05 julio 2007

NOTA DE ROSARIO AVILÉS Y VISITA DE MEXICANA


Parte de lo que comento, en uno de mis escritos de hoy:
Reitero nuevamente, Javier Lozano es uno de los citados en el caso de ISOSA:


Así, como Emilio Romano, director general de Mexicana de Aviación:http://oficiodepapel.com.mx/contenido/?m=20060102















¿Respeto por la legalidad?, al menos en el caso que hoy también sigue presente y que relacona a Romano con Lozano, estamos observando que más bien parece, que la autoridad elabora, lo que presentan como "nuevo convenio", que destroza lo que plasma la ley federal del trabajo, y no solo eso, también viola lo dispuesto por la propia Constitución, en los artículos 1°, 5° y 123.Y, el editorial de Rosario Avilés:
















Mexicana: última llamada Por: Rosario Avilés
Miercoles 4 de Julio de 2007 Hora de publicación: 01:42









En un intento desesperado por conseguir a través de la Junta de Conciliación y Arbitraje lo que no pudieron conseguir en la negociación frente a frente, los directivos de Mexicana tratan de lograr que la autoridad laboral obligue a los sobrecargos a aceptar una reducción de costos de 21 millones de dólares vía diversos recortes a sus prestaciones y cláusulas contractuales que ya han sido puestas a discusión en juntas particulares con la advertencia de que es la última llamada.

















Como si fuera su función al frente de la Secretaría del Trabajo, y eso que en el resto de los problemas sindicales está más que ausente, Javier Lozano ha decidido entrar de lleno al tema y obligar literalmente a los sobrecargos a firmar un nuevo acuerdo que incluye, además de lo que la empresa ya pedía, un nuevo contrato colectivo de trabajo para los nuevos sobrecargos que se contraten, no pagar alimentos a bordo, hacerles un cargo a los beneficiarios de pases de descuento, reducir la dotación de uniformes y mantener un salario por debajo o cercano a la inflación en los siguientes años.
















Llama la atención que el secretario del Trabajo se tome tan a pecho este tema, mientras otros más urgentes, como el de los sindicatos de Educación o los Mineros, están ausentes de su agenda.














Lo es más, tomando en cuenta que ahora su función no es la de vigilar porque se respeten la legalidad y las condiciones laborales que empresas y sindicatos han pactado, sino orillar a un sindicato a rendirse sin necesidad de más esquiroles que la propia autoridad.

















Lo importante aquí es lo que se está jugando, tanto del lado sindical, como del empresarial y el del gobierno federal. Los empresarios, en este caso Gastón Azcárraga quien hasta hace muy poco tenía la representación del CMHN, se están jugando una carta peligrosa pero que ellos creen que es la única salida a la falta de competitividad que vive el país: su carta se llama “que paguen los trabajadores”.
















Se trata de competir, a falta de otras cosas como innovación y calidad, con mano de obra barata hasta que el esquema aguante.Se trata también de alinearse con las políticas de bajo costo, de seguir el catecismo de Chicago y Harvard para evitar otro tipo de sacrificios que resultarían más difíciles de admitir, como reestructurar la administración de una empresa, el área de operaciones y la concepción misma del negocio.
















Sólo en México queremos rentabilidades superiores a todos los países, especialmente en el área de aviación, para poder revender pronto.
















El gobierno federal está jugando a establecer una supuesta base de seguridad para los inversionistas. Con esta carta se pretende atraer a nuevos capitales, aunque no se dan cuenta de que los inversionistas buscan algo más que mano dura con los trabajadores, especialmente con aquellos que no requieren mano dura porque son sindicatos democráticos y de alta especialidad.
















Lo que los capitales necesitan es orden y paz social, eficiencia gubernamental y un marco jurídico que no pueda ser rebasado por los secretarios en turno de acuerdo a sus preferencias ideológicas: si este sexenio hay un clima antilaboral, en el siguiente puede tornarse antiempresarial, tan malo el uno como el otro.


















¿Y los sindicatos? Es cierto que sus opciones no son muchas. El embate antisindical incluye a amplios sectores que se creen muy inteligentes porque mencionan al corporativismo, pero ignoran las diferencias entre los diversos sindicatos y, sobre todo, ignoran que no se puede tirar al niño con todo y el agua sucia.

















Lo que la Secretaría del Trabajo quiere hacer en este caso es pasar por encima de la ley y si lo logra, estará sentando un pésimo precedente para el resto de los trabajadores mexicanos.
















En adelante, cualquier empresa recurrirá al Chapulín Lozano para pedirle que los defienda y modifiquen los contratos para ponerlos a la misma altura que los de la revolución industrial en la Inglaterra del siglo XIX: enorme avance.
E-mail: raviles_2@prodigy.net.mx