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Mexicana: último volado
Por Alberto Barranco
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EMPRESA
Descartada la posibilidad de que la juez del concurso mercantil de
Mexicana de Aviación, Edith Alarcón, abra un nuevo paréntesis en la
espera de 33 meses, y lejana la posibilidad de un nuevo postor al
rescate, la gran incógnita es qué paso sigue tras la declaración de
quiebra de la línea aérea.
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En la alternativa se habla del surgimiento, tras un borrón y cuenta
nueva, de una nueva empresa operada por los trabajadores, que
conservaría la marca y se apuntalaría con los talleres de mantenimiento
de la compañía.
El capital de trabajo serían los 265 millones de
dólares que integraban el fondo laboral al momento en que la empresa
salió de las pistas.
Mexicana II en la perspectiva.
Sin embargo,
del dicho al hecho tendría que entablarse un litigio con la firma
Tenedora K, propiedad del fondo estadounidense de inversión Advent,
quien mantiene en su poder las acciones de la compañía y se considera
con ello dueño de la marca.
A ésta, es decir los derechos de su uso
en caso de surgir una línea aérea que la codicie, la pelea también el
Banco Mercantil del Norte (Banorte) el principal acreedor de la firma
aérea, a quien le debe mil 500 millones de pesos.
En paralelo, la
propia Tenedora K, quien le pagó mil pesos al anterior socio mayoritario
de Mexicana, Gastón Azcárraga Andrade, por los papeles, está en la
pelea por los talleres de la firma, el único negocio en marcha, a cambio
de los 15 millones de dólares que pide por éstos… por más que las
certificaciones con que cuenta valen al menos cinco veces más.
Y si
le seguimos, la posibilidad de recuperar el fondo laboral implicaría
abrir las denuncias contra el expresidente del Grupo Posadas, que
durante dos años han sido congeladas por la Procuraduría General de la
República.
Gastón Azcárraga Andrade, quien salió de los reflectores
tras el escándalo, llevó a la extinción del dinero que protegería a los
trabajadores en caso de quiebra, en un escenario en que revolvió las
aguas con la creación del Nuevo Grupo Aeronáutico en que se desligaba a
las filiales Click y Link.
El acumulado dejó de fondearse desde que
la empresa aérea, la asumió por deudas de sus anteriores propietarios,
la controladora Cintra, que agrupaba también a Aeroméxico.
El recurso se utilizó como capital de trabajo, lo que constituye un fraude.
Por lo pronto, existe la promesa de la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes de que esta mañana se detalle el plan alterno para apoyar a
los ocho mil 500 trabajadores de Mexicana de Aviación en caso de
quiebra.
El compromiso se pactó la semana pasada, tras una reunión
con el titular de la dependencia, Gerardo Ruíz Esparza, y los dirigentes
de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación, al día siguiente
en que ésta había desahuciado a la compañía.
Y por lo pronto,
también, hoy vence el plazo a otorgado por la juez al conciliador y
administrador de la línea aérea, Gerardo Badín, para que rinda cuentas
sobre la situación de ésta de cara a los casi tres años en concurso
mercantil.
La exigencia habla también de entregar el plan de
reestructura de la deuda, es decir las acuerdos finales con los
acreedores en el hipotético de que la empresa regresara a las pistas, lo
que abrió la esperanza de que la togada tuviera un as bajo la manga, o
de que finalmente se autorizara el proyecto de rescate planteado por el
empresario minero Iván Barona.
Lo cierto es que de decretarse la
quiebra saldrán chispas. El Banco Nacional de Comercio Exterior exigirá
la entrega de los nueve aviones que pignoró la empresa por un préstamo
de 980 millones de pesos; el fisco reclamaría su tajada; los acreedores
pelearían que el total de activos, incluyendo la marca, se vayan a la
masa crítica.
La pinza está cerrándose.