01 noviembre 2013

DEL CORREO DEL BLOG

Tenedora K ataca de nuevo: Mexicana MRO

Tenedora K no es una empresa, es un parásito. Parece muy diferente a la CNTE, porque tiene oficina de lujo y sus representantes saben qué corbata usar.
Tenedora K ataca de nuevo. Esta entidad parasitaria vuelve a ser el obstáculo para resolver un capítulo de Mexicana de Aviación. Los acreedores de la aerolínea han llegado a un acuerdo que busca sacar de la quiebra a MRO, la empresa de mantenimiento de Mexicana. A Tenedora K no le gusta ese acuerdo, porque no le conviene. Habría transferencia de recursos para los 8,500 trabajadores de la aerolínea. Nada para la K.
¿Qué tanto poder le queda para seguir decidiendo sobre el destino de Mexicana? Lo sabremos el 6 de noviembre, cuando la jueza Edith Alarcón decida. Los acreedores, que representan 92% de los créditos que debe la aerolínea, han hecho una propuesta que implica dar futuro a la única parte de Mexicana que sigue funcionando. MRO es una empresa viable con más de 1,200 empleados. Tiene un valor aproximado de 120 millones de dólares, gracias a su infraestructura y al reconocimiento de su calidad por la Administración Federal de Aviación de EU. Cuenta con una base de clientes que incluye a Air France, Air Jamaica y Alaska Airlines, así como a arrendadoras como Cit, Pegasus, Awas y ACG.
El esquema propuesto es una especie de donación que entregaría los activos de MRO a los trabajadores y a los jubilados de Mexicana. Ellos tendrían derecho a operar, vender o asociarse. Lo suscriben Banorte, Bancomext, Grupo Aeroportuario del Pacífico y el Aeropuerto de la Ciudad de México.
Tenedora K quiere una salida donde los acreedores capitalicen los adeudos y regresen las garantías de los créditos. Si esta propuesta quedara, los trabajadores no recibirían nada y ellos se quedarían con 50% de las acciones de MRO. Su propuesta es absurda, pero ellos saben que en México lo absurdo tiene pasaporte.
Tenedora K es uno de los casos más insólitos en la historia corporativa mexicana. En agosto del 2010 adquirió 95% de las acciones de Mexicana por 1,000 pesos, ni el costo de un boleto de avión. Esa ínfima cantidad les ha dado derecho a tener información estratégica de lo que fuera la mayor aerolínea de México y a tomar decisiones sobre su destino. Después de esos 1,000 pesos han realizado inversiones que extraoficialmente se calculan entre 10 y 15 millones de dólares. Su capital ha obtenido el máximo rendimiento no en la revitalización de Mexicana sino en la complicación del proceso de concurso mercantil. Si usted, lector, no entiende qué ha pasado, no está solo. Hasta las autoridades están confundidas.
¿Cómo explicar que este fantasma siga siendo protagonista del destino de Mexicana? Es un inversionista que no invierte. Un socio que halla un problema para cada solución. Hasta ahora ellos han apostado por lo absurdo y han ganado. Compraron un boleto de lotería que no ha caducado. Podrían ganar un premio millonario, a cambio de una inversión ridícula. Si Gastón Azcárraga es el principal responsable de la quiebra de Mexicana, a Tenedora K le corresponde la responsabilidad de mantener a la empresa en el limbo.
Tenedora K no es una empresa, sino un parásito. Parece muy diferente a la CNTE, porque tiene oficina de lujo y sus representantes saben qué corbata usar.
No se engañen: comparten ese ADN que tanto daño le hace a México. Su principal habilidad es la ordeña, aunque en este caso ha apostado por una empresa que está en quiebra, ubicado en un sector clave para los negocios. La solución está en manos de la jueza Alarcón.