19 septiembre 2013

DE LA COLUMNA DE ROSARIO AVILÉS

  Opinión de
  (Rosario Avilés)


La aviación en tiempos de tormenta


Rosario Avilés | Opinión | Fecha: 2013-09-19 | Hora de creación: 21:25:37 | Ultima modificación: 04:29:15
Una de las primeras vocaciones del transporte aéreo fue la del rescate y el salvamento. De hecho, hay sitios en el mundo, pero sobretodo hay comunidades en este país, cuyo aislamiento hoy en día hacen indispensable contar con transporte aéreo aunque sea en una muy pequeña escala, para que los enfermos graves puedan ser trasladados a centros de salud o para que a las comunidades lleguen medicinas y alimentos.

En casos de desastres, tradicionalmente se cuenta con el apoyo de nuestras aerolíneas para los casos de contingencia. Así ha ocurrido en los huracanes y ciclones que suelen azotar nuestras costas y otras plazas,  y para cuyos efectos no tenemos aún un programa nacional que verdaderamente se enfoque en la prevención de los efectos devastadores de los desastres naturales.

No obstante, la conjunción de las tormentas Ingrid y Manuel y en especial la fuerza con que este último fenómeno entró en el estado de Guerrero durante los días de celebración de las fiestas patrias, desnudó el hecho de que este tipo de eventos nos está rebasando y que durante años hemos abusado de la capacidad de carga del territorio sin llevar a cabo las obras de mitigación o compensación que eviten que los ríos y las lagunas se desborden y se lleven consigo personas y bienes.

Esta vez, le ha tocado el turno a Acapulco que se ha llevado la peor parte de la historia. Destaca el hecho de que el aeropuerto Juan N. Álvarez, de 60 años de vida, ha sufrido el más grande desastre de su historia y tras haber sido cerrado el lunes 16, ha permanecido a medio uso desde entonces, entre otras cosas porque no hay corriente eléctrica y la torre de control sólo está operando en las horas de luz natural.

Es evidente que en los últimos años dejamos de hacer cosas importantes en materia de infraestructura. No sólo no se modernizaron ni se construyeron muchas obras, sino que se perdieron protocolos importantes como las reuniones periódicas de los comités de seguridad aeroportuaria, la coordinación con las áreas de protección civil y la continua actualización de elementos para enfrentar estos fenómenos naturales de forma expedita y coordinada.

En el caso de Acapulco, es obvio que la emergencia rebasó con mucho a las autoridades del puerto. Después de la tormenta, la ciudad quedó incomunicada por aire, mar y tierra, con extensas zonas inundadas, colonias enteras sin luz y con los celulares fuera de servicio. Se calculaba que había 40 mil turistas atrapados que recién el martes empezaron a trasladarse por aire a cuentagotas, pues ese día salieron apenas 1,500 pasajeros.

Aeroméxico, Aeromar e Interjet realizaron poco más de media docena de vuelos entre el aeropuerto comercial y la ciudad de México.  La fuerza aérea y la Policía Federal Preventiva utilizaron la base aérea (antiguo aeropuerto de Acapulco) de Pie de la Cuesta para trasladar paseantes varados en el puerto.

El primer día, martes, lograron salir vía aérea 1500 turistas. El segundo día Aeroméxico anunció 22 vuelos y lo asientos adicionales se otorgaron a título gratuito como muestra de solidaridad. Interjet no se quedó atrás y anunció vuelos gratis para todo turista que deseara regresar.

No obstante, el número de turistas varados es muy grande para ser trasladados todos vía aérea, además de que el paso desde la ciudad y el aeropuerto es muy complicado.

Por fortuna, se dice, la autopista o la carretera federal estarán transitables desde el sábado próximo, pero el auxilio que la vía aérea le presta a las comunidades en situaciones como ésta es invaluable porque el traslado de víveres y medicinas hacia la zona siniestrada, así como el transporte  urgente de enfermos y discapacitados hacia el Distrito Federal es algo que no podría haberse hecho por tierra.

Es lamentable que esta nueva desgracia se abata sobre Acapulco, ciudad que ha sufrido por muchísimas razones y que hace años que acusa el deterioro que ni el gobierno ni los empresarios ni la sociedad civil han logrado revertir.

Por ejemplo, hablando del Aeropuerto Juan N. Álvarez, esta terminal aérea ha ido perdiendo paulatinamente importancia, pues mientras en el año 2000 operó poco más de un millón pasajeros, en el 2012 apenas rebasó el medio millón y esto es particularmente grave en el caso de los pasajeros internacionales, ya que en 2000 había casi500 mil pasajeros provenientes del extranjero y a fines del 2012 apenas llegaron 60 mil.

Es claro que hay un trabajo que no se ha hecho y que si hoy Acapulco está en la mira, no es menos grave lo que ha ocurrido en otras poblaciones. Incluso, el aeropuerto de Manzanillo también suspendió operaciones como consecuencia de la tormenta.

No cabe duda que contar con aerolíneas nacionales representa un importante apoyo al país en estos casos.  De hecho, un problema que viene aparejado con los esquemas de cielos abiertos indiscriminados en ciertos países, es que a la hora de los desastres naturales no hay aerolíneas locales que soporten las labores de ayuda humanitaria o de traslado de víctimas y damnificados. Y esto, sin duda, es una riqueza que no podemos perder. Para pérdidas, en especial en el sector aéreo, ya hemos tenido demasiadas.

Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores  su patrimonio.
raviles_2@prodigy.net.mx