¿Y la patria ordenada y generosa?
Rosario Avilés | Opinión 2011-06-21 | Hora de creación: 21:01:45| Ultima modificación: 01:55:25
Hubo una vez un partido que impulsaba las prácticas democráticas, que creía en que el mejor ejemplo es el que se muestra en la práctica y que pugnaba, decían, “por una patria ordenada y generosa”. El orden implicaba lo que hoy se conoce como “institucionalización”, es decir, reglas claras para todos, transparencia, rendición de cuentas, sobre todo de quienes ejercen el poder público, pero no sólo de ellos; además de estándares internacionales en todas las actividades productivas y sociales.
La generosidad, por su parte, representaba una orientación clara al equilibrio social. A utilizar al Estado (el “manager” de la Patria, pues) como una instancia de redistribución de la riqueza, de fomento a los sectores con menos oportunidades, de arbitraje para impedir el abuso del poderoso y de quienes estaban cerca de esos poderes, en detrimento de quienes no podrían defenderse en la misma medida.
Y ese partido llegó a ser gobierno. Y el orden y la generosidad brillan por su ausencia, al menos en el sector aéreo, cuyo único pecado es ser un sector demasiado técnico y complejo como para que se comprenda con exactitud el daño que se le ha hecho a la nación con las desatinadas decisiones que se han tomado en los últimos años, en perjuicio de los mexicanos.
Pero no es necesario ser un técnico para darse cuenta del deterioro del sector. Baste, por ejemplo, pasearse unos minutos por la sala nacional de la terminal uno del Aeropuerto de la Ciudad de México, (hoy Benito Juárez), “dirigido” (es un decir) por Héctor Velázquez, cuya principal credencial es ser amigo del “mero mero”.
Además del deterioro de instalaciones, y del aire de pueblo fantasma que tienen varios pasillos y salas del otrora AICM, la sala B tiene ahora el aspecto inequívoco de una central de autobuses, ni siquiera de las modernas.
Olor a grasa y frituras, desorden, empujones, caos… y eso que no hay saturación alguna porque sus otros colegas, comandado por el inefable González Weeks, director de Aeronáutica, se han encargado de quitarle presión a la saturación, aunque no por promover nuevas opciones aeroportuarias sino por la ausencia de las aerolíneas emblema de este país.
Queda claro que la política de transporte aéreo es la más discrecional del siglo. Sólo así se explica que empresas del estilo “Arriba el Microbús” tengan cabida en esa Central de aeronaves del oriente, mientras toda la plana gubernamental se esfuerza en obstaculizar que Mexicana vuelva al aire.
Lo peor es que más de uno cuestiona que Mexicana sea necesaria para el transporte aéreo nacional. La sola duda remite al anuncio de librerías Gandhi: “Si dices Cercas, es porque todavía estás muuuuy lejos”. Quien quiera que no comprenda la importancia de Mexicana es porque no tiene la menor idea de lo que significa este sector, esta empresa (que es su gente) y esta marca en el contexto del transporte aéreo mexicano e internacional.
La patria generosa ha alcanzado para todo menos para retener el patrimonio nacional. Ha alcanzado para un nuevo recinto legislativo, para las campañas políticas, para hacer y recrudecer una guerra impresentable, para apoyar a una armadora de autos de capital estadunidense y crear 400 empleos directos y 1,200 indirectos mediante un financiamiento de 400 millones de dólares en una empresa estadunidense que tiene apoyos millonarios de su propio gobierno.
Pero los hipócritas “economistas light” se rasgan las vestiduras de sólo mencionar que un financiamiento de 300 millones de dólares asegura la subsistencia de ocho mil empleos directos y 24 mil indirectos en Mexicana de Aviación. ¿Cuál es el criterio para decir no? Ninguno.
Algo semejante ocurre con Su Casita, financiera a la que el gobierno también apoyará con más de 300 millones de dólares. ¿Por qué FIAT y Su Casita sí y Mexicana no? Misterios del sector discrecional.
Si sólo se le hiciera la cuenta a la Dirección General de Aeronáutica Civil, veríamos que volver a la Categoría Uno que determina la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos, a aquellos países que cumplen con las regulaciones de seguridad, le costó a este país más de lo que Mexicana necesita para volver a operar.
¿Alguien ha siquiera osado emitir una opinión de estos recursos que tuvimos que desembolsar por falta de previsión y de capacidad por parte de algunos de nuestros funcionarios? Ni siquiera sabemos en qué se gasta el presupuesto de esas dependencias, con el pretexto de que son cuestiones de “seguridad nacional”.
El sector aéreo ha sido uno de los más golpeados con la falta de congruencia. El orden y la generosidad siguen esperando el momento de manifestarse… ¿tendremos que esperar otros 70 años?
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2011-06-21 | Hora de creación: 21:01:45| Ultima modificación: 01:55:25
Hubo una vez un partido que impulsaba las prácticas democráticas, que creía en que el mejor ejemplo es el que se muestra en la práctica y que pugnaba, decían, “por una patria ordenada y generosa”. El orden implicaba lo que hoy se conoce como “institucionalización”, es decir, reglas claras para todos, transparencia, rendición de cuentas, sobre todo de quienes ejercen el poder público, pero no sólo de ellos; además de estándares internacionales en todas las actividades productivas y sociales.
La generosidad, por su parte, representaba una orientación clara al equilibrio social. A utilizar al Estado (el “manager” de la Patria, pues) como una instancia de redistribución de la riqueza, de fomento a los sectores con menos oportunidades, de arbitraje para impedir el abuso del poderoso y de quienes estaban cerca de esos poderes, en detrimento de quienes no podrían defenderse en la misma medida.
Y ese partido llegó a ser gobierno. Y el orden y la generosidad brillan por su ausencia, al menos en el sector aéreo, cuyo único pecado es ser un sector demasiado técnico y complejo como para que se comprenda con exactitud el daño que se le ha hecho a la nación con las desatinadas decisiones que se han tomado en los últimos años, en perjuicio de los mexicanos.
Pero no es necesario ser un técnico para darse cuenta del deterioro del sector. Baste, por ejemplo, pasearse unos minutos por la sala nacional de la terminal uno del Aeropuerto de la Ciudad de México, (hoy Benito Juárez), “dirigido” (es un decir) por Héctor Velázquez, cuya principal credencial es ser amigo del “mero mero”.
Además del deterioro de instalaciones, y del aire de pueblo fantasma que tienen varios pasillos y salas del otrora AICM, la sala B tiene ahora el aspecto inequívoco de una central de autobuses, ni siquiera de las modernas.
Olor a grasa y frituras, desorden, empujones, caos… y eso que no hay saturación alguna porque sus otros colegas, comandado por el inefable González Weeks, director de Aeronáutica, se han encargado de quitarle presión a la saturación, aunque no por promover nuevas opciones aeroportuarias sino por la ausencia de las aerolíneas emblema de este país.
Queda claro que la política de transporte aéreo es la más discrecional del siglo. Sólo así se explica que empresas del estilo “Arriba el Microbús” tengan cabida en esa Central de aeronaves del oriente, mientras toda la plana gubernamental se esfuerza en obstaculizar que Mexicana vuelva al aire.
Lo peor es que más de uno cuestiona que Mexicana sea necesaria para el transporte aéreo nacional. La sola duda remite al anuncio de librerías Gandhi: “Si dices Cercas, es porque todavía estás muuuuy lejos”. Quien quiera que no comprenda la importancia de Mexicana es porque no tiene la menor idea de lo que significa este sector, esta empresa (que es su gente) y esta marca en el contexto del transporte aéreo mexicano e internacional.
La patria generosa ha alcanzado para todo menos para retener el patrimonio nacional. Ha alcanzado para un nuevo recinto legislativo, para las campañas políticas, para hacer y recrudecer una guerra impresentable, para apoyar a una armadora de autos de capital estadunidense y crear 400 empleos directos y 1,200 indirectos mediante un financiamiento de 400 millones de dólares en una empresa estadunidense que tiene apoyos millonarios de su propio gobierno.
Pero los hipócritas “economistas light” se rasgan las vestiduras de sólo mencionar que un financiamiento de 300 millones de dólares asegura la subsistencia de ocho mil empleos directos y 24 mil indirectos en Mexicana de Aviación. ¿Cuál es el criterio para decir no? Ninguno.
Algo semejante ocurre con Su Casita, financiera a la que el gobierno también apoyará con más de 300 millones de dólares. ¿Por qué FIAT y Su Casita sí y Mexicana no? Misterios del sector discrecional.
Si sólo se le hiciera la cuenta a la Dirección General de Aeronáutica Civil, veríamos que volver a la Categoría Uno que determina la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos, a aquellos países que cumplen con las regulaciones de seguridad, le costó a este país más de lo que Mexicana necesita para volver a operar.
¿Alguien ha siquiera osado emitir una opinión de estos recursos que tuvimos que desembolsar por falta de previsión y de capacidad por parte de algunos de nuestros funcionarios? Ni siquiera sabemos en qué se gasta el presupuesto de esas dependencias, con el pretexto de que son cuestiones de “seguridad nacional”.
El sector aéreo ha sido uno de los más golpeados con la falta de congruencia. El orden y la generosidad siguen esperando el momento de manifestarse… ¿tendremos que esperar otros 70 años?
raviles_2@prodigy.net.mx