31 mayo 2020

Efectos del Covid19 en el mundo aeronáutico


Efectos del Covid19 en el mundo aeronáutico

Con la llegada de la pandemia por Covid19, la industria aeronáutica se encuentra surcando una gran turbulencia de grandes proporciones, y en estos momentos todavía no podemos ver ni cuáles son sus dimensiones, ni tampoco sus consecuencias.

Dado el carácter global de la industria aeronáutica, en estos días me he dado a la tarea de ir documentando el comportamiento no sólo de nuestra aviación nacional, sino también la internacional, y los datos hablan por sí mismos.


En el continente europeo nos encontramos con una política de rescate a sus aerolíneas, al mismo tiempo que han llevado a cabo algunos recortes a sus plantillas laborales. Tal es el caso de la empresa holandesa KLM, cuyos trabajadores han optado por las renuncias voluntarias a partir del 1° de junio, con el incentivo de que esta decisión les permitirá recibir una indemnización más alta que aquellos que sean despedidos por la empresa.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. A pesar de pertenecer al llamado “primer mundo”, el caso de British Airways se torna dramático, pues recientemente anunció que a partir del 15 de junio del presente año va a recortar a todo su personal y “recontratar” a la mitad, pero con el 50% de su salario, lo que ha prendido los focos rojos del Sindicato Unido (United Union en inglés), ya que son cerca de 12 mil empleos. En este tenso panorama, el sindicato y empresa han roto el diálogo. Debemos estar atentos de las respuestas y demás movimientos de cada una de las partes.

También en el viejo continente, los pilotos de la aerolínea belga Brussels Airlines han acordado rebajarse un 45% de su salario, así como horas de vuelo, con la intención de evitar el recorte de personal. No obstante, la compañía, propiedad de Lufthansa, tiene otros planes más radicales, entre los que destacan mil despidos, entre ellos 191 pilotos y 470 miembros de tripulación, la supresión de una veintena de rutas poco rentables y un recorte del 30% en su flota. Todo para recuperar la viabilidad de la compañía.

Hay nubarrones en el horizonte para España y Noruega. Y es que el caso de Norwegian ha levantado ámpula al interior de los sindicatos españoles Sepla (Pilotos) y USO (tripulantes de cabina), que denuncian la “cesión ilegal” (recorte) de 400 pilotos y 900 tripulantes de cabina de pasajeros que trabajan para la empresa noruega, pero en España. La empresa, según reportan, los ha obligado en estas semanas a despojarse de los uniformes y credenciales de Norwegian.

Caso similar sucede con Ryanair, la bajo costera irlandesa con sede en España, donde están pensando recortar a cerca de 600 tripulantes que les “sobran”, según la video llamada publicada por la agencia de noticias Bloomberg. En concreto 266 pilotos y 352 tripulantes de cabina están de más; pero ahí no termina su plan de acción, pues por el mismo medio la empresa informó que tiene planes de recortar 3 mil puestos de trabajo en todo el mundo, lo que significa el 15% de su plantilla laboral. Eso sin contar que este mismo mes anunció que cerrará la base de operaciones en Viena de su filial austríaca Laudamotion, lo que conllevará el despido de 300 trabajadores.

Lo anterior, queridos lectores, son sólo ejemplos de cómo se está comportando la industria aeronáutica internacional. Pero el Covid19 no sólo afecta a las aerolíneas, sino también a las armadoras, y ellos también han anunciado recortes a su personal. Tal es el caso de armadora de motores Rolls Royce; su consejero delegado, Warren East, anunció un fuerte plan de reestructuración que implica la supresión de 9 mil puestos de trabajo, sobre un conjunto de 52 mil, lo que significa la salida del 17% de los profesionales del grupo. Esta reducción de personal en la matriz de Rolls Royce es adicional a los 4,600 puestos de trabajo que apenas en 2018 la multinacional suprimió principalmente del área administrativa.

El panorama no es nada halagador para el fabricante europeo de aviones Airbus, quien hizo una de sus evaluaciones más severas de su historia al calcular el daño causado por la crisis del coronavirus y por medio de una carta de su presidente ejecutivo, Guillaume Faury avisó a sus 135 mil trabajadores que se preparen para la que posiblemente será la reducción de empleo más profunda de las últimas décadas. Ante esto, los empleados que laboran en Francia han implementado esquemas de licencia en casi 3 mil trabajadores.

No abandonemos la dirección y sigamos avanzado. Vayamos a Asia, cuyas aerolíneas más representativas también enfrentan grandes retos a causa de la pandemia. Toca el turno de la empresa Emirates, quienes, además de considerar sacar de su flota los A380, tiene como meta el recorte de 30 mil empleados, lo que significa el 30% de su plantilla laboral. De llevarse a cabo, sería el mayor recorte en toda la historia de la aerolínea. El CEO de la compañía, Tim Clark, señaló, en una entrevista para Bloomberg, “que la demanda internacional iba a sufrir al menos durante dos años”. Y comparó la pandemia con "un cisne negro" para la aviación, refiriéndose a lo extraordinario y poco común del suceso, pero que tiene consecuencias terribles.

Por su parte la aerolínea Qatar no ha querido hacer público el número detallado de recortes a puestos de trabajo, aunque informó que el número sería “sustancial” y el cual incluirá tripulaciones tanto de cabina de pilotos, como la de pasajeros. Esto informaba por escrito Al Baker, director ejecutivo, quien además señaló que el recorte a las aeronaves será del 25%.

Ahora sigamos volando y cambiemos de continente para aterrizar en Oceanía; toca el turno de Fiji Airways (antes Air Pacific), quien reducirá en un 51% el total de su plantilla, pero no solo eso es alarmante, sino que a 79 pilotos que la pandemia los alcanzó fuera de su país, y por ende no pudieron regresar, les ha sido rescindido su contrato, igual que a 8 ejecutivos de la aerolínea en las mismas circunstancias, incluido el CEO.

Siguiendo nuestro viaje llegamos al continente americano, y vemos qué pasa en Canadá. Y es que tras el anunció que realizó Air Canada sobre el recorte a 20 mil plazas laborales, el gobierno de dicho país ha optado por dar ayuda financiera a la aerolínea. Justin Trudeau, reconoció ante la prensa la difícil situación que vive la industria aeronáutica por la pandemia del Covid19, pero no entró en detalles. La aerolínea había aprovechado el programa federal de subsidio salarial para volver a contratar a más de 16 mil empleados despedidos en marzo debido a la contingencia. Pero ahora la compañía dice que los trabajadores despedidos ya no se incluirán en este programa y tendrán que solicitar el Beneficio de Respuesta a Emergencias de Canadá, que paga $CAD 2.000 al mes a los trabajadores que han perdido sus empleos debido al COVID-19.

En el caso de nuestro país vecino, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica ha acordado con las principales líneas aéreas estadounidenses los términos de un rescate económico con el objetivo de evitar su quiebra, así como un elevado número de despido. Se estima que estas ayudas a las aerolíneas- ya contempladas en el histórico plan de rescate económico de 2,2 billones para hacer frente a la crisis del Coronavirus- sumarán alrededor de 25.000 millones de dólares.

Ahora bajemos hasta Latinoamérica y es que el caso de los compañeros chilenos de Latam está haciendo mucho ruido en el medio. En días recientes, esta aerolínea decidió acogerse al capítulo 11 de quiebras de los Estados Unidos de Norteamérica, porque a pesar de los esfuerzos de la familia Cueto y su sociedad con otros inversionistas (entre ellos ex dueños de TAM), acaban de asumir un compromiso financiero por 300 millones de dólares. No obstante, no es suficiente, pues no debemos olvidar que Qatar, que ya tiene sus propios problemas económicos, es dueña del 20% de las acciones, y Delta Airlines es dueña de otro 20%. El holding de la aerolínea aplicó recortes a sus directivos y avanza para aplicar la misma medida a sus más de 43 mil empleados en toda la región. Su plan de ajuste incluye licencias sin goce de sueldo por hasta 12 meses y un plan agresivo de retiros voluntarios.

Este brevísimo trayecto no es más que un reducido ejemplo de la gigantesca industria aeronáutica mundial; tiempos difíciles y turbulencias agudas que sortear, son los nuevos retos de las empresas, quienes buscan salir a flote a como dé lugar, sin perder de vista los demás paradigmas que hoy están llamando a sus puertas.

Como apasionada del mundo de la aviación, culmino diciendo que veo con tristeza que en mi país no se le toma la importancia que tiene al tema. México es un terreno árido donde la petición de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) de catalogar a los trabajadores de la industria aérea como “esenciales” nunca va a florecer.

El gobierno actual está quedando en deuda con una industria vital para el desarrollo del país. Hemos sido testigos del sepulcral silencio por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, así como de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Al momento de escribir estas líneas, el rumor de “recortes” en Aeroméxico está corriendo como reguero de pólvora. Números que ayer eran de 160 plazas de pilotos, hoy aumentan a 200. No tenemos certeza de estas cifras, pero lo que sí les puedo afirmar, porque no podemos tapar el sol con un dedo, es que vienen cambios rotundos en todas las líneas aéreas del país. Y pueden estar seguros que desde este humilde espacio pondré todo lo que esté en mis manos para defender los derechos laborales de los compañeros trabajadores de la industria aeronáutica de México y denunciar cualquier atropello del que sean víctimas… por una sencilla razón: para mí, la labor de pilotos y asistentes de vuelo sí es esencial para el país.  

Ximena Garmendia
 31 de mayo 2020


P.D. Feliz día Internacional del Sobrecargo a todos los que ejercen y ejercieron esa hermosa profesión, felicidades a todos los tripulantes de México y el mundo.


24 mayo 2020

Retos actuales de los tripulantes


Retos actuales de los tripulantes

“Cuando todo parezca ir contra ti, recuerda que el avión despega contra el viento, no a favor de él”. Henry Ford.

No es la primera vez que los tripulantes (pilotos y sobrecargos) se ven expuestos  a grandes cambios en las reglas del juego. La resiliencia que deben tener los trabajadores del aire es por demás impresionante; no obstante, esta capacidad puede venir aparejada de estados de agitación, inquietud o zozobra del ánimo.

Baste recordar el inusitado y traumático evento del 11 de septiembre de 2001, cuando dos aviones, uno de la empresa United y otro de American Airlines, se estrellaron con el gran emblema de la gran manzana, las ahora míticas Torres Gemelas de Nueva York. Un momento crucial no sólo en la historia de la aviación, sino en la historia mundial.

Imposible olvidar el cambio de protocolos de seguridad en los que nos vimos sumergidos los tripulantes; cambios en comandos, sustitución de puertas normales por unas reforzadas, claves para poder acceder a la cabina de pilotos, incluso protocolos dirigidos a pilotos para ir al baño, quienes tenían que coordinarse con los sobrecargos y realizar una retahíla de pasos, y entonces acceder al baño delantero del avión.

No sólo hubo cambios a bordo de los aviones, también en los arcos de seguridad. La prioridad que gozábamos los tripulantes fue sustituida por extenuantes revisiones que rayaban en lo ridículo, incluso obstaculizando el paso por tener una pluma para escribir.

Tanto en México, como en el resto del mundo teníamos que hacer largas filas para pasar por los filtros de seguridad, y despojarnos de todo artículo metálico; si en aquel entonces traías algún aparato dental de metal, por engorroso que fuera, debías apartarte de la fila para ser escaneada y esculcada por el personal de seguridad; pero a todo esto los tripulantes nos adaptamos.

Pero hoy los retos son totalmente diferentes y de dimensiones todavía desconocidas. La pandemia por Covid19 aún no nos muestra toda su cara, y con la información que cuentan, distintas empresas de aviación están comenzando a crear protocolos de seguridad. No sólo es el tema de la sanitización, el reto real e imperante será homologar en tiempo récord las nuevas disposiciones, para evitar acciones desordenadas como las que hoy encontramos.

Entiendo que el arribo a la “nueva normalidad” es lento y parcial. En la mayoría de los casos pueden ensayarse reglas y normatividades que coadyuven a la reducción de riesgos de contagio por ser actividades cuya movilidad puede ser restringida. Pero en el caso de la aviación el desplazamiento es una condición irreductible. Hoy vemos protocolos disímbolos y ambivalentes; algunas empresas dictan el uso de manera obligatoria de mascarillas, mientras otras usan además caretas y guantes; unas más han comenzado a utilizar trajes llamados EPP (equipos de protección personal), que incluyen adicionalmente gafas y guantes. ¿Qué pasará cuando una tripulación llegue a otros destinos con protocolos diferentes, ya sea más estrictos, o más relajados?








Irónico, pero la duda está “en el aire”; por el momento no hay homologación en los protocolos de seguridad, y las empresas están echando manos de sus recursos e imaginación para paliar el tema del virus y brindar confianza al usuario, pero me pregunto ¿y la confianza y seguridad del tripulante?, ¿podemos dejarle toda la responsabilidad a la resiliencia que debe tener en su ADN?

Vemos con demasiada frecuencia que en el tema de seguridad, las empresas se enfocan mucho en sus pasajeros, pero suelen descuidar al trabajador. Muchos tripulantes llevan de casa su propia mascarilla, ya que las empresas o no la proporcionan, o solo entregan una, y la vida útil de una mascarilla desechable no excede más allá de las tres horas.

Sin embargo, el tema que más me preocupa es la salud mental y emocional de los tripulantes, que ante esta nueva pandemia, tienen un gran reto por delante: aguantar por partida doble incertidumbre, ansiedad y miedo, no solamente a ser contagiado, sino también por la seguridad de su empleo, porque no sabemos qué curso tomará esta crisis por el virus, pero sí sabemos que las consecuencias económicas vendrán en avalanchas inclementes.

En nuestro territorio, tenemos un muy nutrido gremio de tripulantes que tienen que vivir esperando a ser reactivados de un “descanso forzoso” (rotación), y el resto que se encuentra volando, viven con la presión emocional a cuestas de infectarse y convertirse en un factor de contagio para sus seres queridos. Todo esto suma para que de manera emocional, los tripulantes se encuentren agotados, y eso es una mala señal para la seguridad a bordo.

Díganme necia, soñadora o ingenua, no me importa. Siempre he pensado que donde más énfasis deben de poner las empresas, es en cuidar que sus trabajadores se encuentren tranquilos y serenos antes estos grandes cambios, y darles sobre todo certidumbre. Trabajar de manera conjunta con el resto de empresas de la industria y buscar la homologación de protocolos de seguridad debe ser visto como una inversión fundamental e inaplazable.

Es justo aquí donde centro mi critica; el panorama no se ve para nada halagador, y lamentablemente para la actual administración, parece ser que la aviación no es un tema prioritario. En estos momentos la SCT, en conjunto con la STPS, deberían estar trabajando a marchas forzadas para que, a través de la nueva AFAC (antes DGAC), se tengan estos protocolos de seguridad homologados y a su vez, empezar a trabajar con organismos internacionales para ponerse de acuerdo en la nueva realidad en la que la aviación se va a ver envuelta.

Y es que en la conferencia de prensa conocida como La Mañanera, a pregunta expresa de un reportero sobre el tema de si iban a “ayudar” a las empresas aeronáuticas, la Secretaria del Trabajo y Previsión Social Luisa María Alcalde Luján hizo mutis, desviando la respuesta hacia los otros programas de ayuda que se dan en su secretaría como el “Jóvenes construyendo el futuro”.

Gobiernos vienen y van, y en los últimos sexenios no ha existido uno que de verdad se haya interesado en el tema aeronáutico, a pesar de que es un tema prioritario. No olvidemos nunca, por favor, que las aerolíneas son concesiones que otorga el Estado a un particular para su uso y explotación; esto al final del día significa que la materia prima de las aerolíneas (espacio aéreo) pertenece a la nación.

Otros países se toman muy en serio su aviación, no solo porque existe la sana competencia, sino porque la tratan como una industria prioritaria, tanto por el traslado de personas de un lugar a otro, como el desplazamiento de mercancías que son necesarias para la vida misma.

Es por ello que el reto se antoja muy grande, por un lado se requieren empresas comprometidas que busquen el diálogo con sus pares y conjuntamente con los organismos gubernamentales, trabajen en un protocolo de seguridad homologado, que privilegie por sobre todas las cosas, la salud mental de las tripulaciones, que son las responsables de la seguridad a bordo de todos los pasajeros; un esquema en el que se prevea, en caso de existir recortes a las plantillas laborales, que sean apegadas a lo que conforme a derecho les corresponde, y pareciera repetitivo de mi parte, pero para eso es mi columna, instaurar asesorías psicológicas gratuitas para todos aquellos tripulantes afectados.

Estamos ante una gran ventana de oportunidad para cambiar lo que se hace mal en la aviación, y volver a una “nueva normalidad”, más sanos y con más bríos, de la mano de empresas responsables y conscientes  de las necesidades de los últimos de la cadena de producción, los trabajadores del aire, pilotos y sobrecargos.
Gran reto, ¿no creen?

Ximena Garmendia
 24 de mayo 2020


17 mayo 2020

El sindicato no puede ser una secta



El sindicato no puede ser una secta

Para los usuarios del servicio de transporte aéreo, la salud mental de los tripulantes no es cosa menor, por ello año por año los trabajadores del aire se someten a exámenes médicos y psicológicos para verificar que se encuentren en óptimas condiciones para volar. Así como es de vital importancia el mantenimiento de las aeronaves, en el caso del personal humano, también lo es.

El día de hoy en esta columna pondré los reflectores sobre un pequeño grupo de sobrecargos cuyo fanatismo vuelve imperante ponerlos bajo la lupa. Lo digo fuerte y claro: no voy a generalizar, pues afortunadamente no son todos. La gran mayoría de los sobrecargos de la línea del Caballero Águila, gozan de una muy buena salud mental. Pero también dejo muy claro que por fanatismo me refiero a ese apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias y opiniones, como dice el diccionario.

No crean que se trata de una sociedad secreta y clandestina. Todo lo contrario. La exhibición en redes sociales es su común denominador; más específicamente las interfaces del Secretario General de la ASSA. Para este trabajo se analizaron cientos de comentarios que me hicieron llegar muchos compañeros, pues Ricardo Del Valle me tiene bloqueada de la red social donde le escriben.

¿Qué es una secta? Es una comunidad cerrada que promueve, o aparenta promover, afinidades comunes, a veces de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos. En este caso los fines comunes son la aviación como fuente de empleo y el ser sobrecargo como profesión; pero para entender todo el contexto, déjenme relatar como la llegada de Ricardo Del Valle a la Secretaría General de la ASSA en agosto del 2011 marcó el inicio es esta peculiar comunidad.


No exagero cuando digo que una vez que el flamante representante de los sobrecargos de Mexicana, Click, Aeromar y Aeroméxico quedó instalado en el quinto piso de Patricio Sanz, comenzó a darse un fenómeno a todas luces llamativo: “el culto al líder de poder absoluto” y la segregación de todos aquellos que no quisieran hacerlo. En el caso particular fueron los representantes sindicales quienes comenzaron a meterse en los perfiles de Facebook de sus agremiados para saber a quiénes tenían de amigos, qué publicaban y cuando alguien se atrevía a decir algo negativo del sindicato, le llamaban por teléfono para “decirle” de manera amenazadora que “bajara” su texto e inmediatamente escribiera algo positivo, tanto en su perfil, como en el del Secretario General. Me gustaría decir que es fantasía, pero estas son historias reales.

Bajo este modus operandi, propio de los sistemas políticos más opresores y recalcitrantes, muchos sobrecargos de Mexicana de Aviación que estaban en lista de espera para entrar en Aeroméxico, se vieron obligados a escribirle, de forma casi diaria, comentarios positivos al líder, resaltado sus atributos como gran ser humano, y deseando el derrame de bendiciones de fuerzas ultra terrenales sobre él.

¡Ay! de aquel que no le escribiera un mensaje positivo al líder, pues sufría las consecuencias, al grado de que podía ser corrido bajo cualquier pretexto. Es por ello que muchos agremiados comenzaron a escribirle al Secretario General, aún contra su voluntad, pues sabían de la existencia de un aparato de vigilancia permanente.



Pero no es este grupo de sobrecargos coaccionados el que me preocupa y llama la atención, pues finalmente lo hacen como un mecanismo para conservar su fuente de empleo. El que me inquieta es otro grupo verdaderamente fanatizado, mucho más pequeño, sí, pero no por ello menos peligroso.

Si revisamos la historia encontraremos casos terribles donde se han visto involucradas sectas que atentan básicamente contra la dignidad de sus propios miembros. Casos como “la familia” de Charles Mason, que a la postre cometió el asesinato de varias personas, incluida la actriz Sharon Tate; o como la secta de Jim Jones, cuyos integrantes se suicidaron en Jonestown al beber cianuro de manera colectiva; recordemos el dramático caso de Waco y los davidianos, cuyo líder David Koresh hizo que murieran 80 miembros de su secta, tras un asedio policial que resistieron de forma armada y terminó en masacre.

Estos antecedentes no son cosa menor, y traerlos a cuento no es amarillismo ni formulación de teorías conspirativas. Basta una revisión de ellos para entender que todos surgieron dentro de “caldos de cultivo” aderezados o permeados por algo en común: crisis.

Por ello afirmo que resulta ser un foco rojo lo que ha sucedido, y sigue sucediendo al interior de la ASSA de México. No solamente es la pandemia del COVID 19, no solamente son las consecuencias económicas devastadoras que trae aparejadas, no es la inusitadamente larga cuarentena, no se trata nada más de la incertidumbre que genera ese término tan etéreo y alabastrino que se llama “nueva normalidad”. Hemos repetido una y otra vez en este espacio que la “reinvención” de la industria aeronáutica a nivel mundial está a la vuelta de la esquina. Y aunque nos ponga los pelos de punta, no podemos ignorar la publicación diaria de notas informativas que anuncian inclementes recortes de personal por parte de los gigantes de la industria.

Yo les pregunto, querido lectores, con este “caldo de cultivo” ¿qué perfil creen que es el que debe cubrir un asistente de vuelo? ¿El de una persona con una gran capacidad de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas?, ¿o el de una persona fanática que confía todo a un líder, que le hace creer que debe rendirle pleitesía por “permitir” que el sol salga por el horizonte cada 24 horas?

Y es que de verdad, son verdaderos esfuerzos los que tengo que hacer para no perder mi capacidad de asombro cada vez que leo los mensajes que este grupo fanático de sobrecargos deja en las redes sociales de Ricardo Del Valle. Hasta hace un tiempo me divertía y los tomaba a la ligera, llegando incluso a ignorarlos. Pero como dije renglones arriba, el horno no está para bollos, y las autoridades sanitarias encargadas del personal aeronáutico deben poner especial cuidado en este tema, considerando la “nueva normalidad”, porque se está poniendo en riesgo a los usuarios con personas sumamente inestables, que no sabemos cuándo “perderán la cordura”, si alguien “osa” hablar mal de su líder.

Las pruebas pululan en los muros de Facebook. Han llevado el fanatismo y el culto al líder a niveles insospechados; pareciera que entre ellos hay un afán por ver quién utiliza más epítetos, flores y zalamerías. Es una verdadera competencia por encontrar al agremiado que haga el comentario más largo y profundo.

Y no termina todo con las palabras de un post de red social, no. El pasado 15 de febrero mencioné en esta columna cómo algunos han mandado imprimir mantas de apoyo y las han colgado afuera de sus casas, para mostrar la lealtad al líder, y del modus operandi de estos compañeros. Eso fue un botón de muestra, pero hay más. Insisto, la Agencia Federal de Aviación Civil (hoy AFAC, antes DGAC), debe tomar cartas en el asunto, desde el punto de vista de la salud mental de los tripulantes, pues el nivel de culto que le profesan a su líder, casi a niveles teocráticos, rebasan por mucho los límites sanos de unidad sindical, solidaridad laboral, fraternidad gremial o lucha conjunta en favor de los intereses de todos los trabajadores. Lo que podemos ver es un discurso subyacente, aceptado como dogma, de que el representante sindical debe ser adorado en todo momento, y que los sacrificios que él llegue a pedir deben realizarse sin analizar o sin pensar en las consecuencias que conlleve en su propia salud mental, ni a su dignidad como persona.

La gran mayoría de los miembros de este grupo de culto al Secretario General, son evidentemente los de su primer círculo en el Sindicato. Con ello genera la expectativa medieval de que si alabas al señor feudal, las probabilidades de llegar a ser parte de “la corte” son más grandes. Y así, los que ya están dentro, como si fueran evangelizadores, se dan a la tarea de azuzar al resto de compañeros a realizar comentarios y poner “likes”, porque de no hacerlo, serás perseguido y no te dejarán en paz, hasta conseguirlo.

Si estuviéramos hablando de una logia, una cofradía, una hermandad, una comunidad religiosa, o incluso de un club de precios, esta estructura piramidal no me causaría conflicto alguno, pero me lo causa, y de muy grave manera porque se trata de una asociación de trabajadores que por definición fue constituida para la defensa y promoción de los intereses profesionales, económicos y sociales de los sobrecargos.

Lo siento, pero me pone mal ver que este fenómeno fanático lo que está logrando es generar un pésimo y cada vez más decadente clima laboral, como si a la industria le hiciera falta. No puedo pasar por alto esta variante de “terrorismo sindical”, que mina la salud mental del resto de los tripulantes, que se sienten observados en todo momento, no sólo a bordo del avión, no solo en el horario laboral, ahora también en su vida virtual, perdiendo con ello su privacidad, y su libertad de expresar lo que de verdad piensan sobre el sindicato y su líder.

Platicando con grupos de sobrecargos de otras empresas que no forman parte de ASSA de México, y ven las capturas de pantalla que me llegan, siempre les llama la atención esta especie de “nado sincronizado” que sucede cuando el líder sube un comentario, y en cascada empiezan a llegar los comentarios a favor del Secretario General, sobre todo de los sobrecargos que volaban en Mexicana de Aviación y hoy son parte de Aeroméxico, que se vuelcan a compartir en sus muros personales el “post” del líder, y lo acompañan con comentarios que salen de su ronco pecho, o de textos que ya tiene preparados, porque siempre tienen el mismo corte: gracias por “regresarles sus alas”; y casi nunca, o muy poco, agradecen a la empresa, Aeroméxico, que es la que en realidad los acogió, aunque en un pauperizado Contrato B, como documenté en esta columna el pasado 22 de marzo.


Recapitulo para cerrar. Afirmo que la gran mayoría de los tripulantes de Aeroméxico, gozan de una muy buena salud mental, y hacen bien su trabajo, cuando no los ponen a rotar. Pero también sostengo que dentro de casa tienen un grupo de desequilibrados que generan un pésimo ambiente laboral, que nada ayuda ni a la empresa, ni a los sobrecargos, ni a la industria. Todo lo contrario, son uno de los peores ingredientes para el panorama que tenemos en las manos. ¿Cómo va a reaccionar este grupo de fanáticos cuando la realidad alcance a su gurú, y vean que por más loas, reverencias y sacrificios que hagan en su honor, los estragos de la pandemia y muchas malas decisiones son imparables?, ¿habrán pensado ya en la remota posibilidad de que su líder los deje colgados de la brocha? Ya veremos.

Ximena Garmendia
 17 de mayo 2020

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10 mayo 2020

Una visita al MRO



Una visita al MRO

Recién ingresé a las filas de Mexicana de Aviación, durante la capacitación nos dieron una visita al Taller de Mantenimiento, mejor conocido como Mexicana MRO.



Entrar a ese lugar fue un sueño; sus grandes dimensiones, poder subir a un avión y correr por el pasillo como niña con juguete nuevo y ver todas las áreas del taller donde arreglan los motores, donde los pintan, donde “los visten”.

Recuerdo que nos tocó visitar varios equipos, pues en aquel tiempo la empresa manejaba varios… cuatro para ser exactos, desde el Fokker 100, o mejor conocido como el “avión de Barbie”; un sólido B727/200, así como un A320, un avión del cual yo quedaría profundamente enamorada; su ancho pasillo contrastaba con el angosto 757 que previamente habíamos visitado.



Subir y bajar de los aviones no fue todo, ese día también recorrimos la base de mantenimiento hasta llegar a los almacenes, lugar mágico, místico y misterioso donde te entregaban tu uniforme, con el que te sentías como la última Coca Cola del desierto.

Pero no estamos aquí para hablar de mis memorias, sino para recordar la historia de la joya de la corona de Mexicana de Aviación, la base de mantenimiento, el MRO, el taller de mantenimiento más grande de Latinoamérica y que en últimas fechas, algunos reporteros han tenido a bien decir que está viviendo estertores de muerte, lo cual es más falso que una moneda de 3 pesos. Vamos a ese viaje en el tiempo y conozcamos la historia de este importante lugar para la aviación.

Corre el año de 1979, principio de mes de enero cuando se inaugura la base de mantenimiento, la que desde ese momento fue y es, la más grande de Latinoamérica, con una capacidad para albergar tres aviones B727 así como B747 y DC10-15. Con una plataforma para 22 aviones, edificios administrativos, talleres y servicios complementarios.



Desde entonces y hasta hoy brinda servicios especializados de mantenimiento y pintura de aeronaves de diversas aerolíneas y empresas, certificada ante los constructores Airbus, Boeing y Fokker, al igual que ante la EASA, DGAC y la FAA.



El pasado 3 de junio de 2019 fue reconocida como entidad evaluadora y certificadora, status que la incluye en la red del Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (CONOCER) del gobierno mexicano, en el marco de una ceremonia dentro de sus instalaciones en la que el director general de Mexicana MRO Services, Jesús Navarro Parada, destacó "han sido muchos meses de preparación para alcanzar esta certificación que se suma a otras 18 que hemos obtenido por parte de diferentes autoridades aeronáuticas al rededor del mundo. Como el principal taller de mantenimiento aeronáutico del país, nos mantenemos a la vanguardia…” dijo en entrevista con la revista “Vuela”.

Y con todas estas credenciales, hay algunos interesados en ver caer a este taller de mantenimiento. Pero se equivocan en sus análisis apocalípticos; se trata del lugar donde se le brinda mantenimiento tanto a aerolíneas del país como extranjeras; en el caso de las aerolíneas nacionales encabeza la lista Aeroméxico, seguida de Volaris, Interjet, entre otras.


Columna vertebral del MRO son sus mecánicos, que sobresalen por su magnífica capacitación, y además son muy codiciados en otros países por su gran trabajo y profesionalismo. Tan es así, que empresas extranjeras vienen a nuestro país para que los mecánicos arreglen sus aviones, porque saben que decir MRO es significado de altos estándares de calidad.


Es por ello que cuando Grupo Mexicana de Aviación entró a concurso mercantil, la base de mantenimiento fue la única empresa que no lo hizo, ya que nunca dejó de trabajar, a diferencia de la aerolínea troncal y sus filiales que fueron bajadas de vuelo.


Todos quieren sacar una tajada de ese gran pastel que significa la base de mantenimiento. Queda claro que hay intereses oscuros que se apresuran a darle los santo óleos, a pesar de que no hay otro taller de mantenimiento que esté a la altura del MRO.

Sin duda lo hacen con la intención de hacerle creer a la gente, al público en general, que es una empresa de poco valor, para que cuando se venda por tres pesos, la gente no se asombre, ya que desde antes se insertó la idea de que era una compañía que no valía la pena.

Ahí está la perversidad; de hecho el pasado 4 de mayo, Darío Celis en su columna de El Financiero asegura “El MRO de Mexicana se enfila por esa ruta de quiebra”. Y no es cosa menor, pues existe un “fideicomiso” con el cual se busca liquidar a los aún trabajadores de Mexicana de Aviación y empresas filiales que acompañan.

Con esto finalizo; hay muchos actores que se frotan las manos con el MRO, como dije, la joya de la corona. Saben de su importancia, pero trabajan con ahínco para darla por muerta, pero es todo lo contrario. Después de la pandemia, el taller de mantenimiento cobrará mayor relevancia y eso, estimados lectores, ustedes y yo lo veremos.

Ximena Garmendia
 10 de mayo 2020

Felicidades a todas las mamás del medio aeronáutico, sabemos el sacrificio que es el compaginar una gran pasión como lo es el volar y el tener una familia a su cargo, hay mucho por hacer.

Gracias a Museo Mexicana de Aviación por la fotografías.

03 mayo 2020

¿Recortes en Aeroméxico?



¿Recortes en Aeroméxico?

Antes de comenzar debo hacer una advertencia: el propósito de esta columna es diferente a las antes publicadas; no se trata de documentar hechos fehacientes, con pruebas y datos duros, ni con citas textuales o entrevistas, no. En la columna de esta semana haré el ejercicio de “futurear”, y los invito a que me acompañen e imaginemos qué va a suceder en un futuro, no muy lejano, con los sobrecargos que hoy laboran para la empresa del Caballero Águila, o sea Aeroméxico.



Y es que acabamos de conmemorar el 1° de mayo, Día Internacional de los Trabajadores; de manera inevitable las preguntas surgen en mi mente: ¿hasta qué extremos es éticamente válido mantener las fuentes de empleo? Muchas veces hemos escuchado que “en la guerra y en el amor, todo se vale”, pero ¿pasa lo mismo con el trabajo? De un modo “romántico” vemos que la preservación de éste debe darse “sí o sí”, porque ningún sacrificio es suficientemente grande como para perderlo. Tener un empleo se agradece. ¿No creen?

La literatura otorga, y el internet las recoge, frases como “Al fin y al cabo, el trabajo es el mejor medio de pasar la vida sin ser visto” de Gustave Flaubert, o alguna otra como “El mejor remedio contra todos los males es el trabajo” de Charles Baudelaire, y con ellas como ciclorama, procedo a sacar mi turbante y mi bola de cristal, para conjurar algunos espíritus del más allá, y con su ayuda, develarles a mis queridos lectores lo que avizoran mis ojos en el futuro.

Observo una mesa de comedor, veo sobre ella una computadora portátil, una taza de café y varias hojas desordenadas. Escucho pasos lentos que se acercan y distingo a un hombre de mediana edad, corpulento, de tez muy blanca, cabello corto, vestido de pantalón de mezclilla y camisa azul a cuadros. Él toma el respaldo de la silla frente a la computadora y parsimoniosamente la saca del lugar para poder sentarse; coloca los codos sobre la mesa y le es inevitable tocarse la cabeza con algo de ansiedad; está nervioso, dentro de 5 minutos tendrá una conferencia con el director de la empresa. Ha puesto a trabajar a todos los representantes sindicales en una propuesta temeraria. Con ella se está jugando el todo por el todo; los latidos de su corazón le impiden escuchar algo más, da un fuerte suspiro y ordena las hojas que tiene frente a él. La hora ha llegado.

R: “Buenos días Doctor, ¿cómo está?”

C: “Bien, en lo que cabe. Dime ¿de qué tema quieres hablar?, sabes que estamos muy ocupados con el tema de la pandemia y no tengo mucho tiempo para atenderte.”

R: “No le quito más de cinco minutos Doctor, yo creo que esta propuesta nos puede ayudar mucho a ambas partes, y podemos salir ganando”

C: “Está bien, a ver, te escucho”

R: “Como usted y yo sabemos, para este mes tendremos rotando al 75% de la planta de sobrecargos, sin embargo, la gente comienza a desesperarse y yo he salido a dar entrevistas a los medios, asegurando que no se va a recortar ninguna fuente de empleo”

C: “Sí, vi la entrevista que diste y la verdad, eso nos está metiendo mucha presión al interior de la empresa. Tú mejor que nadie sabes que está sobrada la planta de sobrecargos, y que varias veces te hemos pedido que recortemos plazas, pero hemos mantenido a la gente por tu lealtad para con nosotros. Los ahorros que se generan con el contrato B es lo que nos está permitiendo ir saliendo de esta apremiante situación.”

R: “Lo sé, y por ello siempre le estaré agradecido, Doctor. Ahora lo que le quiero proponer es lo siguiente: con la finalidad de no perder ni una sola fuente de empleo, el único requisito es que todos los sobrecargos laboren dentro del contrato B. Con ello damos por finiquitado el contrato A, y muchos terminarán renunciando, pero no habrá ningún sobrecargo corrido por la empresa. Con esta propuesta matamos dos pájaros de un tiro, por un lado adelgazamos más la nómina, y por el otro la empresa y el sindicato quedamos como héroes ante todos” (suda un poco y busca un pañuelo para retirar las perlas de sudor que se han formado en su frente, mientras se produce un silencio incómodo).

C: “A ver mano, barajeámela más despacio ¿otra vez, cuál es tu propuesta?”

R: “Sí Doctor, con mucho gusto; la idea es que los sobrecargos que al día de hoy están dentro del contrato A, por necesidad de la empresa y en aras de salvaguardar las fuentes de empleo, pasen al contrato B”.

C: “¿Me estas proponiendo que usemos la pandemia para desaparecer de facto el contrato A?”

R: “Así es, efectivamente, esa es la propuesta, que se use el tema de la pandemia como excusa y con ello logramos la desaparición del contrato A, y si acepta, además del contrato B podemos negociar y ceder algunas cláusulas más; la finalidad es que mi gente se sienta agradecida por mantener su fuente de ingreso”.

C: “¡Vaya, me sorprendes mano!, jamás creí que pudieras ser tan inteligente. Oye, el comentario es en buena lid. Mira mano, viendo fríamente tu propuesta, pues no me desagrada; con esto nos ahorramos una lana y como bien dices, que vivan eternamente agradecidos por tener chamba.”

R: “¿Entonces tengo luz verde para ir preparando el terreno, Doctor?”

C: “Voy a pasar tu propuesta con los demás miembros, pero sí, comienza a aceitar la maquinaria. Aprovechemos la coyuntura y… ¡te volaste la barda mano!, en verdad, muy chingona tu propuesta.”

R: “Muchas gracias Doctor, me alegra mucho oír que le gusta; no se preocupe, pongo a mi gente a hacer la talacha y verá que como los toreros, vamos a salir de esta pandemia en hombros; muchas gracias de nuevo Doctor, fue un placer hablar con usted, hasta luego.”

Se escucha como un zumbido el sonido de la computadora portátil indicando que la videollamada ha concluido. Nuestro personaje toma un sorbo a su café, ya frío, y al separar los labios de la taza esboza una sonrisa de triunfador; sonríe y su corazón sigue palpitando fuerte, pero ahora menos acelerado. Lo ha logrado, ya sólo es esperar a que se concrete, pero es sólo un paso.

Junta sus manos y apoya su barbilla, mientras la sonrisa permanece en su rostro, “un gran triunfo”, piensa. Ni tardo ni perezoso, mediante un grupo de WhatsApp manda el mensaje: “apúrense a sacar el rumor de los recortes, ¡es para hoy! urge presionar a la base de sobrecargos”.

Deja el aparato telefónico sobre la mesa y en su mente recapitula lo recién acontecido; lanza un suspiro aún más grande y comienza a ordenar de nuevo las hojas que tiene al frente, ahí está plasmado paso por paso el plan para lograr que los sobrecargos se sientan agradecidos de por vida, por no haber perdido su empleo a pesar de inusitada pandemia del Covid19. Antes de que se levante la cuarentena hay que dar algunos pasos.

En sus notas está trazado. Primero soltarán el rumor de que derivado de la crisis, la empresa está buscando recortar la planta de sobrecargos, y que a pesar de los esfuerzos de la planta como la rotación, no ha sido posible salir a flote. La empresa saldrá a los medios a declarar el recorte de algunas plazas, y de inmediato el Secretario General de la ASSA, o sea él mismo, saldrá a rebatir lo dicho por la aerolínea y pronunciará un enérgico “ni un paso atrás compañeros, nadie perderá su fuente de empleo”.  Nota: entran aplausos y vítores.

Está previsto en el guion un cierto jaloneo entre empresa y sindicato y se convocará a Asamblea física y virtual para dar a conocer la situación por la cual atraviesa Aeroméxico. En ella el líder saldrá a decir que la única manera de preservar el empleo de todos es que los sobrecargos que se encuentran en el contrato A pasen al B. La gente, previamente amenazada por la representación sindical, votará a favor de propuesta.

Una vez que la asamblea lo “apruebe”, el orquestador saldrá a los medios junto con el director de la empresa a señalar el gran sacrificio que se ha hecho, pero que el fruto de ello es mantener todas y cada una de las fuentes de trabajo, que evitó un recorte mayúsculo y que la negociación deja muy satisfechas a todas las partes involucradas.

Los medios de comunicación deberán resaltar el gran “esfuerzo” y dirán que el Sindicato de Sobrecargos es un ejemplo a seguir. Una neblina espesa aparece dentro de mi bola de cristal, y todo se vuelve difuso.

De vuelta a la realidad, quiero decirles que lo que acaban de leer es una de las posibles cartas que podrían jugarse en el futuro inmediato por parte de la empresa en colusión con el sindicato que nos representa. Evidentemente NO ES la que yo deseo, ni lo que creo que debe suceder. Es obvio que lo último que quiero es que siga la pauperización de la profesión de sobrecargo. Los que me conocen saben que nunca he dudado en denunciar los actos tendientes a que no se valore el trabajo de un asistente de vuelo, ni ha habido censura que tolere cuando no existe la dignidad y el respeto que nuestra labor merece, aunque eso traiga aparejada una carretillada de insultos e injurias a mi persona.

Y es precisamente por eso que, en el marco del Día del Trabajo, quiero dejar muy claro que nuestro gremio no debe sentirse apocado o pusilánime. En el caso concreto de los compañeros de Aeroméxico, no deben comprar como una verdad absoluta el discurso de que están obligados a aceptar “cualquier sacrificio” a cambio de conservar la fuente de empleo.  Por supuesto que hay palabras que no quisiéramos escuchar: recortes, quiebras, concursos mercantiles, reajustes, crisis, etc. Pero hay palabras menos feas que hacen más daño: estatutos violados, canonjías para los cuates, opacidad en el manejo de los recursos humanos, corrupción sindical, alianzas perversas que solo favorecen a la empresa y dejan de lado a los trabajadores, jornadas extenuantes, inexistencia de un salario remunerador, pérdida de derechos laborales, y un lamentablemente largo etcétera.

Compañeros, ustedes no necesitan una bola de cristal, ni pitonisas para definir su futuro. Tienen a la mano ejemplos de personas valiosas que se han reinventado, y aunque siguen amando la aviación, hoy se dedican a otra cosa. Existen también aquellos que están defendiendo sus derechos laborales en los tribunales y no han pensado ni un momento en dejarse pisotear. El eco de inconformidad dentro de la ASSA es cada vez más fuerte e imposible de ocultarlo con loas y zalamerías.

Hay muchas cosas que se pueden y se deben hacer, pero definitivamente no es opción agachar la cabeza y aceptarlo todo sin chistar, solo porque nos dicen que es la única forma de “tener trabajo”.   

Ximena Garmendia
 3 de mayo 2020