Un
gremio, dominado mayoritariamente por mujeres
Es un mundo casi dominado por
mujeres el de los tripulantes de cabina, aunque el primer sobrecargo en el país
fue el joven Salvador Hernández “Farina”, quien en 1921 fue contratado por
Mexicana de Aviación, formando el primer cuerpo de sobrecargos.
En 1955, Mexicana de Aviación
inauguró la primera “escuela” de sobrecargos, mejor conocido en la actualidad
como CAT (Centro de Adiestramiento a Tripulaciones) y que hoy por hoy, sigue
dando adiestramientos a diferentes aerolíneas, y en cuyas aulas se han formado miles de sobrecargos, la
mayoría mujeres.
Los primeros hombres fueron
desplazados por mujeres, y al introducir diferentes servicios a bordo, las
empresas aeronáuticas les dieron preferencia a ellas, llegando a considerar que
la profesión era preponderantemente femenina y con el paso del tiempo, concretamente
en 1960, un grupo de sobrecargos, mujeres y hombres, decidieron crear un
sindicato que los respaldara en la meteórica carrera en la que se había vuelto
la profesión de tripulante de cabina o sobrecargo.
Tan vertiginosa es la
profesión y su desarrollo, que tuvo que ser considerada en el capítulo de
“Trabajos Especiales” de la Ley Federal del Trabajo de 1970, en el Capítulo IV
“Trabajo de las Tripulaciones Aeronáuticas”.
Dada la naturaleza de las
tripulaciones (sobrecargos y pilotos) siempre de la mano con los avances
tecnológicos de la ciencia aeronáutica, lo natural es que los primeros
sindicatos se ocuparan de tópicos muy específicos. En el caso de los
sobrecargos, que es el que nos ocupa, la novísima asociación sindical abordó el
tema de la maternidad, como ningún otro grupo de trabajadores, así como los
seguros de gastos médicos mayores, que pagados por las empresas, están muy
enfocados a la misma. Por la misma razón, las empresas se vieron obligadas a
modificar la forma de mantener o retener a su personal, principalmente madres
con hijos pequeños. Un ejemplo de ello es la creación de un sistema de trabajo
llamado “idas y vueltas”, cuya finalidad es que la trabajadora pernocte siempre
en su base de residencia. Ahora ese mismo sistema también es utilizado en la
actualidad no sólo por mamás sobrecargos, sino por compañeros que se dedican a
estudiar la Universidad y requieren estar en la base, esto es, en la Ciudad de
México, o ahora en la ciudad donde la tenga establecida (Guadalajara,
Monterrey…etc)
Al ser un gremio de casi puras
mujeres, en este mundo los hombres son los que se han tenido que ir abriendo
espacio, porque hasta hace poco, muchas empresas solo buscaban mujeres para
engrosar sus filas. De manera paulatina se han ido integrando hombres pero al
ser más mujeres, muchas de las cláusulas laborales están enfocadas en nuestro
género.
En este gremio, el desempeño
del trabajo de la mujer vale lo mismo que el hombre, el salario es igual sin
importar tu género, lo que vale es el escalafón. A menos que seas sobrecargo de
Aeroméxico con contrato B (esos hacen lo mismo pero más barato), pero ese
aunque inconstitucional es tema de otra columna.
A bordo de un avión, todos
hacemos exactamente lo mismo, cargamos nuestras maletas, revisamos el galley,
el equipo de emergencia, no hay trabajo diferenciado si eres hombre o mujer.
En el mundo de la aviación, en
el caso de los tripulantes de cabina, el enfoque suele ser muy femenino. Incluso
en el sindicato hemos tenido varias mujeres al frente, de manera natural. Hubo
un momento en que casi todo el Comité Ejecutivo estaba conformado por mujeres,
mucho antes que el tema políticamente correcto fuera el de “la paridad de
género”. Cosa aparte es el caso de los pilotos, pero también lo anotamos en la
lista de pendientes.
Hoy en nuestro país uno de los
temas más importantes es el feminismo, por propias razones, y como inercia de
un clamor mundial. Sin embargo más de una vez he tenido que ver a mujeres que
fruncen el ceño y se molestan cuando cuestiono la contundencia y sectarismo de
argumentos como “siempre nos han relegado… nos han borrado del mapa… los
hombres siempre ganan más que las mujeres… para ellos todo, para nosotras
nada…” No niego que es un problema real y mayoritario, pero mi historia y mi
experiencia es otra, y no vivo en Noruega, Suecia o Francia. No pido que nos
remontemos a figuras icónicas como Juana de Arco, Simone de Beauvoir, Eva
Perón, Rosa de Luxemburgo, Alfonsina Storni, o Juana de Asbaje. Estoy hablando
del Siglo XX, y estoy hablando de México.
No se trata de que nos odien
por ser un gremio “privilegiado”, porque no lo somos. Todos y cada uno de los
derechos laborales fueron ganados a pulso por trabajadoras a lo largo del
tiempo. No fueron necesarios cientos de años para lograrlo. En menos de seis
décadas quedaron más que patentes las conquistas laborales. Nunca sencillo,
nunca a cambio de nada, nunca sin pelea… pero se consiguió. Y hay que decirlo,
en algunas revisiones contractuales con la empresa, todo lo conseguido fue
única y exclusivamente para las mujeres, pues los hombres salían con las mismas
prestaciones.
Mi invitación es simple y
llana. Estoy de acuerdo en que la deuda histórica con el género femenino
existe, pero antes de dejar la piel en el encono y la virulencia, creo que vale
la pena voltear a ver el caso de este gremio mayoritariamente femenino, que
paso a paso cambió el rumbo de las tendencias y prácticas laborales, en un país
acusado de machista.
Ximena Garmendia
29 de febrero 2020