04 octubre 2011

DE LA COLUMNA DE ROSARIO AVILÉS

Cielos abiertos, pistas cerradas
Rosario Avilés |  Opinión     2011-10-04  | Hora de creación: 21:36:11| Ultima modificación: 21:36:11





 Lo malo del fundamentalismo es que quienes lo ejercen no sólo creen a pie juntillas lo que dicen, sino que son incapaces de percibir cuando sus premisas no se ajustan a la realidad y creen que los locos somos todos los demás.  El evangelio neoliberal a ultranza es como un fundamentalismo para quienes lo abrazan y, cuando los gobernantes lo adoptan y el resultado no es bueno, hay que padecerlo hasta con spots.

 Lo peor es que cuando las circunstancias muestran a las claras que estas premisas son disparates, suceden comedias de equivocaciones como la ocurrida la semana pasada, cuando Nicho —convertido en el Rubén Aguilar del actual sexenio— tuvo que explicar que:  “Lipe no dijo lo que dijo, sino que la apertura es para afuera pero no para adentro, porque la apertura no es lo que todos imaginan, sino lo que nadie sabe y, claro, entonces en realidad no hay tal cosa porque, usted sabe, el cielo puede esperar pero las presiones externas no”.

 Todo ello para explicar la declaración del jefe del Ejecutivo en el sentido de que México debería abrir sus cielos sin reciprocidad porque, ya entrados en la entrega total, qué tanto es tantito más. En ese sesudo análisis estaba Don Nicho, cuando le cerraron las pistas del principal aeropuerto y nos dimos cuenta, de un sopetón, que para abrir la boca hay que tener muy amarrado el piso porque corremos el riesgo de caernos.

 El discurso, pues, se topó con la triste realidad. Si los secretarios asesoraran mejor a su jefe podrían explicarle que los actuales convenios bilaterales (ése es el esquema del mundo, qué le hacemos) le dan a las aerolíneas extranjeras tal flexibilidad que del 85 por ciento del mercado desde y hacia México que ya poseen hoy en día, podrían incrementarlo hasta –incluso– hacer casi desaparecer los vestigios de nuestras aerolíneas.

 Total, hay hartos neoliberales que aplaudirían a rabiar que no existieran las líneas mexicanas. ¿Para qué?, se preguntan aquellos que no saben que, por ejemplo, Mexicana de Aviación abrió mercados y calentó rutas que durante años carecían de mercado suficiente, pero así, poquito a poquito, fueron ampliándose. Ahí están plazas como Huatulco, Chetumal y Zacatecas, sólo por citar algunas de las recientes. Aeroméxico hizo lo propio con lugares como Cancún (destino que, de hecho, nació de la mano de la aerolínea), Vallarta y ni hablar del emblemático Acapulco, que fue a la vez cuna de esta empresa.

 Las aerolíneas nacionales suelen cumplir este tipo de encomiendas en todas partes. Pero, además, son las que a la hora de los desastres, mientras el resto de las líneas se retiran porque el mercado deja de funcionar, continúan prestando un servicio de apoyo permanente porque éste es su país. Para la línea que no es nacional este tipo de apoyos no es prioritario.

 Como si todo ello no bastare, lo que muchos olvidan es que crear opciones para el consumidor (el sacrosanto consumidor al que invocan como a un Dios los ayatolas del aperturismo sin reciprocidad) y no crear al mismo tiempo consumidores (o sea, personas que tengan empleo y poder adquisitivo para consumir) es tan absurdo como poner una paletería en la Luna.

 El otro lado de la moneda, sin embargo, es también alarmante. Abrir los cielos para recibir hipotéticos miles de aviones cargados de pasajeros y al mismo tiempo carecer de infraestructura suficiente, es otro de los sofismas a los que nos tiene acostumbrada esta administración. ¿En qué aeropuertos y slots, con qué personal, en qué hoteles, con qué capacidad instalada vamos a recibir a esos supuestos pasajeros?

 Como ocurre en muchos ámbitos de la vida nacional, se pone la carreta delante de los bueyes (dicho sea sin alusiones personales). Antes de acabar con lo poquito que nos han dejado de aviación, tendrían que pensar en cómo fortalecer lo que hay. Antes de soñar como la lechera con los miles de pesos que nos dejarán los supuestos turistas rusos y chinos, tendrían que cuidar el cántaro de nuestras propias aerolíneas para que no acaben de romperse.

 Los funcionarios de SCT y Turismo harían bien en dejar de estorbar la recuperación de Mexicana y empezar a apoyar su regreso. En vez de alentar una afluencia de bajo costo que vendrá una vez y no volverá y con ello presionar una demanda inflada que después se desplomará, podrían sentar bases seguras de crecimiento y fortaleza para nuestro sector aéreo y turístico.

 En vez de amarrar navajas para que Interjet y Volaris quieran canibalizar lo que quede de Mexicana, podrían ser transparentes y promover más rutas y aeropuertos con opciones para todos. En vez de ocultar lo que ocurre y a dónde fueron a parar los miles de millones que se invirtieron en la ampliación del AICM, podrían ponerse a atender las necesidades de la industria y evitar, entre otras cosas, episodios como el apagón del jueves pasado en las pistas del Benito Juárez.

 Claro, ello supone que los funcionarios harían bien su trabajo y quién sabe si tengamos madera para tanto.

 Lo oí en 123.45: Si ya no quieren a la aviación, mejor olvídenla

 raviles_2@prodigy.net.mx