04 abril 2011

DEL CORREO DEL BLOG

COORDENADAS (ENRIQUE QUINTANA)

Lecciones de Mexicana


Nadie sabe a ciencia cierta si Mexicana va a volver a volar algún día, pero la gestión de sus crisis fue un desastre

Lo que sí se sabe de cierto es que, si vuelve a emprender el vuelo, estará muy lejos de la aerolínea que algún día fue.

Ya no cabe duda. Para bien o para mal, México se quedará con una sola aerolínea bandera: Aeroméxico.

El plan de negocios de Mexicana... si es que alguna vez vuelve a ser un negocio en activo, implica convertirse en una empresa mediana en el sector, que podría llegar a manejar hasta 48 aviones en el 2015 dando empleo -si regresa- a 3 mil 644 personas.

Pero, al margen de lo que suceda, los capítulos que llevamos de esta historia reflejan las debilidades del Gobierno y sus órganos reguladores, de la misma manera que se han reflejado en ámbitos como las telecomunicaciones.

La gestión anterior de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes permitió que la aerolínea siguiera volando y vendiendo boletos, casi hasta que estaba ahogada.

Tuvo que ser la Secretaría de Hacienda la que rechazara darle aire para impedir que la empresa se cayera en picada.

¿Y dónde estaba la autoridad del sector a cargo de Juan Molinar? Probablemente demasiado ocupada con otros asuntos.

Las empresas de casi todos los sectores viven y mueren; quiebran y son exitosas, dependiendo de la gestión. Pero el problema es que se trata de una entidad que opera sobre la base de una concesión pública, lo que genera obligaciones de otra naturaleza al regulador. En este caso, a la SCT, de las que -al menos- fue omisa.

Los actuales funcionarios de la Secretaría están más preocupados por el consumidor que por la empresa y sus trabajadores. Lo cual está muy bien.

Pero han tenido que comenzar reparando errores. Por ejemplo, las autoridades anteriores invitaron a Aeroméxico a cubrir las rutas que iba a abandonar Mexicana pero... asegurándoles que habrían de tener competencia próximamente.

Hoy, no se han repuesto plenamente las rutas de Mexicana y donde ha existido otra oferta, las empresas que las ofrecen han aplicado la ley de la oferta y la demanda: si no quieres pagarme esta tarifa... entonces viaja por carretera.

Lo peor de todo vino después. Es increíble que tras haberse hecho lo más difícil: alinear a sindicatos y acreedores, el nuevo vuelo se haya venido abajo porque alguien no se aseguró de que los tiempos de entrega del dinero a los aspirantes a propietarios fueran como estaba previsto.

Solamente en México suceden estas cosas.
Y lo peor del caso es que el esquema laboral convenido ya lo quisiera Aeroméxico. Los costos laborales, tras los acuerdos con los sindicatos, representan el 11 por ciento del costo laboral, en lugar del 24 por ciento previo.

Respecto a las quitas de deuda con los acreedores, el estimado es de 97.14 por ciento.

Si el tema no se hubiera politizado, diversos empresarios de muy buen tamaño estarían pujando por quedarse con la aerolínea, tanto por el valor indiscutible que tiene la marca como por capitalizar una situación irrepetible en materia laboral.

El clásico "¿y yo por qué?" parece ser ahora la divisa de las autoridades del sector.
Al margen de que hayan sido otros los responsables del desastre de gestión, más vale que se den cuenta de que si dejan que el mercado decida todo, todos pagaremos a la larga el costo.

Si el mercado irrestricto fuera la solución a todos los males, los reguladores no tendrían razón de ser.