David Páramo
Ayer se publicaron una serie de versiones según las cuales un grupo de
accionistas de Altos Hornos de México estarían realizando los trámites para
hacerse de Mexicana de Aviación; la empresa lo desmintió inmediatamente a través
de un comunicado oficial.
La verdad es que hubiera resultado por lo menos paradójico y en el terreno de
lo imposible que un grupo que tuviera a Alonso Ancira y
Xavier Autrey
pudiera participar en el rescate de la fallida línea aérea.
pudiera participar en el rescate de la fallida línea aérea.
En buena medida la Ley Federal de Concursos Mercantiles que mal administra el
Ifecom, presidido por Griselda Nieblas, está inspirada en AHMSA
y las prácticas en que incurrieron sus dos principales accionistas, que les
llevaron a estar fugados del país y en un caso a ser detenido por evasión
fiscal.
Hubo un tiempo en que la matriz de esta siderúrgica que fue privatizada hace
más de 20 años parecía estar en Israel, donde se dirimía una gran cantidad de
absurdos.
No olvide, además, que estos dos empresarios siempre han tenido una relación
particularmente estrecha con Napoleón Gómez Urrutia, líder del
sindicato minero, quien desde Canadá no sólo se mantiene al frente de éste, sino
que además evade las acusaciones penales en su contra por parte de sus
agremiados, quienes sostienen que les robó por lo menos 50 millones de
dólares.
Si bien es cierto que había una gran cantidad de abusos a la Ley Federal de
Quiebras, el caso de Altos Hornos fue la gota o gotas que derramaron el vaso y
terminaron con la paciencia de los acreedores, puesto que en aras de hacer una
ley que mantuviera las empresas operando hacía prácticamente incobrables las
deudas en detrimento no únicamente de los trabajadores y quienes hubieran
prestado dinero, sino también del sistema financiero nacional.
En determinado momento AHMSA decidió suspender los pagos a acreedores como
Citibank, Banamex (que aún no había sido comprado por la firma estadunidense),
Bancomer y Banorte, a los que pusieron en la tesitura de reconocer que sí les
debían, que la empresa estaba generando recursos, puesto que durante el tiempo
de la quiebra incluso se vivió una de las mejores épocas de la industria acerera
mundial, pero que no pagarían porque no tenían ganas de hacerlo.
Se convirtió en un escándalo tan grande este proceso de AHMSA, que incluso
tuvo impacto en el costo-país y en cualquier medición de confianza que se
hiciera sobre la economía mexicana.
Así las cosas, los miembros de la Asociación Mexicana de Bancos trabajaron
con los legisladores en la creación de la Ley Federal de Concursos Mercantiles,
que comenzó bajo los mejores augurios bajo la batuta de un hombre que comprendía
la necesidad de cambiar la relación entre acreedores y empresas, José
Luis Meján.
La LFCM generó, en su momento, una oleada de confianza entre los
inversionistas y ayudó, necesariamente, a que mejorara la valoración del
riesgo-país y disminuyera el costo de los créditos.
Ridículos y malas operaciones como las de Aviacsa y muy señaladamente la de
Vitro y Mexicana de Aviación han hecho que se pierda una buena parte del impulso
positivo de esta ley; sin embargo, se mantiene.
Hubiera sido verdaderamente absurdo suponer que dos hombres que no sólo
fueron perseguidos por la justicia bajo acusaciones del gobierno federal y de
sus acreedores fueran quienes pretendieran entrar a esta línea aérea. La
negociación con los bancos hubiera sido punto menos que imposible.
Chillón
Ahora resulta que Iván Barona quiere emular al último califa
de Córdoba, a quien su madre le dijo cuando perdió la ciudad en contra de los
reyes católicos de España que “no llorara como mujer lo que no había sabido
defender como hombre”.
El dizque inversionista quien, según parecería, se había hartado de decir
mentiras sobre su posición económica y disponibilidad para rescatar a Mexicana
de Aviación ayer trató de lavarse la cara utilizando un expediente totalmente
falso.
Se quejó, primero, de una supuesta incongruencia entre el nombre de Mexicana
de Aviación y la cuenta a la que tendría que depositar el cheque, que más bien
sonó a un pretexto verdaderamente ridículo.
Y después acusó, según él, que el proceso estaba viciado porque los recursos
estaban comprometidos para liquidar primero a los trabajadores. ¿Realmente este
hombre pretende hacer creer que no lo sabía? Un hombre que se promueve como un
gran inversionista no leyó la Ley Federal de Concursos Mercantiles o no se lo
preguntó a sus abogados.
Vamos, es lógico suponer que los primeros recursos son para liquidar a los
trabajadores como marca la ley y la justicia. Suponía que los trabajadores
tendrían que asumir que lo perdieron todo sólo porque a él le daba la gana.
Evidentemente a los trabajadores lo que más les conviene es ser liquidados de
acuerdo con la ley y que se llegue a una siguiente etapa.