Perfecto inútil
Los trabajadores de Aeroméxico están sometidos a presiones excesivas.
David Páramo
Mientras que Fernando Perfecto, Ricardo del Valle y hasta Tomás del Toro pierden miserablemente su tiempo pensando una gran cantidad de planes tan fantásticos como inefectivos para, según ellos, rescatar a Mexicana de Aviación (el más reciente incluye la venta a una empresa extranjera a pesar de que hay un límite legal de 25%), la situación de los trabajadores de Aeroméxico cada vez parecería más complicada.
A decir de los empleados de la línea aérea que dirige Andrés Conesa están siendo sujetos a una presión excesiva sin que sus líderes sindicales hagan nada para garantizar adecuadas condiciones de trabajo.
En el caso de los pilotos hay quienes señalan que en los últimos cinco meses se han presentado más de cuatro infartos entre trabajadores en activo. Es más o menos común que médicos de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) impidan a miembros de tripulaciones volar si presentan elevados niveles de presión arterial. Aseguran que está convirtiéndose en un gravísimo riesgo laboral.
Equivocadamente algunos medios de comunicación han señalado que un ex piloto de Compañía Mexicana de Aviación (CMA) se había suicidado por falta de empleo; sin embargo, se trató de un trabajador de Aeroméxico, quien usó como pretexto para esa terrible decisión personal haber sido despedido de la línea aérea por acciones verdaderamente graves en un vuelo entre León y Tijuana. Los miembros de las tripulaciones dicen que trabajan al máximo lo que permiten tanto la ley como su contrato colectivo; pero se quejan de la deficiente planeación de los itinerarios y los periodos de descanso que les llevan a condiciones de fatiga extrema que podrían derivar en un accidente.
Más allá de las quejas laborales, hay una realidad. Sin aumentar el número de trabajadores, Aeroméxico se quedó con la gran mayoría de las rutas y los itinerarios que cubría CMA, que implica que se tengan que registrar mayores jornadas de trabajo. Particularmente los pilotos y sobrecargos, consideran que sus líderes sindicales no sólo pierden el tiempo en un supuesto rescate de CMA sino que están entregados a las decisiones de la administración de Aeroméxico.
En su cadena de acusaciones llegan al extremo de señalar que gran parte de estas prácticas y la debilidad de sus líderes sindicales tiene que ver con la relación de la línea aérea con el secretario del Trabajo, Javier Lozano.
Mucho más allá de los dichos de los trabajadores, es necesario que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes analice si se está poniendo en riesgo la seguridad de la aviación nacional.
Los trabajadores de Aeroméxico están sometidos a presiones excesivas.
David Páramo
Mientras que Fernando Perfecto, Ricardo del Valle y hasta Tomás del Toro pierden miserablemente su tiempo pensando una gran cantidad de planes tan fantásticos como inefectivos para, según ellos, rescatar a Mexicana de Aviación (el más reciente incluye la venta a una empresa extranjera a pesar de que hay un límite legal de 25%), la situación de los trabajadores de Aeroméxico cada vez parecería más complicada.
A decir de los empleados de la línea aérea que dirige Andrés Conesa están siendo sujetos a una presión excesiva sin que sus líderes sindicales hagan nada para garantizar adecuadas condiciones de trabajo.
En el caso de los pilotos hay quienes señalan que en los últimos cinco meses se han presentado más de cuatro infartos entre trabajadores en activo. Es más o menos común que médicos de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) impidan a miembros de tripulaciones volar si presentan elevados niveles de presión arterial. Aseguran que está convirtiéndose en un gravísimo riesgo laboral.
Equivocadamente algunos medios de comunicación han señalado que un ex piloto de Compañía Mexicana de Aviación (CMA) se había suicidado por falta de empleo; sin embargo, se trató de un trabajador de Aeroméxico, quien usó como pretexto para esa terrible decisión personal haber sido despedido de la línea aérea por acciones verdaderamente graves en un vuelo entre León y Tijuana. Los miembros de las tripulaciones dicen que trabajan al máximo lo que permiten tanto la ley como su contrato colectivo; pero se quejan de la deficiente planeación de los itinerarios y los periodos de descanso que les llevan a condiciones de fatiga extrema que podrían derivar en un accidente.
Más allá de las quejas laborales, hay una realidad. Sin aumentar el número de trabajadores, Aeroméxico se quedó con la gran mayoría de las rutas y los itinerarios que cubría CMA, que implica que se tengan que registrar mayores jornadas de trabajo. Particularmente los pilotos y sobrecargos, consideran que sus líderes sindicales no sólo pierden el tiempo en un supuesto rescate de CMA sino que están entregados a las decisiones de la administración de Aeroméxico.
En su cadena de acusaciones llegan al extremo de señalar que gran parte de estas prácticas y la debilidad de sus líderes sindicales tiene que ver con la relación de la línea aérea con el secretario del Trabajo, Javier Lozano.
Mucho más allá de los dichos de los trabajadores, es necesario que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes analice si se está poniendo en riesgo la seguridad de la aviación nacional.