Bilateral aéreo, listo…
La aviación ha experimentado un proceso de modernización en todos los órdenes que, según la propia autoridad, constituyó a 2015 como el tercer año consecutivo con un máximo histórico en materia de transportación.
13 de Abril de 2016
De no ocurrir nada extraordinario, de último momento que lo impida, el pleno senatorial deberá aprobar en las próximas semanas —“antes de concluir el actual periodo ordinario” se entiende— un nuevo convenio bilateral en materia de transportación aérea entre México y Estados Unidos que, luego de muchas consultas y “jaloneos” de diversa índole, suscribieron originalmente ambos gobiernos, en Washington, el pasado 18 de diciembre.
El dictamen respectivo, elaborado por las comisiones unidas de Relaciones Exteriores para América del Norte y de Comunicaciones y Transportes que lideran la priista
Marcela Guerra y los panistas Gabriela Cuevas y Javier Lozano, respectivamente, ya está listo y, a decir de quienes más conocen sobre el particular, cuenta con el consenso suficiente para salir airoso en su evaluación, debate y votación por parte del pleno de la Cámara alta.
Marcela Guerra y los panistas Gabriela Cuevas y Javier Lozano, respectivamente, ya está listo y, a decir de quienes más conocen sobre el particular, cuenta con el consenso suficiente para salir airoso en su evaluación, debate y votación por parte del pleno de la Cámara alta.
Y esto, en virtud de que, como el mismo dictamen apunta, el nuevo Acuerdo —que sustituiría al actual, que data de 1960— además de actualizar la normatividad respectiva, asume el compromiso de fomentar y facilitar un sistema de aviación internacional basado en la competencia en el mercado entre líneas aéreas, amén de garantizar el más alto grado de seguridad y protección en el transporte aéreo (binacional), reafirmando “su profunda preocupación por los actos o amenazas contra la seguridad de las aeronaves, que comprometen la seguridad de las personas o la propiedad”, perjudican las operaciones y debilitan la confianza del público en la aviación civil.
Ello, se entiende, además de brindar a las aerolíneas —“las nacionales y las estadunidenses en igualdad de condiciones”, obvio— la posibilidad de ofrecer al público viajero y el servicio de carga, una mayor variedad de opciones, tarifas innovadoras y competitivas y, más importante aún, calidad que, con frecuencia, constituye un punto de crítica a la operación de empresas participantes en este singular mercado.
Al margen de otras consideraciones, lo cierto es que, en los tres últimos años, la aviación ha experimentado un singular proceso de adecuación y/o modernización en todos los órdenes que, según la propia autoridad, constituyó a 2015 como el tercer año consecutivo con un máximo histórico en materia de transportación de pasajes y carga, con crecimientos anuales de 12.3% y 6.1%, respectivamente, además de incrementar su oferta de asientos y de unidades aéreas.
En los tres últimos años pues, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el Producto Interno Bruto aéreo nacional creció 38% y la inversión pública y privada en la industria superó los 34 mil millones de pesos, lo que no es poco.