19 septiembre 2011

DEL CORREO DEL BLOG

Un año en tierra
 Efraín Castillo/Quadratín  18.09.2011 21:37
 
- Tamaño de letra +


Acaba de cumplir Mexicana de Aviación un año sin volar. Habrá quien se pregunte sobre el interés o trascendencia que esta situación puede tener. Hay varios factores que nos dan respuesta a esa interrogante. Por un lado, debido a la enorme cauda de trabajadores que se quedaron sin empleo y no encuentran opciones reales de reinserción al mercado laboral. Ciudades como Cuernavaca cuentan con al menos 500 de ellos, incluyendo pilotos, sobrecargos y trabajadores de tierra. Difícilmente podrán encontrar oportunidades que los reposicionen en el nivel laboral y de calidad que tenían hasta agosto de 2010. Habrá cifras parecidas en otras ciudades, donde incluso se conocen historias de pilotos venidos a taxistas o taqueros y de bellas sobrecargos posando para calendarios.

También es interesante analizar lo que está ocurriendo con las tarifas aéreas, pues desde igual período, la otra línea que se mantuvo en el aire (Aeroméxico), se ha dado vuelo cobrando cantidades irrisoriamente elevadas para aprovechar ese “monopolio” que le quedo a merced, en la categoría equivalente, pues si bien hay en el mercado tarifas más baratas, son las que corresponden a categorías de servicio de menor nivel. En este caso, los afectados han sido los usuarios y desde luego, los consumidores finales de infinidad de productos quienes ahora tienen que absorber el impacto de esas elevadas tarifas vía el precio final de los productos o servicios en los cuales se refleja el costo de los pasajes aéreos.

Otro aspecto que pudiera calificarse de subjetivo es el status de esta aerolínea. Era la línea de aviación “insignia” de México. A una inmensa mayoría de mexicanos, esa condición podría tenerlos sin cuidado. Sin embargo, en esta “administración del empleo” hemos visto como van cayendo como pinos de boliche en forma secuenciada, varias empresas que formaron parte a lo largo de las décadas de nuestro inventario económico. No porque fueran precisamente nuestras en lo particular. Eran de mexicanos y daban empleo a mexicanos. La otrora conocida fábrica de chocolates “La Azteca” ahora es propiedad de otra muy conocida fábrica de lácteos de nacionalidad suiza. En el ramo de alimentos, varias fusiones han significado la absorción de empresas mexicanas por firmas extranjeras. Así podría ocurrir con Mexicana de Aviación.

Ya que se menciona al “gobierno del empleo” y de la infraestructura y de la salud y de varias cosas más, es de recordar que precisamente ha sido en este sexenio calderonista, en el que se han asestado los golpes más certeros a la planta productiva y son de destacar los señalados ejemplos de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y de Mexicana de Aviación. En este mismo espacio se han abordado ambos casos en diversas oportunidades. Los efectos adversos en las dos empresas son evidentes. En el caso de la CLyFC, aquí lo mencionamos con claridad, efectivamente se apreciaba un pésimo servicio de la empresa y una infinidad de quejas de los usuarios. Al pasar la operación a manos de la CFE, el servicio ha mejorado paulatinamente, pero lo que se disparó de manera escandalosa fueron los abusos en los cobros a los clientes. Hay casos verdaderamente patéticos en los que se pretende cobrar cantidades increíbles a personas de escasos recursos y en situación de evidente marginación. La gran mayoría de los usuarios han debido pagar cobros por consumos inexistentes y esto se da lo mismo en el Distrito Federal que en los vecinos estados de México, Hidalgo y Morelos, donde tenía jurisdicción la extinta CLyFC.

La situación de Mexicana se antoja complicada, pues amén de los detalles de carácter legal y legaloide inherentes al famoso “concurso mercantil” y todos sus vericuetos y marañas, los plazos están encima y la amenaza de la quiebra no desaparece. Los pilotos tienen ahora dificultades para retomar el vuelo, pues después de no haber volado por más de doce meses, deberán tomar capacitaciones y refrendar sus licencias. Además del tiempo que ello les requerirá, esto tiene costo. Sus salarios y prestaciones andan “volando”. Existe cierto riesgo de perder todo o parte de sus fondos de retiro que no eran menores. Por supuesto, se han mantenido en pie de lucha y con la idea de recuperar sus fuentes de ocupación e ingreso. Ya hay un movimiento en busca de un millón de firmas para pugnar decididamente porque se logre una solución adecuada que ponga fin a este pernicioso estado de las cosas.