Entre el desperdicio y el rumor
Rosario Avilés | Opinión 2012-06-05 | Hora de creación: 20:55:59 | Ultima modificación: 00:25:21
Si México pudiera cobrar lo mucho que hace por las economías extranjeras, seríamos fabulosamente ricos. Simplemente, Estados Unidos podría indemnizarnos por la cantidad de fuerza de trabajo que le enviamos cada año, normalmente los más jóvenes y fuertes personajes de nuestras comunidades rurales que no tienen oportunidades en México; varios chicos que hacen su doctorado y deciden nunca volver a este país porque no encontrarían trabajo en sus especialidades; y asimismo, varios empresarios que han cruzado la frontera en busca de un lugar seguro y tranquilo que le garantice a sus familias lo que de este lado ya no tienen.
Pero la aviación mundial tiene una deuda especial con México. La costumbre de exportar a nuestros profesionales de la aviación parece que este sexenio se ha acentuado, simple y llanamente por la falta de pericia de nuestros funcionarios.
Así, la figura de Concurso Mercantil que en otras latitudes se estila (con otros nombres, desde luego) se adoptó a partir de la firma de los Tratados de Libre Comercio para asegurar que las empresas mexicanas no desperdiciaran sus recursos, sino que aquellas compañías que entraban en problemas pudieran reestructurar deudas, hacer reingeniería operacional y resarcir sus daños pero siempre manteniendo la operación.
Pero aquí, tal parece que la consigna es liquidar toda empresa aérea que entra en problemas —¡qué contraste con Estados Unidos donde sólo entre el 2001 y el 2005 se otorgaron subsidios por 50 mil millones de dólares a las aerolíneas en problemas!- y tal parece que la idea es esparcir rumores para evitar que alguna que pueda sobrevivir jamás lo logre.
Una vez que nuestros funcionarios en vías de extinción lograron espantar a varios inversionistas, ahora se dedican a esparcir el rumor de que el único sobreviviente es emisario del pasado (o sea: amigo de Gastón, como si los amigos de ese personaje no fueran precisamente quienes le han otorgado carta de inmunidad absoluta).
La prueba, esgrimen, es que alguna vez hizo negocios con Grupo Posadas. Claro, casi cualquier turistero, sobre todo extranjero, ha hecho alguna vez negocios con ese grupo o con cualquiera de los 10 extra-ricos de este país, o con alguno de los 30 distinguidos empresarios dueños de todo que hay en México. ¿Alguien puede nombrar algún gran negocio que no esté en manos de un pequeño grupo emparentado con las grandes familias empresariales?
Lo que es muy criticable es que en vez de dar la cara de frente y explicitar los cuestionamientos, se esparzan rumores. Es muy curioso, además, que la Dirección General de Aeronáutica Civil se empeñe tanto hoy en día en certificar la capacidad financiera, legal y administrativa de una aerolínea cuando ni siquiera sería capaz de certificar su capacidad operativa.
No olvidemos que la única forma que tuvo el inefable ex subsecretario Treviño de salir de la Categoría 2 que le impuso la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA), fue recurrir a los técnicos de Mexicana de Aviación que estaban por entonces disponibles. La increíble hipocresía y cinismo de esta administración apenas se puede sostener.
Y si hay dudas acerca de la cultura del desperdicio que parece campear en los gobiernos panistas, basta ver cómo los activos de las empresas aéreas están desperdigados aquí y allá, aviones de Aviacsa, de Mexicana, de Aerocalifornia, de Aerolíneas Azteca, forman en el AICM un cementerio casi como el de Mohjak.
Del año 2000 para acá se han creado y han desaparecido varias aerolíneas: de 12 que existían en esa fecha, pasamos a 14 en el 2007 y ahora solamente hay siete. ¿Alguien recuperó esos activos? A medias: los aviones o se devolvieron o están parados y el talento forjado en años de operación hoy gana la tercera parte de lo que vale en las nuevas empresas.
Y no olvidemos que muchos de nuestros tripulantes y técnicos de altísima especialización están en las filas de empresa asiáticas y árabes que se benefician de lo mucho que valen, como si México se dedicara a la filantropía profesional a países que sí pagan bien por el talento. Ahí está la prueba de que 10 o 15 mil horas de vuelo son activos de alto precio.
¿Cuánto ganarán a partir de diciembre estos tecnócratas que echaron a perder para dizque aprender? Les seguiremos la pista, claro. Ya sea como diputados o como privatizados directivos
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2012-06-05 | Hora de creación: 20:55:59 | Ultima modificación: 00:25:21
Si México pudiera cobrar lo mucho que hace por las economías extranjeras, seríamos fabulosamente ricos. Simplemente, Estados Unidos podría indemnizarnos por la cantidad de fuerza de trabajo que le enviamos cada año, normalmente los más jóvenes y fuertes personajes de nuestras comunidades rurales que no tienen oportunidades en México; varios chicos que hacen su doctorado y deciden nunca volver a este país porque no encontrarían trabajo en sus especialidades; y asimismo, varios empresarios que han cruzado la frontera en busca de un lugar seguro y tranquilo que le garantice a sus familias lo que de este lado ya no tienen.
Pero la aviación mundial tiene una deuda especial con México. La costumbre de exportar a nuestros profesionales de la aviación parece que este sexenio se ha acentuado, simple y llanamente por la falta de pericia de nuestros funcionarios.
Así, la figura de Concurso Mercantil que en otras latitudes se estila (con otros nombres, desde luego) se adoptó a partir de la firma de los Tratados de Libre Comercio para asegurar que las empresas mexicanas no desperdiciaran sus recursos, sino que aquellas compañías que entraban en problemas pudieran reestructurar deudas, hacer reingeniería operacional y resarcir sus daños pero siempre manteniendo la operación.
Pero aquí, tal parece que la consigna es liquidar toda empresa aérea que entra en problemas —¡qué contraste con Estados Unidos donde sólo entre el 2001 y el 2005 se otorgaron subsidios por 50 mil millones de dólares a las aerolíneas en problemas!- y tal parece que la idea es esparcir rumores para evitar que alguna que pueda sobrevivir jamás lo logre.
Una vez que nuestros funcionarios en vías de extinción lograron espantar a varios inversionistas, ahora se dedican a esparcir el rumor de que el único sobreviviente es emisario del pasado (o sea: amigo de Gastón, como si los amigos de ese personaje no fueran precisamente quienes le han otorgado carta de inmunidad absoluta).
La prueba, esgrimen, es que alguna vez hizo negocios con Grupo Posadas. Claro, casi cualquier turistero, sobre todo extranjero, ha hecho alguna vez negocios con ese grupo o con cualquiera de los 10 extra-ricos de este país, o con alguno de los 30 distinguidos empresarios dueños de todo que hay en México. ¿Alguien puede nombrar algún gran negocio que no esté en manos de un pequeño grupo emparentado con las grandes familias empresariales?
Lo que es muy criticable es que en vez de dar la cara de frente y explicitar los cuestionamientos, se esparzan rumores. Es muy curioso, además, que la Dirección General de Aeronáutica Civil se empeñe tanto hoy en día en certificar la capacidad financiera, legal y administrativa de una aerolínea cuando ni siquiera sería capaz de certificar su capacidad operativa.
No olvidemos que la única forma que tuvo el inefable ex subsecretario Treviño de salir de la Categoría 2 que le impuso la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA), fue recurrir a los técnicos de Mexicana de Aviación que estaban por entonces disponibles. La increíble hipocresía y cinismo de esta administración apenas se puede sostener.
Y si hay dudas acerca de la cultura del desperdicio que parece campear en los gobiernos panistas, basta ver cómo los activos de las empresas aéreas están desperdigados aquí y allá, aviones de Aviacsa, de Mexicana, de Aerocalifornia, de Aerolíneas Azteca, forman en el AICM un cementerio casi como el de Mohjak.
Del año 2000 para acá se han creado y han desaparecido varias aerolíneas: de 12 que existían en esa fecha, pasamos a 14 en el 2007 y ahora solamente hay siete. ¿Alguien recuperó esos activos? A medias: los aviones o se devolvieron o están parados y el talento forjado en años de operación hoy gana la tercera parte de lo que vale en las nuevas empresas.
Y no olvidemos que muchos de nuestros tripulantes y técnicos de altísima especialización están en las filas de empresa asiáticas y árabes que se benefician de lo mucho que valen, como si México se dedicara a la filantropía profesional a países que sí pagan bien por el talento. Ahí está la prueba de que 10 o 15 mil horas de vuelo son activos de alto precio.
¿Cuánto ganarán a partir de diciembre estos tecnócratas que echaron a perder para dizque aprender? Les seguiremos la pista, claro. Ya sea como diputados o como privatizados directivos
raviles_2@prodigy.net.mx