25 agosto 2009

DE LA COLUMNA DE ROSARIO AVILÉS

Opinión de

Despegues y aterrizajes(Rosario Avilés | )

Carta a Santa Claus en agosto

Rosario Avilés | Opinión

Martes 25 de Agosto, 2009 | Hora de modificación: 01:07

Si el gobierno de Felipe Calderón no quiere pasar a la historia como el peor en materia de aviación de los últimos 100 años, deberá hacer algunos cambios y aportaciones decisivas para tratar de componer la mala gestión que hasta ahora ha tenido y que, desde luego, es consecuencia del enorme desconocimiento tanto del sector transporte aéreo y de la filosofía de la gestión del Estado en una economía, como de la inercia en que la dejó el gobierno de Vicente Fox.

Independientemente de los miles de problemas que enfrenta la actual administración en temas como seguridad pública, crisis económica, desgaste social, pérdida de liderazgo externo e interno y un largo etcétera, que en el resumen general de este gobierno dejarán un saldo negativo, las cosas que se han dejado de hacer para poner al día a nuestro país en muchas materias también tendrán un costo altísimo, que tal vez no lleguemos a terminar de saldar en décadas.

Es verdad que el régimen legal del sector transporte aéreo mantiene a esta actividad en una especie de esquizofrenia, pues su núcleo la define como una actividad propiedad de la nación, sujeta a concesión pero con una fuerte rectoría del Estado en razón de su esencia. De ahí el cúmulo de leyes y reglamentos que le dan un régimen legal de mucha burocracia pero también de amplia discrecionalidad para quienes ejercen la labor de gobierno.

Al mismo tiempo, de unos años para acá (a la par que muchas actividades económicas), el transporte aéreo se ha visto sujeto a cambios y adecuaciones que lo sitúan como una actividad desregulada, sujeto a las leyes de competencia y donde quienes tienen la función de gobierno, si bien han claudicado de su responsabilidad para regirla, mantienen convenientemente el margen de discrecionalidad que les permite tomar decisiones no siempre transparentes y generalmente sospechosas.

Entre las cosas que este gobierno podría hacer —si quisiera— es plantearse seriamente la naturaleza del transporte aéreo para centrarla como la herramienta de competitividad que puede llegar a ser para varios sectores económicos que generen divisas. Por ejemplo, para el turismo y para el comercio de mercancías de alto valor agregado, así como para la propia industria aeronáutica, que parece ser el único sector que sí camina, precisamente porque no depende de la Secretaría del ramo (y tocamos madera para que no suceda).

Acto seguido, sería conveniente que en un esfuerzo por racionalizar las cosas, alguna eminencia gris de este gobierno (si alguna hay) proponga que Comunicaciones y Transportes se divida en dos secretarías, vista la dificultad de los últimos titulares para atender tantas cosas. Una Secretaría de Comunicaciones, con sus problemas de triple play y otros afines, podría funcionar mejor sola; y en otro ámbito, una Secretaría de Transportes que incluso podría incluir Turismo, aunque con otros titulares desde luego, y que atienda los problemas del transporte y su infraestructura de forma prioritaria.

Asimismo, tal como se ha propuesto en muchos foros, sería indispensable la creación de un organismo autónomo que vigile y que sea el encargado de auditar e investigar, en casos de accidentes, la llamada Comisión de Transporte Aéreo, cuya autonomía le dote de poder suficiente para evitar que la autoridad sea juez y parte, y por lo tanto tapadera de sí misma.

Todo ello debería cobijarse en un esfuerzo real por elaborar una política de transporte aéreo. Una política de verdad, de largo plazo (como sucede en los países serios) y consensuada para hacer de la aviación mexicana algo parecido a lo que fue: un líder a nivel regional.

Esta política podría despejar dudas acerca de qué modelo de aviación requiere este país (y es posible tener) y si "caben" una o dos aerolíneas "de bandera" en el mismo espacio aéreo. Incluso, hasta podría ser que se logre el servicio civil de carrera para que los nuevos secretarios y subsecretarios no hagan el oso en los lugares donde se presentan. ¿Carta a Santa Claus? Puede que sí, pero es para que al final no digan que nadie les propuso nada.

Lo oí en 123.45: La defensa de los derechos humanos pasa por el acceso a la información y la libertad de expresión. Sin estos dos derechos primarios es difícil concretar los demás. Por ello, hace sentido la candidatura de Ernesto Villanueva a la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del DF

raviles_2@prodigy.net.mx