08 mayo 2013

DEL CORREO DEL BLOG

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A días de que la juez del Concurso Mercantil del Nuevo Grupo Aeronáutico tome acciones, que pueden ir desde la quiebra de Click, su reactivación vía el fondeo de un inversionista potencial o la reinstalación del cómputo de Mexicana para iniciar su liquidación, vale la pena
contar esta historia.

Le aclaro que cuando la empezamos a esbozar en este espacio el 25 de abril, recibimos una reacción de la SCT, de Gerardo Ruiz Esparza, negando la información, postura que se prometió recibir por escrito. La precisión nunca llegó. Pero sí un día después una de Carlos Autrey.
Autrey, actor relevante de esta trama, estableció en su misiva lo siguiente, en relación a una reunión que sostuvo con el secretario y que consignamos aquí: “El titular de la SCT nos escuchó y luego nos brindó la información suficiente sobre las condiciones para operar la aerolínea”.
“Con toda la información que se nos proporcionó, reconocimos que no tenemos la posibilidad real de operar el relanzamiento de Mexicana de Aviación”.
Este fue el colofón de un intento fallido de rescate de la aerolínea, proceso que como le informé ese 25 de abril inició en diciembre durante una reunión que su hermano Xavier Autrey sostuvo con Luis Miranda, flamante subsecretario de Gobierno de la Secretaría de Gobernación.
Los motivos del encuentro fueron otros, pero casi al final de la charla el hombre de mayores confianzas del presidente Enrique Peña Nieto preguntó a su interlocutor por qué no estudiaba la posibilidad de rescatar Mexicana. Miranda se ofreció interceder al más alto nivel.
Autrey se entusiasmó y tan formal quedó el asunto que en la primera reunión de gabinete, el 4 de enero, el tema se abordó y le pidieron a los potenciales inversionistas un plan de negocios. Se instruyó a Ruiz Esparza darle seguimiento y se reunieron con él hacia el 14 de enero.
El secretario los recibió y ofreció todo el apoyo, no sin antes preguntar si había dinero de por medio. Los Autrey no dudaron y aseguraron que tenían las fuentes para obtener inicialmente 120 millones de dólares. Entonces se dio luz verde al proyecto de reflotamiento.
El plan de negocios que en teoría fue avalado contemplaba la solicitud a Nacional Financiera, que dirige Jacques Rogozinski, de un par de créditos blandos por un total de dos mil 170 millones de pesos a un plazo de cinco años con dos de gracia y a una tasa de siete por ciento.
El primero, de 970 millones de pesos, serviría para hacer el primer pago en efectivo de adeudos a los ocho mil trabajadores, bajo el esquema acordado con los sindicatos en el gobierno de Felipe Calderón y que suscribió el entonces secretario del Trabajo, Javier Lozano.
El otro crédito de mil 200 millones de pesos se llevaba al pago de los acreedores conforme al Convenio Concursal del conciliador Gerardo Badín. Se insiste en que no se pidió un rescate financiero, sino créditos que se pagarían en siete años y tan así se entendió que se apoyó.
En paralelo, los Autrey amarraron sus 120 millones de dólares líquidos para aplicarlos inmediatamente como capital de trabajo. Unos 50 millones de dólares venían del fondo Magnetar de Chicago, 30 millones de los Autrey y otros 40 millones de inversionistas nacionales.
También había un acuerdo en principio con AAR, proveedor líder de partes y componentes para la industria aeronáutica. Esta firma, también del estado de Illinois, que además posee varias bases de mantenimiento, estaba dispuesta a tomar participación en la nueva empresa.
Las deudas con ASA y el aeropuerto del DF, que dirigen en cada caso Gilberto López Meyer y Alfonso Sarabia, los pagarían directamente los inversionistas también a un plazo de cinco años. El pasivo estimado en esta parte asciende a 350 millones
de pesos.
Con Banorte, que dirige Alejandro Valenzuela, también se platicó y la institución estaba dispuesta a apoyar a cambio de 4% de las acciones de NGA. A Bancomext, de Enrique de la Madrid, se le pagaba con la renta de sus nueve aviones.
Todo iba viento en popa. La palabra empeñada de Peña Nieto de apoyar el regreso de Mexicana tomaba forma. Pero en la tercera semana de febrero todo cambió súbitamente. Ruiz Esparza mandó llamar a los Autrey y les dijo que era imposible el relanzamiento de la aerolínea.
La reunión se dio unos días después de otra en la que el funcionario dio audiencia a Eduardo Tricio y Valentín Díez Morodo. Los socios de Aeroméxico estaban informando que adquirían un 20.3% que Banamex-Citi tenía en esa empresa dirigida por Andrés Conesa.
Los malos dicen que sólo dos cosas pidieron estos hombres de negocio al gobierno entrante para llevar a buen puerto sus planes con Aeroméxico: no a los cielos abiertos y no a que Mexicana
pudiera regresar.