Empresa | Alberto Barranco
Bandeja de plata a líneas aéreas extranjeras
Eufórico, quizá, por la constelación de estrellas de la farándula estadounidense que acudió a la premier del programa de televisión en que actúa como guía de turistas con etiqueta de intrépido, el presidente Felipe Calderón se sacó de la bolsa un inesperado regalo: Cielos abiertos para líneas aéreas extranjeras
Martes 04 de octubre de 2011
Traducido al castellano, las firmas de Estados Unidos podrían realizar en el país tareas de cabotaje, es decir, ofrecer vuelos al interior de éste, México-Oaxaca-Miami, vía Delta Airlines o México-Monterrey-Chicago vía Continental… con la novedad de que a veces ni siquiera se reclamaría una ciudad de allende el Bravo como destino final.
Colocada la exigencia por los turisteros desde la época del presidente Luis Echeverría, el presidente Calderón se atrevió a lo que en su momento rechazaron tajantemente otros titulares del Ejecutivo con fama de liberales a ultranza. Léase Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo o Vicente Fox.
Vamos, ni siquiera cuando empresarios como Miguel Alemán o Carlos Hank González fueron titulares de la Secretaría de Turismo, se atrevieron a poner la mosca en la oreja del Presidente de la República.
La ocurrencia fue tan desmedida, que al día siguiente el secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez-Jácome, debió corregir la plana. –Lo que el presidente quiso decir…
Y aunque para muchos el fin podría justificar los medios en un escenario de desesperación del gobierno frente a la caída dramática en el flujo de visitantes al país ante un panorama incierto por la inseguridad, parecería que la filosofía que priva en el país sigue siendo el “haiga sido como haiga sido”.
La apertura indiscriminada, naturalmente sin exigencia de reciprocidad al calce, le daría la puntilla a la industria aérea nacional, con todo y el repunte de algunas empresas beneficiadas por la derrota de Mexicana de Aviación.
Estaríamos hablando de un nuevo capítulo de la serie David y Goliat.
Una política de cielos abiertos totales, sin restricción alguna, sería entregar en bandeja de plata el dominio aéreo del país. En las naciones donde se ha aceptado la alternativa, el proceso ha sido gradual para preparar la competencia. De hecho, la primera fase ha sido la implantación de una política aeronáutica.
Empujar, pues, la demanda por la vía de la oferta cuando el problema no es la falta de ésta, sino la carencia de clientela ante el desborde de alertas frente a lo que el propio gobierno calificó como guerra.
Justo cuando el presidente Felipe Calderón mostraba sus proezas acuáticas en afán de recrear las bellezas naturales del país, en Veracruz, a plena luz del día, se lanzaban a una de las avenidas principales 35 cadáveres.
Desde otro ángulo, México ha firmado convenios aéreos con Estados Unidos y otras naciones que permiten flexibilizar la oferta. De ahí la posibilidad, por ejemplo, de permitir volar por pares de ciudades, lo que de pasadita alienta la reciprocidad.
Más aún, Estados Unidos podría hacer lo que Volaris, quien pactó con la principal línea aérea de ese país para vuelos internos, al colocar sus fichas de modo que se permitan las conexiones con la línea nacional en viajes hacia México.
El escenario lo cubría en parte Mexicana de Aviación, a quien se le está dejando morir de inanición.
Se diría, pues, que mientras en México se soslaya la agonía de la línea aérea más antigua del país, con Aeroméxico la empresa bandera, a las firmas de Estados Unidos se les regala una tonelada de vitaminas.
Cielos abiertos, quinta libertad, ¿Viva México?
Bandeja de plata a líneas aéreas extranjeras
Eufórico, quizá, por la constelación de estrellas de la farándula estadounidense que acudió a la premier del programa de televisión en que actúa como guía de turistas con etiqueta de intrépido, el presidente Felipe Calderón se sacó de la bolsa un inesperado regalo: Cielos abiertos para líneas aéreas extranjeras
Martes 04 de octubre de 2011
Traducido al castellano, las firmas de Estados Unidos podrían realizar en el país tareas de cabotaje, es decir, ofrecer vuelos al interior de éste, México-Oaxaca-Miami, vía Delta Airlines o México-Monterrey-Chicago vía Continental… con la novedad de que a veces ni siquiera se reclamaría una ciudad de allende el Bravo como destino final.
Colocada la exigencia por los turisteros desde la época del presidente Luis Echeverría, el presidente Calderón se atrevió a lo que en su momento rechazaron tajantemente otros titulares del Ejecutivo con fama de liberales a ultranza. Léase Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo o Vicente Fox.
Vamos, ni siquiera cuando empresarios como Miguel Alemán o Carlos Hank González fueron titulares de la Secretaría de Turismo, se atrevieron a poner la mosca en la oreja del Presidente de la República.
La ocurrencia fue tan desmedida, que al día siguiente el secretario de Comunicaciones y Transportes, Dionisio Pérez-Jácome, debió corregir la plana. –Lo que el presidente quiso decir…
Y aunque para muchos el fin podría justificar los medios en un escenario de desesperación del gobierno frente a la caída dramática en el flujo de visitantes al país ante un panorama incierto por la inseguridad, parecería que la filosofía que priva en el país sigue siendo el “haiga sido como haiga sido”.
La apertura indiscriminada, naturalmente sin exigencia de reciprocidad al calce, le daría la puntilla a la industria aérea nacional, con todo y el repunte de algunas empresas beneficiadas por la derrota de Mexicana de Aviación.
Estaríamos hablando de un nuevo capítulo de la serie David y Goliat.
Una política de cielos abiertos totales, sin restricción alguna, sería entregar en bandeja de plata el dominio aéreo del país. En las naciones donde se ha aceptado la alternativa, el proceso ha sido gradual para preparar la competencia. De hecho, la primera fase ha sido la implantación de una política aeronáutica.
Empujar, pues, la demanda por la vía de la oferta cuando el problema no es la falta de ésta, sino la carencia de clientela ante el desborde de alertas frente a lo que el propio gobierno calificó como guerra.
Justo cuando el presidente Felipe Calderón mostraba sus proezas acuáticas en afán de recrear las bellezas naturales del país, en Veracruz, a plena luz del día, se lanzaban a una de las avenidas principales 35 cadáveres.
Desde otro ángulo, México ha firmado convenios aéreos con Estados Unidos y otras naciones que permiten flexibilizar la oferta. De ahí la posibilidad, por ejemplo, de permitir volar por pares de ciudades, lo que de pasadita alienta la reciprocidad.
Más aún, Estados Unidos podría hacer lo que Volaris, quien pactó con la principal línea aérea de ese país para vuelos internos, al colocar sus fichas de modo que se permitan las conexiones con la línea nacional en viajes hacia México.
El escenario lo cubría en parte Mexicana de Aviación, a quien se le está dejando morir de inanición.
Se diría, pues, que mientras en México se soslaya la agonía de la línea aérea más antigua del país, con Aeroméxico la empresa bandera, a las firmas de Estados Unidos se les regala una tonelada de vitaminas.
Cielos abiertos, quinta libertad, ¿Viva México?