29 febrero 2020

Un gremio, dominado mayoritariamente por mujeres


Un gremio, dominado mayoritariamente por mujeres

Es un mundo casi dominado por mujeres el de los tripulantes de cabina, aunque el primer sobrecargo en el país fue el joven Salvador Hernández “Farina”, quien en 1921 fue contratado por Mexicana de Aviación, formando el primer cuerpo de sobrecargos.

En 1955, Mexicana de Aviación inauguró la primera “escuela” de sobrecargos, mejor conocido en la actualidad como CAT (Centro de Adiestramiento a Tripulaciones) y que hoy por hoy, sigue dando adiestramientos a diferentes aerolíneas, y en cuyas  aulas se han formado miles de sobrecargos, la mayoría mujeres.

Los primeros hombres fueron desplazados por mujeres, y al introducir diferentes servicios a bordo, las empresas aeronáuticas les dieron preferencia a ellas, llegando a considerar que la profesión era preponderantemente femenina y con el paso del tiempo, concretamente en 1960, un grupo de sobrecargos, mujeres y hombres, decidieron crear un sindicato que los respaldara en la meteórica carrera en la que se había vuelto la profesión de tripulante de cabina o sobrecargo.

Tan vertiginosa es la profesión y su desarrollo, que tuvo que ser considerada en el capítulo de “Trabajos Especiales” de la Ley Federal del Trabajo de 1970, en el Capítulo IV “Trabajo de las Tripulaciones Aeronáuticas”.

Dada la naturaleza de las tripulaciones (sobrecargos y pilotos) siempre de la mano con los avances tecnológicos de la ciencia aeronáutica, lo natural es que los primeros sindicatos se ocuparan de tópicos muy específicos. En el caso de los sobrecargos, que es el que nos ocupa, la novísima asociación sindical abordó el tema de la maternidad, como ningún otro grupo de trabajadores, así como los seguros de gastos médicos mayores, que pagados por las empresas, están muy enfocados a la misma. Por la misma razón, las empresas se vieron obligadas a modificar la forma de mantener o retener a su personal, principalmente madres con hijos pequeños. Un ejemplo de ello es la creación de un sistema de trabajo llamado “idas y vueltas”, cuya finalidad es que la trabajadora pernocte siempre en su base de residencia. Ahora ese mismo sistema también es utilizado en la actualidad no sólo por mamás sobrecargos, sino por compañeros que se dedican a estudiar la Universidad y requieren estar en la base, esto es, en la Ciudad de México, o ahora en la ciudad donde la tenga establecida (Guadalajara, Monterrey…etc)

Al ser un gremio de casi puras mujeres, en este mundo los hombres son los que se han tenido que ir abriendo espacio, porque hasta hace poco, muchas empresas solo buscaban mujeres para engrosar sus filas. De manera paulatina se han ido integrando hombres pero al ser más mujeres, muchas de las cláusulas laborales están enfocadas en nuestro género.
En este gremio, el desempeño del trabajo de la mujer vale lo mismo que el hombre, el salario es igual sin importar tu género, lo que vale es el escalafón. A menos que seas sobrecargo de Aeroméxico con contrato B (esos hacen lo mismo pero más barato), pero ese aunque inconstitucional es tema de otra columna.

A bordo de un avión, todos hacemos exactamente lo mismo, cargamos nuestras maletas, revisamos el galley, el equipo de emergencia, no hay trabajo diferenciado si eres hombre o mujer.

En el mundo de la aviación, en el caso de los tripulantes de cabina, el enfoque suele ser muy femenino. Incluso en el sindicato hemos tenido varias mujeres al frente, de manera natural. Hubo un momento en que casi todo el Comité Ejecutivo estaba conformado por mujeres, mucho antes que el tema políticamente correcto fuera el de “la paridad de género”. Cosa aparte es el caso de los pilotos, pero también lo anotamos en la lista de pendientes.

Hoy en nuestro país uno de los temas más importantes es el feminismo, por propias razones, y como inercia de un clamor mundial. Sin embargo más de una vez he tenido que ver a mujeres que fruncen el ceño y se molestan cuando cuestiono la contundencia y sectarismo de argumentos como “siempre nos han relegado… nos han borrado del mapa… los hombres siempre ganan más que las mujeres… para ellos todo, para nosotras nada…” No niego que es un problema real y mayoritario, pero mi historia y mi experiencia es otra, y no vivo en Noruega, Suecia o Francia. No pido que nos remontemos a figuras icónicas como Juana de Arco, Simone de Beauvoir, Eva Perón, Rosa de Luxemburgo, Alfonsina Storni, o Juana de Asbaje. Estoy hablando del Siglo XX, y estoy hablando de México.

No se trata de que nos odien por ser un gremio “privilegiado”, porque no lo somos. Todos y cada uno de los derechos laborales fueron ganados a pulso por trabajadoras a lo largo del tiempo. No fueron necesarios cientos de años para lograrlo. En menos de seis décadas quedaron más que patentes las conquistas laborales. Nunca sencillo, nunca a cambio de nada, nunca sin pelea… pero se consiguió. Y hay que decirlo, en algunas revisiones contractuales con la empresa, todo lo conseguido fue única y exclusivamente para las mujeres, pues los hombres salían con las mismas prestaciones.

Mi invitación es simple y llana. Estoy de acuerdo en que la deuda histórica con el género femenino existe, pero antes de dejar la piel en el encono y la virulencia, creo que vale la pena voltear a ver el caso de este gremio mayoritariamente femenino, que paso a paso cambió el rumbo de las tendencias y prácticas laborales, en un país acusado de machista.

Ximena Garmendia

29 de febrero 2020