2012-10-09 | Hora de creación: 21:57:35 |
Ultima modificación: 00:55:02
Con
roja se van tachando los días que le faltan a este gobierno para que
termine de irse. Faltan escasos 50 días, pero los actuales funcionarios
tienen todavía la peregrina
de que podrán arreglar en este mínimo lapso lo que no lograron ni
siquiera comprender en los últimos 6 años. Por ello, tal vez, le juraron
al de transición que antes del 1 de diciembre se arreglará el conflicto de Mexicana de Aviación.
Digamos que, de querer de verdad, tal vez podrían avanzar
significativamente en este empeño. Por ejemplo, dejándose de historias y
dándole el Certificado de Operador Aéreo (AOC) a Mexicana de Aviación,
ya que este documento se requiere para tener una base mínima de certeza
de que esta
volará, suficiente para que quien tenga unos dólares (los que sean) los
pueda depositar en el fideicomiso que para el efecto se estableció.
Esta figura del Fideicomiso, lo deberían saber nuestros funcionarios
que estudiaron en el extranjero, no es común y menos para este
de inversiones. Los mexicanos desconfiamos tanto unos de otros (adivine
usted por qué) que los fideicomisos se hacen para garantizar que el
dinero que se deposite ahí se destine al efecto objetivo de ese
instrumento. Y eso implica que los
se quedan –de alguna manera- “congelados” hasta que se defina la
situación y se inicien operaciones, por eso se requiere un mínimo de que, en este caso, es el .
Cualquier inversionista va a requerir esta garantía, sobre todo
conociendo a este gobierno y cómo se las gastan a la hora de imponer sus
criterios. Ya existe el antecedente de Aviacsa, que pese a cumplir con
todos los requerimientos —incluido el AOC— fue impedida de iniciar
operaciones por un funcionario de cuarta. Tomando en cuenta que la
inquina que han mostrado los funcionarios de este gobierno contra
Mexicana es más acendrado, no se puede esperar un mejor trato.
Sin embargo, es curioso cómo la oficina del subsecretario Duarte y de
su subalterno, el abogado que despacha en DGAC, se niega por todos los
medios a otorgar el AOC, pese a que la propia juez del caso (que ellos
mismos se empeñaron en cambiar) lo ha solicitado directamente.
Actúan, inexplicablemente, como si el AOC fuera “la joyita de la
corona” (el Top Capi, la tiara de esmeraldas, etc.). Como si no
dependiera del Estado mexicano esta autorización y como si los supuestos
beneficiarios fueran a salir corriendo con el oficio en la mano para
esconderlo, revenderlo o usarlo como lo que no es.
No se han enterado de que el Estado es soberano y tiene la
responsabilidad de que el servicio público concesionado se otorgue. Por
eso es que en esas dependencias se necesitan profesionales que sepan de
administración pública y entiendan lo que es el Estado. De otra suerte
nos encontramos frente a este tipo de inexplicables actitudes.
Y es que una cosa lleva a la otra: como el transporte aéreo mexicano se
encuentra empantanado en la grave situación a la que la ha llevado la
actual administración, para tratar de paliar el desaguisado se han
cometido errores de primaria que tienen al sector en un grave limbo
jurídico.
Por la negligencia y desconocimiento con que se ha actuado, la SCT y
sus dependencias son las responsables de que Mexicana no vuele y por lo
tanto, de que las rutas y slots de esta aerolínea estén en la
congeladora, en el limbo jurídico que está provocando el uso irregular
de frecuencias, rutas y slots.
Este uso irregular está siendo permitido (y promovido o solapado,
ustedes escojan), por las mismas autoridades, además de que, al margen y
a espaldas del Senado de la República, la propia Dirección General de
Aeronáutica Civil ha estado firmando convenios extrabilaterales con
terceros países, para otorgar rutas y designaciones a empresas
distintas. Aún más: acaba de otorgar séptima libertad a las cargueras
estadunidenses para que transporten mercancías desde cualquier lugar del
mundo a México y viceversa.
Eso sí es grave porque los convenios bilaterales están regidos por
nuestra legislación y afincados en nuestra Constitución y en el derecho
internacional. El cielo mexicano es de las pocas riquezas que tenemos,
eso sí lo podemos catalogar como “Joyita de la Corona”. Lo menos que
debería hacer el gobierno es consultar al Congreso y obtener algo para
México a cambio de otorgar este tipo de concesiones. Ya Santa Anna
entregó la mitad del territorio, ¿acaso la administración panista
pretende escribir la segunda parte de ese drama histórico?