2012-12-18|
Hora de creación: 21:52:52 | Ultima modificación: 00:34:59
El pasado domingo 9 de diciembre se registró en nuestro país un nuevo
accidente de aviación. En esta ocasión se trató de la vida de una del espectáculo, querida en México y en los
Unidos, todo un emblema de la música de
que los paisanos inmigrantes tenían como
ejemplo de vida por haber comenzado desde abajo y triunfado gracias a su
esfuerzo y dedicación.
Este nuevo suceso viene a adicionarse a la secuela
que dejaron los muchos años de abandono en el aéreo nacional. Y es que, aunque aún es muy
para determinar las probables causas del
accidente y aún los factores que pudieron contribuir a ello, sí hay indicios que
nos muestran que como país estamos pagando costos muy altos por no atender las
prioridades del sector aéreo nacional.
Pero vayamos por partes. Antes
siquiera de mencionar datos, conviene recordar que la investigación de
accidentes en aviación es un proceso sumamente meticuloso que tarda meses —a
veces años— debido al cuidado con el que se realizan las indagaciones, el cotejo
de datos y simulaciones, del entorno, historial del aparato,
revisión de los últimos momentos del , etcétera.
La idea no es culpar a
nadie, sino determinar los factores que contribuyeron al accidente para evitar
que algo similar se repita en el futuro y una de las formas de lograrlo es
compartir públicamente todos los datos y las recomendaciones, que a veces
involucran a la aviación global. Ésta es una de las razones por las cuales el
aéreo es el medio de transporte más y justo, por ese rigor es que la
investigación tarda tanto, por lo que es seguro que no tendremos noticias
ciertas hasta pasados varios meses.
En ese sentido, las noticias o
comentarios sobre el hecho deben ser muy cuidadosos y no adelantar vísperas. Sin
embargo, hay algunos detalles que vale la pena ponderar para sentar algunos
principios y para alertar, en lo posible, a las nuevas autoridades respecto al
grave reto que enfrentan.
En primera instancia, nada ni nadie puede poner
en duda la honorabilidad y profesionalismo del comandante de la aeronave, Lear
Jet LR 25, matrícula N3445MC, el capitán Miguel Pérez Soto. Con 23 mil horas de
vuelo, 10 mil de ellas en el equipo Lear Jet del cual era asesor instructor, y
con un inmenso reconocimiento por parte de los fabricantes de dicho aparato, el
capi Pérez Soto cumplía escrupulosamente con sus adiestramientos, exámenes
médicos y apego a manuales, así como con las regulaciones FAR (Federal Aviation
Regulation de EU).
Los pocos datos que se tienen en este momento indican
que la aeronave sufrió una súbita caída (desde 28,800 pies hasta 8,000 en menos
de 10 segundos), lo cual implicaría una pérdida de control por la probable merma
de un cable o de un ala, si es que ésta se quemó al perder
combustible.
Esto ya se verá en el curso de la investigación, pero en
todo caso esto se relaciona con los antecedentes de la empresa dueña del
aparato, Starwood Management, que, según informes de la Agencia Federal de
Aviación de los Estados Unidos (FAA), había ya tenido problemas por falsificar
bitácoras, certificados de mantenimiento, de aptitud y otros registros de otras
aeronaves de su propiedad.
Esto se aúna a la práctica de las autoridades
mexicanas que en años recientes permitían la internación de aeronaves de
matrícula norteamericana, pero que utilizaban el permiso de internamiento
(temporal) para cubrir rutas regulares o hacer servicios de taxi aéreo, como fue
el caso en este accidente donde fallecieron Jenny Rivera, la llamada Diva de la
Banda y sus cercanos colaboradores.
Según ha trascendido, en el proyecto
de presupuesto para el 2013 que analizan los legisladores, el transporte aéreo
vuelve a ser uno de los patitos feos, que alcanza apenas presupuesto para
paliar las secuelas del abandono en que estuvo por dos sexenios la Dirección
General de Aeronáutica Civil, y tal vez un poco mejor, para Servicios a la
Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam).
Sabemos que hay muchas
carencias en diversos órdenes de la administración pública federal y en los
estados, pero es cierto que la falta de recursos y de atención que ha sufrido el
sector transporte aéreo ha causado que la inseguridad sea una mala marca de la
aviación mexicana actual, a pesar del prestigio que llegó a tener en décadas
pasadas.
El cielo ya no puede esperar, ojalá que así lo comprendan
quienes tienen en sus manos la grave responsabilidad de gestionarlo y quienes
son responsables de asignar el presupuesto. Este deterioro amenaza a muchos y,
lo peor, es que casi resulta una ruleta rusa. Ojalá que no haya más pérdidas
humanas que lamentar