23 julio 2013

DE LA COLUMNA DE ROSARIO AVILÉS

  Opinión de
  (Rosario Avilés)



Accidentes y fallas técnicas


Rosario Avilés | Opinión | Fecha: 2013-07-23 | Hora de creación: 00:40:47 | Ultima modificación: 00:40:47
A raíz del reciente accidente de Asiana en San Francisco han salido a la luz una serie de cuestiones relacionadas tanto con la aerolínea como con los equipos de vuelo, las tripulaciones y sus adiestramientos, los protocolos de seguridad y otras cosas del género. Adelantando vísperas, la opinión es basta y los datos son profusos (la propia NTSB se ha dado prisa en publicar sus entrevistas con los tripulantes) pero no será hasta que el reporte final del accidente se expida que tendremos claridad en el tema.

Lo que queda muy claro, sin embargo, es que la aviación es un sector sumamente estructurado y sus procesos son el alma de la industria, por lo tanto, cualquier accidente es considerado una concatenación de factores que dan por resultado un evento fatal, pero que puede ser rastreado para documentarlo y de ahí expedir recomendaciones y procesos más eficientes.

Es decir, para sintetizar: los accidentes de aviación muestran fallas sistémicas que deben corregirse para que esta actividad siga siendo el modo de transporte más seguro del mundo. Y esta condición ha permitido que en sólo 100 años el transporte aéreo haya logrado el desarrollo tecnológico y la expansión comercial más amplia de cualquier otro medio de transporte.

No existe, sin embargo, un análisis similar en cuanto a la gestión de políticas públicas y decisiones de infraestructura que sirvan a este sector que, de la misma forma, garanticen una administración eficaz y una conducción casi impecable del crecimiento de la actividad.

Por ello, es posible ver que se hagan aeropuertos, o se amplíen, y se tomen decisiones para el transporte aéreo que dan al traste con una industria sin que los responsables rindan cuentas de ello.

Ahí está, por ejemplo, la decisión de ampliar el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México con la llamada Terminal 2 que –si bien ayudó a paliar aunque sea ligeramente los efectos de la saturación- ni era la solución ni su desarrollo fue lo eficaz y transparente que debió haber sido.

Esto no lo decimos sólo a toro pasado. En su momento se pidieron explicaciones que, como vimos, nadie atendió. No era sólo que la obra se calculó en 400 millones de dólares y terminó costando el triple, comprometiendo con ello los TUA’s (tarifa de uso de aeropuerto) de los siguientes 20 años.

Fue también el hecho de que, apenas unos meses después de inaugurada la obra, empezaron a notarse las fallas de la construcción: pintura antiinflamable que se incendió en el primer simulacro; gran cantidad de goteras, pisos mal puestos, muros absurdos y un largo etcétera, que son sólo el marco de una obra que ya en estos momentos se hunde a pasos agigantados, pues no se tomaron en cuenta las características del suelo del terreno para cimentar, proteger y conservar las obras.

Este es más que un accidente, pues muestra lo poco vigiladas que se encuentran algunas de las obras más grandes y costosas que se han hecho en el país, cuyos efectos deben hoy sufrir los usuarios del aeropuerto, en particular los operadores.

Lo mismo puede hacerse extensivo a decisiones como la que instrumentó la Dirección General de Aeronáutica Civil en el 2005, de otorgar concesiones para aerolíneas nuevas en el justo momento en que el IPAB anunció la venta de Aeroméxico y Mexicana. Esto ocurrió hace años, pero los efectos nocivos se han ido viviendo desde entonces y la situación de Mexicana de Aviación y en general de nuestras aerolíneas, fue producto de ésta y otras decisiones erróneas que nunca han sido revisadas, mucho menos revertidas o, en su caso, castigadas.

Si de algo sirve la investigación de accidentes en aviación es para mostrar caminos nuevos de hacer las cosas y de corregir errores. Ojalá que empecemos a utilizar este tipo de metodologías para revisar los hechos consumados que nos legaron administraciones anteriores y poder corregir todos los errores que hoy ya nos cuestan millones. Ah, y además, para que los responsables no se vayan sin rendir cuentas.

Lo oí en 123.45: Andan diciendo por ahí que hay aerolíneas de Canaero que estarían molestas por el supuesto madruguete que se dio en el tema de reasignación del slots en el AICM. Bueno, para ser “madruguete” se tardó demasiado tiempo y se hicieron muchas y variadas consultas con todos los socios de esta Cámara, así es que la queja está fuera de lugar.

Y además: se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores  su patrimonio.
raviles_2@prodigy.net.mx