Rosario Avilés
Control de Tránsito Aéreo entre los retos del nuevo gobierno
Apenas empieza el nuevo gobierno pero tiene ante sí
numerosos retos en el sector del transporte aéreo. Las administraciones
anteriores no sólo no lograron avanzar en temas torales, sino que muchos
de estos temas muestran un severo retroceso y son hoy un verdadero
dolor de cabeza.
El problema es que resulta difícil saber por dónde
empezar. Como la falla es sistémica, de pronto resolver un solo asunto
puede parecer demasiado poco, o tratar de resolverlo por partes puede
inducir a error, ya sea de percepción o de procedimiento. Por eso es
importante que se analicen bien las opciones.
Si pudiéramos hacer una pequeña lista (casi como cartita a los Reyes Magos), empezaríamos por decir que el primer requisito de la nueva administración es abrir los oídos: escuchar.
Los agravios son tantos y de tal calibre, que sin revisar lo que ha pasado en los últimos años y poner remedio a éstos, no será posible gobernar en paz. El abandono del sector aéreo causó un retroceso de al menos 30 años en términos de seguridad, eficiencia e institucionalización de procesos y de funciones.
Para distinguirse de su antecesor, necesitamos un gobierno que tome en cuenta los agravios pasados para no repetirlo. Un gobierno que sea incluyente. Un gobierno que resuelva. Un gobierno que sea rector, no ejecutor de políticas ajenas.
Pero sobre todo, se requiere la cercanía con los trabajadores de la aviación que son quienes tienen en sus manos del destino verdadero del sector. Durante demasiados años han sido muy pocos los dueños de empresas que persisten, lo normal es que haya administradores temporales, así es que quienes realmente saben son los técnicos, los que trabajan en el día a día. Y, además, son ellos quienes sufren las consecuencias de las malas decisiones.
Una vez visto esto, es importante mirar bien los problemas de corto, mediano y largo plazo.
A corto plazo se tiene el problema de la seguridad. Lo más urgente es el espacio aéreo. A causa del abandono del espacio aéreo fue que se perdió la vida de tres secretarios de Estado en un lapso de 6 años. Y también varios empresarios que usaron sus helicópteros. No se puede soslayar este asunto, como lo hicieron las administraciones panistas, arguyendo que los helicópteros son privados. Hay un problema y hay que atenderlo.
El reciente nombramiento de Claudio Arellano Rodríguez como director general de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, en sustitución de Miguel Peláez, no ha caído muy bien en el sector. Y es que el hermano del exdirector de ese organismo, Agustín Arellano, no sólo tiene en su contra que ya tuvo problemas en el medio, sino que representa un estilo administrativo que ya en estas épocas debería rebasarse.
El organismo encargado de prestar servicios de tránsito aéreo, Seneam, que es del estado, está por cumplir 40 años en el 2013. Durante este lapso ha habido cuatro directores: Roberto Kobe, actual presidente de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI); Agustín Arellano, Ever Molina y Miguel Peláez.
De Kobe puede decirse que fue quien le dio a Seneam un sitio en el mundo. De la desaparecida RAMSA (Radio Ayudas de México, la empresa privada que entró en huelga en los 70s y que luego fue sustituida por Seneam) creó un organismo estatal, diferente, con nueva tecnología y un grupo de controladores bien entrenados, con sistemas y procesos.
Al salir Kobe de esta posición, quedó al frente Agustín Arellano, quien era uno de los técnicos más cercanos al exdirector, pero cuyo liderazgo se desgastó porque se quedó petrificado en el tiempo. Mientras la tecnología avanzaba y el desarrollo organizacional de empresas y dependencias se revolucionaba, el estilo de Arellano se quedaban en el siglo pasado.
Muestra de ello fue el deterioro en que cayó la institución. La falta de presupuesto, las plazas de controlador canceladas, pero sobretodo la forma autoritaria de tomar decisiones (como el rediseño de las trayectorias de aproximación en el AICM que fue rechazado en masa por los controladores de Centro México y al que se atribuye en parte el accidente de Mouriño) son algunas de las razones por las cuales Seneam dejó de ser una referencia.
Al salir Agustín quedó Eber Molina, un técnico que carecía de autoridad y cuyo equipo de trabajo inició la era del terrorismo laboral. Hubo incluso eventos de altísimo riesgo como el apagón del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y episodios similares posteriores, la falta de VORes en varios sitios y fallas en los sistemas que motivaron episodios de casi-colisión. En lugar de atender a las causas de ello, se recrudeció el estilo de castigar y después "averigüar".
Todo ello llevó al cambio de dirección en este mismo año, cuando fue nombrado Miguel Peláez, un controlador de tránsito aéreo que fue bien recibido por sus pares pero quien no tuvo ni tiempo ni presupuesto para hacer gran cosa.
Ahora, con el nombramiento de Claudio Arellano se teme que las cosas no mejoren, sino que se regrese a los momentos más críticos de la administración pasada. Es necesario que se dé una señal distinta de que el tema está siendo visto como una prioridad.
El problema es la mirada en la que se ha tenido al Seneam. Los recortes presupuestales del sexenio pasado son apenas la punta del iceberg de cómo se percibía su función e importancia. Lo verdaderamente grave es que la seguridad de una actividad como la aviación, que es de alta tecnología y que requiere no sólo equipo de última generación sino administraciones del siglo XXI, es que los gobiernos blanquiazules nunca comprendieron su importancia y pagaron con mucho dolor esta ignorancia.
Lo que se requiere es un salto adelante... se requiere una visión que transforme la forma de hacer política y de gestionar los organismos del Estado. Se requiere ser moderno en el sentido de incluyente, de institucional, de tener empresas del Estado con servicio civil de carrera, procesos para la toma de decisiones, planeación estratégica, visión de largo plazo, círculos de calidad donde prive el sentido común de quienes están en la línea de fuego.
No es un secreto el hecho de que los controladores de tránsito aéreo deben ser personas con características muy especiales por lo crítico de su trabajo, que les demanda una atención completa durante periodos extendidos. Hoy en día, se sabe por los estudios de los neurólogos, la dispersión de la atención que está creando la tecnología en las nuevas generaciones, hace más difícil entrenar a este tipo de técnicos.
Por esta razón es que en el futuro Seneam debe ser visto con otra mirada. Y esperemos que las actuales autoridades lo comprendan así. Los técnicos, trabajadores del Seneam, el sector aéreo en general y los usuarios lo necesitan y lo sabrán calibrar.
Si pudiéramos hacer una pequeña lista (casi como cartita a los Reyes Magos), empezaríamos por decir que el primer requisito de la nueva administración es abrir los oídos: escuchar.
Los agravios son tantos y de tal calibre, que sin revisar lo que ha pasado en los últimos años y poner remedio a éstos, no será posible gobernar en paz. El abandono del sector aéreo causó un retroceso de al menos 30 años en términos de seguridad, eficiencia e institucionalización de procesos y de funciones.
Para distinguirse de su antecesor, necesitamos un gobierno que tome en cuenta los agravios pasados para no repetirlo. Un gobierno que sea incluyente. Un gobierno que resuelva. Un gobierno que sea rector, no ejecutor de políticas ajenas.
Pero sobre todo, se requiere la cercanía con los trabajadores de la aviación que son quienes tienen en sus manos del destino verdadero del sector. Durante demasiados años han sido muy pocos los dueños de empresas que persisten, lo normal es que haya administradores temporales, así es que quienes realmente saben son los técnicos, los que trabajan en el día a día. Y, además, son ellos quienes sufren las consecuencias de las malas decisiones.
Una vez visto esto, es importante mirar bien los problemas de corto, mediano y largo plazo.
A corto plazo se tiene el problema de la seguridad. Lo más urgente es el espacio aéreo. A causa del abandono del espacio aéreo fue que se perdió la vida de tres secretarios de Estado en un lapso de 6 años. Y también varios empresarios que usaron sus helicópteros. No se puede soslayar este asunto, como lo hicieron las administraciones panistas, arguyendo que los helicópteros son privados. Hay un problema y hay que atenderlo.
El reciente nombramiento de Claudio Arellano Rodríguez como director general de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano, en sustitución de Miguel Peláez, no ha caído muy bien en el sector. Y es que el hermano del exdirector de ese organismo, Agustín Arellano, no sólo tiene en su contra que ya tuvo problemas en el medio, sino que representa un estilo administrativo que ya en estas épocas debería rebasarse.
El organismo encargado de prestar servicios de tránsito aéreo, Seneam, que es del estado, está por cumplir 40 años en el 2013. Durante este lapso ha habido cuatro directores: Roberto Kobe, actual presidente de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI); Agustín Arellano, Ever Molina y Miguel Peláez.
De Kobe puede decirse que fue quien le dio a Seneam un sitio en el mundo. De la desaparecida RAMSA (Radio Ayudas de México, la empresa privada que entró en huelga en los 70s y que luego fue sustituida por Seneam) creó un organismo estatal, diferente, con nueva tecnología y un grupo de controladores bien entrenados, con sistemas y procesos.
Al salir Kobe de esta posición, quedó al frente Agustín Arellano, quien era uno de los técnicos más cercanos al exdirector, pero cuyo liderazgo se desgastó porque se quedó petrificado en el tiempo. Mientras la tecnología avanzaba y el desarrollo organizacional de empresas y dependencias se revolucionaba, el estilo de Arellano se quedaban en el siglo pasado.
Muestra de ello fue el deterioro en que cayó la institución. La falta de presupuesto, las plazas de controlador canceladas, pero sobretodo la forma autoritaria de tomar decisiones (como el rediseño de las trayectorias de aproximación en el AICM que fue rechazado en masa por los controladores de Centro México y al que se atribuye en parte el accidente de Mouriño) son algunas de las razones por las cuales Seneam dejó de ser una referencia.
Al salir Agustín quedó Eber Molina, un técnico que carecía de autoridad y cuyo equipo de trabajo inició la era del terrorismo laboral. Hubo incluso eventos de altísimo riesgo como el apagón del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y episodios similares posteriores, la falta de VORes en varios sitios y fallas en los sistemas que motivaron episodios de casi-colisión. En lugar de atender a las causas de ello, se recrudeció el estilo de castigar y después "averigüar".
Todo ello llevó al cambio de dirección en este mismo año, cuando fue nombrado Miguel Peláez, un controlador de tránsito aéreo que fue bien recibido por sus pares pero quien no tuvo ni tiempo ni presupuesto para hacer gran cosa.
Ahora, con el nombramiento de Claudio Arellano se teme que las cosas no mejoren, sino que se regrese a los momentos más críticos de la administración pasada. Es necesario que se dé una señal distinta de que el tema está siendo visto como una prioridad.
El problema es la mirada en la que se ha tenido al Seneam. Los recortes presupuestales del sexenio pasado son apenas la punta del iceberg de cómo se percibía su función e importancia. Lo verdaderamente grave es que la seguridad de una actividad como la aviación, que es de alta tecnología y que requiere no sólo equipo de última generación sino administraciones del siglo XXI, es que los gobiernos blanquiazules nunca comprendieron su importancia y pagaron con mucho dolor esta ignorancia.
Lo que se requiere es un salto adelante... se requiere una visión que transforme la forma de hacer política y de gestionar los organismos del Estado. Se requiere ser moderno en el sentido de incluyente, de institucional, de tener empresas del Estado con servicio civil de carrera, procesos para la toma de decisiones, planeación estratégica, visión de largo plazo, círculos de calidad donde prive el sentido común de quienes están en la línea de fuego.
No es un secreto el hecho de que los controladores de tránsito aéreo deben ser personas con características muy especiales por lo crítico de su trabajo, que les demanda una atención completa durante periodos extendidos. Hoy en día, se sabe por los estudios de los neurólogos, la dispersión de la atención que está creando la tecnología en las nuevas generaciones, hace más difícil entrenar a este tipo de técnicos.
Por esta razón es que en el futuro Seneam debe ser visto con otra mirada. Y esperemos que las actuales autoridades lo comprendan así. Los técnicos, trabajadores del Seneam, el sector aéreo en general y los usuarios lo necesitan y lo sabrán calibrar.
E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx; twitter: @charoaviles.
Periodista, investigadora y experta en el sector aeronáutico.
Periodista, investigadora y experta en el sector aeronáutico.