de Mexicana de Aviación. O lo ha convertido en mal negocio y ahora quiere resarcirse con cargo a los trabajadores.
Después de negociar reducción de prestaciones con los trabajadores de tierra y los pilotos, y tras frustrarse su intento de hacerlo con los sobrecargos, ha iniciado un conflicto de naturaleza económica que pretende establecer nuevas condiciones de trabajo de modo unilateral. Infortunadamente, está en camino de lograrlo.Inició el procedimiento al comenzar marzo, y un mes después había obtenido pequeños triunfos procesales, que indican la disposición de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, ante la cual se ventila el asunto, a allanarse a las peticiones de la empresa y a imponer un nuevo contrato colectivo a los trabajadores.
Desechó un recurso de improcedibilidad presentado por el sindicato y determinó que sólo dos representantes de los trabajadores actúen al lado de los peritos que se designen, siendo que la complejidad de las materias a esclarecer cuando se practiquen los peritajes hará imposible la debida atención a los diversos temas por sólo esas dos personas.
Y aunque accedió al pedido sindical de llamar como terceros interesados a la Dirección General de Aeronáutica Civil (que es la autoridad en materia de seguridad aérea, tema directamente afectado por las modificaciones contractuales pretendidas) y al Instituto de Protección al Ahorro Bancario, que tuvo y tiene en ella interés financiero, se mostró con la presencia de sus representantes que su intervención en el caso será en favor de Mexicana pues llegaron a la audiencia del 3 de abril apadrinados por los abogados de la empresa.
Mexicana alega que sus operaciones son incosteables. Y lo atribuye al personal.
Dice por ejemplo que el costo de sus sobrecargos “fue de 93 dólares contra 76 de las empresas estadunidenses eficientes y 53 de una nacional de bajo costo. En promedio cada tripulación de sobrecargos vuela 56 horas para Mexicana contra 58 de una empresa estadunidense eficiente”.
Sin especificar a qué firmas estadunidenses se refiere, lo que haría posible la comparación real de costos, añade que “además de la menor productividad del personal de vuelo de Mexicana, el costo por persona es también más alto. Anualmente un sobrecargo de Mexicana tiene un costo superior al de las empresas estadunidenses eficientes”. “El costo total de los sobrecargos en 2005 fue de mil 106 millones de pesos.
El 2.5% de ese gasto correspondió al sueldo y tiempo extra. La ‘sombra’ representa 10%. Cifra muy superior al caso de los pilotos y mucho mayor que el parámetro normalmente aceptado”.Mexicana aduce que “con las condiciones laborales prevalecientes la empresa está medida para cumplir su objeto social y obtener una utilidad razonable.
El contrato colectivo de trabajo (…) no responde a las necesidades actuales de productividad y competitividad, ya que inclusive gran parte de su clausulado y las condiciones de trabajo derivadas del mismo es contrario (sic) a esos principios”.
“La empresa sólo puede salvarse con el esfuerzo de quienes la integran y por ello se requiere la suma del sindicato demandado y sus integrantes, para lo que (la Junta) debe establecer las modificaciones necesarias en sus relaciones de trabajo”.
“Las prestaciones contempladas en el contrato colectivo de trabajo son excesivas y muy superiores a las establecidas por la ley, llegándose al extremo de contener algunas totalmente inequitativas para el patrón, distribuidas sin ningún criterio definido y en beneficio solamente de un segmento de la totalidad de los trabajadores.
No obstante que los trabajadores tienen derecho a las peticiones que otorga el Instituto Mexicano del Seguro Social, la empresa está obligada al otorgamiento de las mismas o superiores prestaciones de manera adicional. Destacan por su importancia y por su repercusión a futuro las prestaciones diferidas relativas a pensiones y jubilaciones, que contemplan previsiones actuariales constituidas para hacer frente a tales obligaciones futuras”.
Ante su imposibilidad de conseguir adecuaciones contractuales de manera bilateral, pues hay una brecha entre lo que Mexicana exige y lo que el sindicato está dispuesto a conceder, la empresa demanda de la autoridad laboral “intensas modificaciones en diversos aspectos.
La rigidez del contrato colectivo es una grave limitante para lograr esos objetivos”. Explica que “la reducción de la planta de personal de sobrecargos y, por ende, del número de plazas ocupadas por los agremiados de la agrupación sindical demandada, implicará un ahorro del gasto corriente que se canalizará a financiar la adecuada operación y la necesaria inversión de la empresa.
Para ello es indispensable establecer, además, una política salarial que incentive la productividad de los trabajadores, y ello requiere una distinta relación laboral entre la empresa y su personal, como ya se ha convenido con la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México (Aspa) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de Aviación y Similares”.
La empresa propuso un nuevo contrato colectivo de trabajo, que pretende sea aprobado por la autoridad laboral y no resulte de la negociación bilateral. A eso se opone el sindicato. Si pierde esta demanda, se abrirá una brecha que pondrá fin a las relaciones entre sindicatos y patrones tal como ahora los conocemos. Será un paso adelante para eliminar la bilateralidad, de que fue ejemplar la intromisión legislativa en el Instituto Mexicano del Seguro Social, intromisión avalada por el Poder Judicial de la Federación.