21 enero 2013

DEL CORREO DEL BLOG

Por: David Páramo
OPINIÓN
21/Enero/2013
 
Araíz de que la FAA emitió una alerta sobre los aviones Boeing 787 Dreamliner y pidió que dejaran de operar para efectuar una revisión, se ha registrado una sobrerreacción, especialmente
en México.
Se han dicho tremendas barbaridades e incluso no han faltado algunos que han tratado de usar este incidente como un vehículo para buscar golpeteo político o generar un clima de tensión innecesario, incluso en contra del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, a pesar de que no fue en su administración cuando se decidió la adquisición de esa aeronave.
Actualmente hay unos 50 aparatos operando en el mundo y, hasta el momento, no se ha presentado ningún incidente que ponga en peligro a los pasajeros ni a las aeronaves. Se trata de un problema con una pila que, potencialmente, se puede llegar a incendiar, con el consecuente daño al avión.
No se trata de un problema que haya implicado algún incidente aéreo. Es mucho más una medida de precaución que, dicho sea de paso, mejor que se corrija ahora antes de que estos aviones comiencen a llegar a México.
Quienes no conocen del sector de la aviación creen que estos Boeing 787 no sirven. Es como creer que cuando una armadora de vehículos llama ciertos modelos a revisión es que el automóvil no sirve o debe depreciarse. En los automóviles se trata de un asunto muy común que, no pocas veces, no implica ninguna consecuencia para los propietarios.
Aquellos que creen que estos aviones no sirven o que se está poniendo en riesgo la seguridad del Presidente de la República o de los pasajeros de Aeroméxico cometen un error de principio.
Como hemos señalado desde el primer momento, se trata de una medida preventiva que permitirá a la armadora corregir los problemas mucho antes de que impliquen un mínimo riesgo.
El avión del Presidente de México y los que tiene contratados la línea aérea que preside José Luis Chacho Barraza no se han ensamblado, es decir, no pueden ser un peligro porque simple y sencillamente sólo existen en papeles.
En unos meses más, cuando estas aeronaves sean entregadas, evidentemente ya se habrá solucionado el problema que tenían, es decir, el riesgo para México y su Presidente sólo existe en la imaginación de algunos desinformados o malintencionados.
Es importante destacar que Aeroméxico recibiría los primeros equipos este verano y el del jefe del Ejecutivo estaría en operación hasta el año próximo, puesto que tienen que hacerse muchas adecuaciones de seguridad y operatividad.
Así las cosas, más valdría que quienes hablan de peligros a la seguridad o pretenden inventar conspiraciones, simple y sencillamente sepan que se equivocan.
Apestada
A más de la mitad del plazo que fijó la juez Edith Alarcón para que cualquier interesado, y que pueda asegurar que tiene disponibles 100 millones de dólares para invertir en Mexicana de Aviación, nadie ha levantado la mano.
En algunos medios se llegó a decir que Xavier Autrey, Alonso Ancira y algunos otros accionistas de Altos Hornos de México podrían estar interesados. Antes de 24 horas la versión había sido desmentida mediante un comunicado de prensa de la propia compañía.
También corrió la versión de que el conglomerado integrado por Avianca-Taca podría estar interesado, pero fue desmentido otra vez. Esta empresa ha hecho varios desmentidos puesto que, entre otras cosas, necesitaría un socio mayoritario mexicano, ya que así lo exigen las leyes.
Tristemente, lo que hemos señalado en esta columna es el camino menos malo para los trabajadores de la línea aérea que llevan más de dos años y medio en un limbo verdaderamente perverso. No han recibido ninguna clase de liquidación y para muchos fines prácticos siguen estando empleados.
Los únicos que se han beneficiado han sido tipos como Felipe Consuelo, Gerardo Badín, Fernando Perfecto y quienes han consumido los exangües recursos de la empresa en concurso mercantil gracias a las continuas prórrogas.
Como hemos argumentado en esta columna, Mexicana de Aviación no tiene viabilidad.
Se requieren demasiados recursos para recuperar un intangible como un nombre, igualmente una base de mantenimiento que tiene un valor que ronda precisamente los 100 millones de dólares.
Se requieren inversiones del orden de 300 a 400 millones de dólares para cumplir con liquidaciones y recomenzar con este negocio que, de ninguna manera, tendría el tamaño que alcanzó en los tiempos que era mal administrada por Gastón Azcárraga.
Si alguien dispone de esos recursos podría usarlos de una manera mucho más eficiente y rentable en el propio negocio de la aviación.
Desde hace ya muchos meses hemos dicho que lo menos doloroso para todos sería dar el paso de la quiebra que, tristemente, se ha alargado excesivamente.
Es momento de reconocer que Mexicana de Aviación tiene mucho tiempo en muerte cerebral.