¿Quién pagará los platos rotos?
Rosario Avilés | Opinión 2012-03-06 | Hora de creación: 23:19:21| Ultima modificación: 01:09:46
Como en la vieja canción de Roberto Cantoral, el reloj sigue marcando las horas y el tic-tac nos recuerda que la hora del final del sexenio se acerca. El recuento de los daños no es poca cosa: un sistema de tránsito aéreo que requiere terapia intensiva; una dirección de Aeronáutica Civil —hasta el momento acéfala porque son muchos los llamados y muy pocos los valientes que se animan a tomar el relevo de la undécima hora— y donde lo menos difícil es el atraso de 30 años que tiene en casi todos sus rubros; una normatividad que nadie cumple; un sistema de certificaciones obsoleto e inoperante.
Una autoridad disminuida que no logra ganarse la legitimidad porque mantiene discursos encontrados; grupos aeroportuarios que no toman en serio las regulaciones; la moral de los agentes del sector, en el suelo; la prepotencia de los pocos “ganones”, a todo lo que da; la capacitación y la tecnología, olvidadas y en un rincón; falta de presupuesto; y un largo etcétera que serviría para llenar el expediente más negro de la historia.
El problema es que las autoridades siguen despachando desde sus oficinas como si todo esto no sucediera en la vida real. La tónica del sexenio pareciera ser gobernar a base de discursos; hacer como que todo está resuelto porque “ya lo declararon”.
Así, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México hay apagones y carencias que debieran provocar una auditoría en serio. Pero sus directivos, en lugar de abocarse a resolver estas graves anomalías, están más ocupados en impedir que las aerolíneas que tienen problemas económicos retomen el vuelo.
En el organismo Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam) la situación es crítica. Su director Ever Molina –el que entró al quite cuando Agustín Arellano tuvo que salir una vez que la degradación a Categoría 2 de la FAA dejó claro que lo de Mouriño tenía algunas consecuencias— parece vivir en un limbo de indefinición.
Mientras esto sucede, Rodolfo Olivares, director general adjunto de tránsito aéreo, ejerce de titular. Se quejan algunos de sus subalternos de hostigamiento laboral, de la falta de capacitación, del exceso de horas extras y para nadie es un secreto que la cantidad de incidentes se ha multiplicado sin que exista la menor preocupación por este hecho. Más bien, después de los incidentes siguen las represalias. Mal negocio.
Lo que suceda en este sistema es responsabilidad de quienes no han atendido los muchos reclamos, es decir, el titular de la SCT y sus subalternos. No digan que nadie lo advirtió pues ahí están las cartas de trabajadores y de empresas que no han dejado de señalar las fallas. ¡Y vaya que ya se han causado estragos suficientes!, ¿no es más que mucho la vida de dos secretarios de Gobernación y de varios funcionarios de esa dependencia?, ¿qué más se necesita?
Y al tiempo que se ejerce un doble discurso en el caso de Mexicana, los problemas en el Grupo Aeroportuario del Pacífico rebasan a las autoridades. Es curioso cómo existen estas dobles medidas sin que nadie siquiera se ruborice.
Lo cierto es que hay un gran desconocimiento de la ley en la materia. Según esto, la SCT ha “hecho todo lo posible” porque vuele Mexicana. Teniendo a la mano la manera más segura de hacerlo –la requisa— SCT cerró los ojos; permitió que Tenedora K bajara de vuelo a Mexicana y se empeñó en que PC Capital fuera la nueva concesionaria cuando ni siquiera tenían dinero disponible. Y ahora quiere hacernos creer que es muy cuidadosa para vigilar el “estricto cumplimiento de la ley”. Ya lo dijo Juárez: “A los amigos justicia y gracia (para dejarlos impunes como al dueño de Posadas) y a los enemigos, la ley”.
Todos estos platos rotos son pequeños granitos de arena que se van juntando. Parecieran insignificantes, pero a la hora del recuento de los votos pueden tener impacto y, en ese caso, no faltará quien le busque sus errores a esta administración. ¿Cómo saldrán del atolladero?, ¿quién pagará por ello? Ya veremos.
Lo oí en 123.45: Son tan pocas las instituciones democráticas en este país que cuando una organización como el sindicato de pilotos tiene elecciones y ejerce su vida democrática –tal como lo ha hecho desde hace 54 años— nadie lo puede creer. A ese sindicalismo democrático este gobierno le ha hecho la guerra porque no lo conoce ni lo entiende. Eso es parte del saldo rojo y de los platos quebrados
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2012-03-06 | Hora de creación: 23:19:21| Ultima modificación: 01:09:46
Como en la vieja canción de Roberto Cantoral, el reloj sigue marcando las horas y el tic-tac nos recuerda que la hora del final del sexenio se acerca. El recuento de los daños no es poca cosa: un sistema de tránsito aéreo que requiere terapia intensiva; una dirección de Aeronáutica Civil —hasta el momento acéfala porque son muchos los llamados y muy pocos los valientes que se animan a tomar el relevo de la undécima hora— y donde lo menos difícil es el atraso de 30 años que tiene en casi todos sus rubros; una normatividad que nadie cumple; un sistema de certificaciones obsoleto e inoperante.
Una autoridad disminuida que no logra ganarse la legitimidad porque mantiene discursos encontrados; grupos aeroportuarios que no toman en serio las regulaciones; la moral de los agentes del sector, en el suelo; la prepotencia de los pocos “ganones”, a todo lo que da; la capacitación y la tecnología, olvidadas y en un rincón; falta de presupuesto; y un largo etcétera que serviría para llenar el expediente más negro de la historia.
El problema es que las autoridades siguen despachando desde sus oficinas como si todo esto no sucediera en la vida real. La tónica del sexenio pareciera ser gobernar a base de discursos; hacer como que todo está resuelto porque “ya lo declararon”.
Así, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México hay apagones y carencias que debieran provocar una auditoría en serio. Pero sus directivos, en lugar de abocarse a resolver estas graves anomalías, están más ocupados en impedir que las aerolíneas que tienen problemas económicos retomen el vuelo.
En el organismo Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam) la situación es crítica. Su director Ever Molina –el que entró al quite cuando Agustín Arellano tuvo que salir una vez que la degradación a Categoría 2 de la FAA dejó claro que lo de Mouriño tenía algunas consecuencias— parece vivir en un limbo de indefinición.
Mientras esto sucede, Rodolfo Olivares, director general adjunto de tránsito aéreo, ejerce de titular. Se quejan algunos de sus subalternos de hostigamiento laboral, de la falta de capacitación, del exceso de horas extras y para nadie es un secreto que la cantidad de incidentes se ha multiplicado sin que exista la menor preocupación por este hecho. Más bien, después de los incidentes siguen las represalias. Mal negocio.
Lo que suceda en este sistema es responsabilidad de quienes no han atendido los muchos reclamos, es decir, el titular de la SCT y sus subalternos. No digan que nadie lo advirtió pues ahí están las cartas de trabajadores y de empresas que no han dejado de señalar las fallas. ¡Y vaya que ya se han causado estragos suficientes!, ¿no es más que mucho la vida de dos secretarios de Gobernación y de varios funcionarios de esa dependencia?, ¿qué más se necesita?
Y al tiempo que se ejerce un doble discurso en el caso de Mexicana, los problemas en el Grupo Aeroportuario del Pacífico rebasan a las autoridades. Es curioso cómo existen estas dobles medidas sin que nadie siquiera se ruborice.
Lo cierto es que hay un gran desconocimiento de la ley en la materia. Según esto, la SCT ha “hecho todo lo posible” porque vuele Mexicana. Teniendo a la mano la manera más segura de hacerlo –la requisa— SCT cerró los ojos; permitió que Tenedora K bajara de vuelo a Mexicana y se empeñó en que PC Capital fuera la nueva concesionaria cuando ni siquiera tenían dinero disponible. Y ahora quiere hacernos creer que es muy cuidadosa para vigilar el “estricto cumplimiento de la ley”. Ya lo dijo Juárez: “A los amigos justicia y gracia (para dejarlos impunes como al dueño de Posadas) y a los enemigos, la ley”.
Todos estos platos rotos son pequeños granitos de arena que se van juntando. Parecieran insignificantes, pero a la hora del recuento de los votos pueden tener impacto y, en ese caso, no faltará quien le busque sus errores a esta administración. ¿Cómo saldrán del atolladero?, ¿quién pagará por ello? Ya veremos.
Lo oí en 123.45: Son tan pocas las instituciones democráticas en este país que cuando una organización como el sindicato de pilotos tiene elecciones y ejerce su vida democrática –tal como lo ha hecho desde hace 54 años— nadie lo puede creer. A ese sindicalismo democrático este gobierno le ha hecho la guerra porque no lo conoce ni lo entiende. Eso es parte del saldo rojo y de los platos quebrados
raviles_2@prodigy.net.mx