22 febrero 2020

¿Cómo afecta la corrupción a la aviación? (Parte 2)


¿Cómo afecta la corrupción a la aviación? (Parte 2)

Antes de continuar mi columna de la semana pasada, quiero y ser clara y precisa en el sentido de que no le corresponde a esta columna arrogarse atribuciones de agente investigador, mucho menos de Ministerio Público o de Fiscalía Especializada. Estoy convencida de que ese monopolio lo tiene el Estado, y de que así debe ser. Lo que sí pretendo con este texto, es invitar a mis amables lectores a profundizar un poco más en la pregunta que le da título, y sobre todo desde el siguiente planteamiento: ¿A mí, el usuario de una línea aérea, ¿me afecta la corrupción que impera en la aviación mexicana? Y es que, desgraciadamente, la del ramo aeronáutico parece tener raíces muy profundas; es en el caso de los sobrecargos, en los que hoy me enfocaré.

Sexenios van y vienen, y entre la burocratización de las dependencias oficiales y los tripulantes sin escrúpulos, se ha creado un amasiato que se antoja difícil disolver. No estoy descubriendo “un hilo negro”, es por todos conocidos que existen compañeros que no deberían tener licencia para volar.


En Medicina de Aviación, hay una red de doctores que permiten ser comprados y entregar exámenes con “hermosos” APTOS para volar, que si fueran realmente rigurosos y nada corruptos, serían negados y estos compañeros sobrecargos no estarían dando servicio a bordo de un avión. Pongo solo un ejemplo, aclarando que tristemente son muchos más los casos.

Por razones de privacidad, porque tampoco es correcto ni ético hacer leña del árbol caído, solo pondré las iniciales de esta persona de sexo femenino. S.C.F. canceló su licencia de sobrecargo, alegando un problema en la columna. Hace más de diez años consiguió una pensión por incapacidad permanente por parte de IMSS por dicha lesión. Lo anterior no sería nada extraño, pues es un riesgo que se corre al volar y son relativamente frecuentes los daños a la columna, y que compañeros se lastimen. Hasta ahí todo normal.

Pero ¿qué pensarían sí S.C.F. recuperara la salud de su columna y con ella su licencia de sobrecargo, ambas de manera casi “mágica o milagrosa”?. Esta compañera sanó completamente, y ahora además de volar, dedica sus ratos de ocio a correr maratones.

Con este ejemplo sólo expongo una parte pequeñita de los casos de asistentes de vuelo que han recuperado sus licencias después de haberlas perdido de por vida, ya sea por problemas de salud, por depresiones severas, o por problemas de adicciones.

Puesto así, estimados lectores y usuarios de las aerolíneas, es más que claro el tamaño de las repercusiones a las que ustedes quedan expuestos: a tripulantes con serias dependencias farmacológicas, inestables mentalmente, y que a todas luces ponen en riesgo la operación y seguridad de los vuelos.

Con más optimismo que otra cosa, hago votos por que la recién creada Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC por sus iniciales), al mando del Capitán Gonzalo Carrasco, corrija todas las irregularidades que hay en Medicina de Aviación, y dejen de dar “Aptos” a personal no calificado.

Sin embargo existe un tema más escabroso, en el que el optimismo no es suficiente. En la aviación existe el dicho “entre gitanos, no nos leemos las manos”, y es que este gremio es muy pequeño y todos nos conocemos. Sabemos que existe otro tipo de “corrupción” más delicada, porque involucra un tema por sí solo espinoso. Sirva lo siguiente de semblanza, pues en su momento ha sido documentado por diferentes medios de comunicación, y en consecuencia, ha sido del conocimiento de las autoridades responsables.

Empresa y agencias ministeriales federales saben que el narcotráfico ha extendido sus brazos hasta algunos tripulantes. Es por ellos conocido que existe en Aeroméxico un llamado “cártel del galley”, dedicado al tráfico de estupefacientes. Algunos de ellos también trafican con armas y las notas periodísticas que lo respaldan no son pocas. Entre los sobrecargos es un secreto a voces y saben perfectamente quiénes son los que se dedican a ello. Para muestra, dejo algunos links al respecto. Aunque diferente, es otro tipo de corrupción igualmente peligrosa, que al final puede pasar facturas, desde inocuos retrasos o cancelaciones de vuelos, hasta involucrar a personas inocentes con intercambio de maletas con sustancias prohibidas, o incluso violentos “ajustes de cuentas” en cualquiera de nuestros aeropuertos.

Otro tipo de corrupción, abyecto y desagradable, son los sobrecargos amantes de lo ajeno; especímenes que se dedican a bolsear a los pasajeros durante el vuelo.

Como usuarios del servicio, una de las principales y más grandes exigencias debería de ser la seguridad, que los tripulantes sean aptos para volar, que no tengan “malas mañas”. Entre más rigurosos sean los filtros para ingresar a una línea aérea, y los procesos de evaluación sean efectivos, periódicos y permanentes, el ambiente laboral interno será más sano, pulcro y seguro. Para nuestra desgracia, en el caso de la empresa bandera y casi monopólica de nuestro país, Aeroméxico, esto parece no importarle mucho.

Llenando sus filas de sobrecargos con licencias de dudosa procedencia, sin hacer una evaluación correcta de sus perfiles, haciéndose de la vista gorda con las anomalías suscitadas en Medicina de Aviación, y relajando hasta extremos criticables los protocolos de evaluación y adiestramiento de su personal los focos de emergencia se ponen al rojo vivo. Sí, trabajadores de estas características aceptarán sin chistar salarios menguados y precarias condiciones de trabajo, lo que se traduce automáticamente en ahorros y mayor margen de ganancia para la empresa.

Teóricamente, la función de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA) es evitar tales atropellos e irregularidades, pero hoy por hoy, eso no sucede. Mientras le generen ahorros a la empresa, este tipo de trabajadores seguirán siendo arropados por el líder sindical, Ricardo Del Valle, que sabe perfectamente, quién es quién en la aviación. Y es que si el sindicato y su líder es corrupto, sus agremiados también lo son, al solaparse unos a otros en aras de una enferma, distorsionada y corrupta “solidaridad”.

No hay manera de tapar el sol con un dedo. La corrupción no solo afecta a la aviación… la carcome.
Ximena Garmendia
22 de febrero 2020

Links: