No
seamos indolentes
“Ojos que no ven, corazón que
no siente” reza un refrán, y en muchas ocasiones seguramente lleva toda la
razón y hace sentido. Pero tal afirmación adquiere un cariz diferente cuando
las consecuencias trastocan, hasta truncar, los proyectos y las ilusiones legítimas
de un trabajador. Hoy quiero compartir con ustedes la historia de una
sobrecargo de Interjet, que leyó en esta columna la entrevista publicada la
semana pasada. Ella, al igual que otras mujeres que trabajan dentro de la
aviación, me han contactado para narrarme sus experiencias. Tomemos pues este
botón de muestra para hacer algunas reflexiones.
Charlamos con una mujer mexicana
que vive su tercera década, pero que lamentablemente se vio envuelta en un
juego perverso en su trabajo como sobrecargo, sin que hasta el día de hoy tenga
la información completa de quienes conspiraron en su contra, ni cuáles fueron
los motivos reales por los que de un día para otro ella perdió su empleo.
Ella quiere guardar su
anonimato, ya que su demanda sigue en curso, por lo tanto le llamaremos por el
nombre de Jane Doe.
Entrevistadora:
¿Cuándo entraste a Interjet y cuánto tiempo llevabas volando?
J.D.: Yo
entré a Interjet en 2007 y llevaba volando casi once años.
E: ¿Qué
fue lo que pasó?
J.D.: A mí
nunca me dijeron como tal, que me iban a rescindir el contrato, porque tienen
una forma muy extraña de hacer las cosas, a mí me llamaron a Relaciones
Laborales. Un tipo me estaba grabando y empezó a sacar impresiones de unas
pantallas (capturas de pantalla), pidiéndome que yo aceptara que eso que estaba
en esas pantallas, de esos perfiles de Facebook, lo había hecho yo, que me
había expresado mal de los pasajeros, muchas cosas de las que estaba muy
sorprendida, porque eso no fue así, negué todo y les pregunté ¿de qué se trataba?,
me dijo “¿sabes qué?, ve con tu jefatura y que ellos te digan qué hacer”. Fui a
mi jefatura, en ese tiempo estaba de jefa una señora que se llama Karla González,
que nunca dio la cara; la que la dio fue la que era como su ayudante y me dijo “sí,
me acaba de llegar un correo que es tu rescisión de contrato y pues te voy a
mandar otro mail para que veas el procedimiento”. Y ya me mandaron un correo
donde yo tenía que entregar todas mis cosas y después, según ellos, firmar mi
renuncia. Obviamente me asesoré y la demanda se realizó como a las cuatro
semanas de todo eso, en mayo del 2018.
E:
¿Tienes dependientes económicos?
J.D.:
Afortunadamente no, solo vivo con mi esposo.
E: ¿Cuál
es el argumento que utiliza la empresa Interjet para decir, “ya no quiero que
labores más con nosotros”?
J.D.: Los
motivos que ellos (la empresa) alegaron, es que era falta de probidad y
que yo tenía que firmar mi renuncia, entonces como no estuve de acuerdo en sus
términos, consulté un abogado.
E:
¿Entonces demandaste a Interjet por despido injustificado?
J.D.: Mí abogado me dijo que lo mejor
era exigir mis derechos, y que, si ellos querían rescindirme el contrato por
falta de probidad, ellos (la empresa) tenían que probar y justificar esa
rescisión. Precisamente cuando se presentó la demanda, se pidieron las pruebas,
donde supuestamente yo manifestaba que todo eso por lo que ellos me habían
citado, y que, si ellos querían terminar con la relación laboral, entonces me
pagaran todo lo que corresponde de acuerdo a la ley. En el proceso laboral, la
empresa aceptó que no tenían pruebas de nada de lo que me estaban acusando. Y
mi demanda está vigente; existe un laudo a mi favor y me tienen que pagar lo
que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje sentenció de acuerdo a mi
demanda.
E: ¿Por
qué crees que te eligieron para rescindirte el contrato?
J.D.: Pare
la empresa es muy fácil, solamente me dicen: “es que un pasajero te reportó
porque tu hablaste mal de él”. Yo les dije: “díganme en qué vuelo y qué pasajero”;
a mí nunca me dijeron qué pasajero fue ni en qué vuelo fue, solo me mostraron
las impresiones de unas pantallas, entonces eso a mi me molestó, y también que
ellos afirmaran que era algo que yo había hecho. Así es muy fácil acusar a una
persona, pero de verdad se necesitan pruebas, testigos y muchas cosas que ellos
no presentaron. Después ya por radio-pasillo, o sea chismes, me enteré de que
una compañera, por envidias, me había “puesto el dedo”, pero con información así,
tampoco puedo demandar a nadie por difamación.
E: ¿Cómo
esperas que te resarzan el daño?
J.D.: Que
me paguen tal cual lo marca la ley y que en un momento dado se aclare esta
situación y me digan qué fue lo que pasó y me den una disculpa; que me digan
quién fue, porque no es justo que una persona te eche a perder tus planes que
tu llevas en un momento dado y que así de fácil pueda lograr que te quedes sin
trabajo. Yo sigo pagando mi crédito hipotecario, y fui al SAT a solicitar mi
devolución por lo de los intereses de mi departamento y no se podía realizar la
devolución. Finalmente acudí a un lugar que se llama Prodecon y ahí fue donde
me abrieron los ojos, la empresa me estaba declarando con un sueldo que yo
jamás percibí, Interjet tiene mucha cola que le pisen en el tema de pago de
impuestos, solo te puedo decir que al final tuvieron que aceptar lo que ellos
decían que me pagaban. Es un punto muy difícil. Soy optimista y sé que se va a
resolver, yo sólo quiero la justicia y la verdad.
E: Te
agradezco mucho la entrevista.
Como ustedes pueden ver,
amables lectores, el caso de esta compañera es la punta de un iceberg que si
bien es cierto no es nuevo ni desconocido, tampoco es algo a lo debemos
acostumbrarnos. Si nos quedamos con la frase trillada de “Sí, así se las
gastan”, o la de “uy, sí, conozco muchos casos así”, entonces estamos siendo
indolentes en un grado peligroso.
Por supuesto, nuestro corazón
no sentirá nada si no nos detenemos a ver con calma este caso, parafraseando el
refrán con el que empecé. Es evidente que el corazón de la empresa no sentirá
nada si no voltea a ver las prácticas perversas de su planta de trabajadores.
El corazón del sindicato de Interjet tampoco sufrirá si no se interesa por
tutelar de verdad los derechos laborales de sus agremiados… Y si entre empresa
y sindicato existe esa especie de amasiato, y no un equilibrio de poderes, como
debe ser, pues no, nunca sus corazones van a sufrir.
Pero hay que decirlo, el
corazón de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social no siente nada desde
hace años, y sigue tolerando sindicatos blancos y sindicatos que violan sus
propios estatutos. ¿Cómo le hace?, simple: voltea para otro lado para no ver
estas prácticas mientras emite discursos de libertad y democratización
sindical.
No podemos tapar el sol con un
dedo. A las empresas aeronáuticas, a los sindicatos y a las actuales
autoridades laborales les conviene “no ver, para que su corazón no sienta”. Sin
lugar a dudas prefieren una clase laboral que no conozca sus derechos, que no
sepa quién es quién en su sindicato, que no tenga idea de cuáles son sus
estatutos y cómo debe usarlos. No todos los sobrecargos tienen el valor y
coraje de demandar para defender lo que es suyo. No todos tienen la paciencia,
ni la posibilidad económica de aguantar un juicio de muchos meses, como nuestra
entrevistada, que lo único que pide es una explicación, y el consecuente pago
de lo que le corresponde conforme a la ley.
¿Ojos que no ven, corazón que
no siente? No. Nunca cuando se trata de los derechos laborales.
Ximena Garmendia
15 de marzo 2020