¿Y
ustedes?
Albert
Einstein, el físico más famoso de la historia se hizo esta pregunta: ¿por
qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida
más fácil nos aporta tan poca felicidad? Y con su mente privilegiada él
mismo la respondió: simplemente porque aún no hemos aprendido a usarla con
tino. Lo anterior viene a cuento porque estoy pensando en una balanza común y
corriente, de las que se usan en los mercados. Hoy la gran mayoría las utiliza
digitales, pero antes, cada que hacíamos una compra, de manera tan sencilla
como silenciosa presenciábamos una sabia verdad: cada balanza tiene su
contrapeso.
Compañeros
de la ASSA de México, de sobremanera me llaman la atención los acontecimientos suscitados
en el sindicato de sobrecargos, y necesito saber si ustedes notan cómo la
representación sindical ha usado de pretexto a la “nueva normalidad” para
seguir trabajando con opacidades totales. Hagamos un recuento de tres asambleas,
en concreto. Por el momento, no tocaré aquellas que han celebrado los compañeros
de Transportes Aeromar, no porque no sean importantes, sino por el énfasis que
quiero hacer en tres temas diferentes e insoslayables.
Todas
en septiembre. La primera asamblea, fue celebrada el pasado 14 con motivo de
nombrar a la Comisión Electoral que será la encargada de observar el buen
desarrollo de las próximas elecciones en el sindicato. La segunda asamblea, de
fecha 26, para abordar el tema de los recortes que solicitó la empresa del
caballero Águila. Finalmente, la tercera de ellas que se llevó a cabo el 30,
con el tema del Seguro de Vida de los sobrecargos. Diecisiete días intensos.
En la
primera asamblea se cuestionó al Secretario General sobre la “nueva modalidad”
de votación para nombrar a la Comisión Electoral. Y es que el artículo 107 bis del
Estatuto de ASSA es muy claro: “…Son electos por mayoría ordinaria en una
Asamblea General Extraordinaria, convocada, con un tiempo mínimo de quince días
de anticipación al primero de octubre, con el único objetivo de
seleccionarlos.”
Pero
¿qué es una mayoría ordinaria? Se denomina así para diferenciarla de la
“mayoría absoluta”. También se le conoce como mayoría simple, mayoría relativa,
mayoría común, simplemente “mayoría” (a secas), y es la que se da en una
votación cuando un candidato o proposición obtiene más votos que cualquier
otro, sin que tenga que ser mayoría absoluta. Por lo tanto, la votación en esta
asamblea se podía realizar de forma directa en la plataforma “Zoom” que se
utilizó para llevarla a cabo.
¿Cuál
es la verdadera razón de pedirles a los agremiados que enviaran un correo
electrónico con el sentido del voto, y anexar una identificación oficial y la
credencial de la empresa? Argumentaron que era para “tener certeza” de que el
que vota efectivamente sea sobrecargo, pero esa es una razón insuficiente,
falaz y francamente estúpida. Estamos hablando de que la asamblea ya está
instalada, con los agremiados presentes y registrados. No hay manera de que
haya ajenos, porque para poder acceder al webinar de la Asamblea, el sobrecargo
tenía que solicitar el ingreso con su correo electrónico; el pre-registro
concluye cuando el administrador acepta la solicitud; de otra manera es
imposible acceder al webinar de la Asamblea, así que si ellos aprueban
previamente las direcciones de correos electrónicos, es ilógico que se “cuele”
un desconocido. Aún con la dirección web o “liga”, si no hay pre-registro, no
entras a la Asamblea. ¿Por qué no pedir y recabar la votación en ese momento?
La plataforma permite hacerlo, y en cuestión de segundos tener los resultados,
a la vista de todos los asistentes.
Que el
voto sea por correo electrónico tiene muchos puntos criticables, sobre todo por
la falta de certeza, legalidad, independencia y objetividad. De entrada se
rompe la seguridad de que solamente voten los asistentes a la asamblea y se
otorga un lapso de cinco horas para recibir los votos… ¿en qué asamblea el
agremiado necesita 300 minutos para emitir su voto? Porque no es un tiempo para
definir su postura; eso lo debió hacer durante los debates de la asamblea, y
una vez discutido y analizado, proceder a la votación.
Con
este formato el agremiado no puede emitir un voto libre y secreto, pues tendrá
que adjuntar su nombre e identificaciones para que sea tomado en cuenta; tendrá
que creer ciegamente en que los correos recibidos son los que dicen los representantes
sindicales que llegaron; tendrá que confiar en que la mesa directiva anuló los
votos que debían ser anulados; y sobre todo, no tendrá más opción que aceptar
que los números de votos que digan que fueron emitidos, en un sentido o en
otro, coinciden con la realidad y no fueron manipulados.
El
Secretario General pregunta incómodo y molesto a la asamblea ¿de verdad creen
que la representación va a estar pensando en otra cosa que no sea en beneficios
para ustedes, compañeros? Y yo le respondo, con base en el conocimiento de mis
estatutos, de mis derechos como agremiada, y con la libertad de expresión como
estandarte: no es cuestión de creencias, de buena fe, de filias o de fobias;
nuestras leyes internas no son casualidad ni surgieron por generación espontánea,
son el resultado de innumerables horas de trabajo, de luchas ganadas y batallas
perdidas a lo largo de los sesenta años que tiene de vida el sindicato. Están
para cumplirse y para no cometer los mismos errores que en el pasado; para ir
para adelante, y no para retroceder.
Precisamente,
el auditorio de la Sede Sindical lleva el nombre “13 de mayo” porque en esa
fecha le dieron el registro al sindicato, en 1960. La primera de las asambleas
del pasado mes de septiembre sí se llevó a cabo en el auditorio, dentro de la
sede sindical. Pero para la segunda, Ricardo Del Valle la movilizó a otro lugar,
sin especificarlo en la convocatoria correspondiente. Y luego se pregunta por
qué los agremiados dudan de sus acciones. Con esta medida, abre una innecesaria
puerta a la especulación ¿fue para evitar la presencia de compañeros
“indeseados” que se habían presentado en la sede sindical?
Es así
como esta segunda asamblea se lleva a cabo en el auditorio alterno que tienen
en el Sindicato de Telefonistas. Ahí el Secretario General lleva una comitiva,
que es una mezcla inédita entre “Comisión Electoral” recién nombrada y amigos incondicionales.
¿Cómo se enteró este grupo de la sede para esa asamblea? Los agremiados no lo
sabemos, pero debemos confiar en que el líder tomó esa decisión buscando lo
mejor para nosotros, aunque el tema de la reunión era el recorte a la base de
sobrecargos de Aeroméxico.
La
votación volvió a ser con el “nuevo método” de enviar el voto vía correo
electrónico, con todos los anexos requeridos. Ustedes lo saben mejor que yo,
durante las cinco horas en que se puede enviar el voto, los esbirros del
Secretario General estuvieron azuzando por mensajes de WhatsApp a los
sobrecargos para que votaran por la opción B, que era la preferida por Ricardo
Del Valle, y efectivamente fue la que ganó. ¿Cómo nos enteramos?, pues por voz
del Secretario General que nos jura que él mismo, con sus propios ojos, vio los
resultados. Y que para que nadie dude, hubo un grupo de amigos que lo pueden
avalar.
Aquí
debo señalar un punto interesante. A pesar de toda esta maquinaria diseñada a
modo, para que ganara la opción B, hubo agremiados que votaron por la opción A.
Esto no debería de incomodar a nadie. Es lo que sucede en las democracias. Sin
embargo, una compañera electa como Comisión Electoral, sabía quiénes fueron los
sobrecargos que votaron por la opción A, e hizo alarde de ello en sus redes
sociales, llamándolos “hipócritas” por no haber votado por la opción B. Todo
mal! Si estaba presente como parte de la comisión electoral, lo hizo fuera de
los tiempos estatutarios, y además no puede emitir opiniones, solamente debe
observar. Y si su presencia era como la de un simple agremiado, ¿cómo es
posible que tuvo acceso a esa información? Increíble pero cierto, en lugar de
celebrar su victoria, se la pasaron evidenciando a todo aquel que no votó en el
sentido que quería el líder sindical. Esto combinado con el gran manto de
opacidad, ha propiciado que los sobrecargos tengan temor de perder el empleo
por no darle gusto al Secretario General.
Así
llegamos a la última asamblea, convocada fuera de tiempo y forma. Un día antes
de celebrarse la misma, llegaron correos con la liga para el consabido pre-registro.
El estatuto, ley interna que rige al sindicato y agremiados, dice en su
artículo 32.- “…la Asamblea General Extraordinaria, deberá convocarse,
cuando menos, setenta y dos horas antes a aquella en que debe celebrarse.” Pero
en esta tercera ocasión no llevó a cabo la asamblea en la sede sindical de los
sobrecargos, ni en la sede sindical de la asociación hermana, sino en una casa particular,
la de la Secretaria Tesorera Ivonne Jurado, a pesar de que el espacio ideal para
realizar la asamblea, por ubicación, accesibilidad, dimensiones y naturaleza,
es sin duda el auditorio del sindicato.
Yo les
pregunto, amables lectores, ¿qué pasaría si un compañero, de manera casual
camina por la calle y se topa con la casa de la Tesorera, y ve que se está
llevando a cabo una asamblea?, ¿podría ingresar a un domicilio particular, por
ser agremiado?, ¿el dueño de la casa puede negarle la entrada, aunque sea su
derecho sindical?, ¿qué autoridad está facultada para resolver esa
controversia? ¿un juez cívico, un Ministerio Público, el Procurador Social, el
Presidente de alguna Junta local o federal de Conciliación y Arbitraje, la
Secretaría de Seguridad Pública o la de Trabajo y Previsión Social? En serio,
Ricardo, no es un evento social el que estás presidiendo, y no es “de barbas”
que las asambleas sindicales se lleven a cabo en la sede sindical. Te conviene
pensarlo con calma, antes de que repitas esta “fabulosa” idea.
De
nueva cuenta, invitó a sus “amigos”, perdón, a su comisión observadora para que
asistieran de manera presencial. Seamos claros, la presencia en esta asamblea
de los compañeros que fueron nombrados para fungir como Comisión Electoral, contraviene
el estatuto, el cual es tajante al delimitar a la perfección sus funciones en
la fracción I de su artículo 107 bis. Pretender que hagan otro tipo de labor observadora,
es una clara violación a la ley interna del sindicato.
Todo
lo anterior deja a la vista un claro patrón de conducta, totalmente
innecesario: conducirse como bandolero a salta de mata. ¿Por qué hacerlo así,
si de acuerdo con el Secretario General, lo único hace el sindicato es trabajar
incansablemente en pro de los agremiados?, La consecuencia es clara: está
impidiendo que ningún sobrecargo, que no esté alienado a la Secretaría General,
le pueda cuestionar a Ricardo Del Valle absolutamente nada. Por lo menos en
estas tres asambleas a las que me refiero, el líder ha manipulado de forma tal
que los sobrecargos terminan acatando sus designios.
Ricardo
Del Valle deshonra su investidura al tratar de denostar a todo aquel que opine diferente,
y demuestra palmariamente que no le gusta la democracia, ni la diversidad de
opiniones. A los pocos sobrecargos que levantan la voz para diferir de él, los
etiqueta como “la contra”, que lo único que hace es evidenciar el poco o nulo apego
del representante sindical a los estatutos. El tema se vuelve delicado y
alarmante cuando se ensaña con las mujeres, a quienes les arrebata la palabra
en las pocas contadas ocasiones que se las ha dado, o cuando comienza a burlase
de sus interlocutoras. Abusa del monopolio del micrófono para dejarlas mal
paradas, llegando a ser misógino y machista en su actuar. No tiene en cuenta
que la mayoría del gremio que dice representar está integrado por mujeres.
Ser líder
sindical no es un salvoconducto para que pueda hacer lo que quiera, mucho menos
usar tonos amenazantes con los interlocutores que lo cuestionan. Ese mismo tono
es replicado en los “chats” que se tienen dentro de los webinar de Zoom, donde
compañeros hombres se la pasan insultando a las mujeres sobrecargos que se animan
a cuestionar y pedir cuentas al líder. Triste resultado, cuando el espacio para
debatir ideas se reduce a burlas y ataques, tanto verbales como escritos. No
puedo hacer a un lado el peligroso precedente de machismo y misoginia que genera
el Secretario General, y permea en sus esbirros.
No
puede ni debe eludir su responsabilidad; como presidente de debates, es
obligación del Secretario General mantener el orden y el respeto mutuo. Mala
nota para la Comisión de Vigilancia, que es completamente omisa de su principal
función. La situación empeora si las agresiones registradas en el chat no quedan
asentadas en el acta de la asamblea. En un abrir y cerrar de ojos, las
compañeras son víctimas de una doble agresión, la que profiere el insulto
mismo, y luego la quedar en el olvido, por omisión o estulticia de la
representación sindical.
Resumiendo,
tenemos una representación sindical liderada por un compañero sobrecargo que
cree estar por encima del resto de sus agremiados; que entiende al contentillo
la letra de los estatutos; que hace gala de su machismo y misoginia para
dirigirse a las compañeras que lo cuestionan, olvidando que parte importante de
su trabajo es recibir y resolver tales cuestionamientos; que no soporta la
diversidad de pensamiento y que le encantaría que no hubiera “contras”, pues
considera que no ayudan en nada.
“Cada
balanza tiene su contrapeso” reza el refrán. Siempre son necesarios, en todos
lados, en especial dentro de un sindicato que es un ente político. Por eso vale
la pena preguntarnos ¿qué pasa al interior de ASSA? No es normal que en lugar
de actuar conforme al estatuto, las asambleas parezcan actos clandestinos para
preparar un abigeo, evitando el contacto con los agremiados. Que no nos digan
que es por el tema del Covid19. ¿También por la sana distancia impiden la
entrada a la sede sindical? Eso quedó registrado en video, cuando un grupo muy
pequeño de compañeros intentó meter ante la Comisión de Vigilancia una
consignación, lo cual es su derecho, y así lo mandata la ley interna.
De
nada sirve que Ricardo Del Valle repita hasta el cansancio que todo es transparente
y democrático “como siempre ha sido”. No se puede tapar el sol con un dedo, y
yo no voy a pecar de ingenua, mientras los sobrecargos agremiados a la ASSA le
sigan avalando estas tropelías, él no va cambiar su forma de hacer las cosas,
por más evidencias que existan. Las preguntas son para la planta: ¿Ustedes van
a hacer algo diferente? ¿Van a ser ese contrapeso tan necesario?
Ximena Garmendia
4 de octubre 2020