El gran enemigo de México
Rosario Avilés | Opinión 2011-06-07 | Hora de creación: 22:40:08| Ultima modificación: 01:10:44
Contrario a lo que piensan muchos ciudadanos (y a lo que repiten muchos políticos en diversos ámbitos), el gran enemigo de México no es la delincuencia organizada, ni el narcotráfico, ni la pobreza, ni la improvisación de los gobiernos. Todos estos males existen y son muy malos, pero ninguno es tan letal como la impunidad.
En la cultura del “dame chance” cada mexicano se siente “especial”. Si se trata de competencia, claro: que exista la competencia en todo, menos en el ámbito propio. Si se trata de pagar recargos por morosidad, que todos paguen, pero que “a los cuates nos den chance”.
Peor aún: si se trata de apoyar a las empresas, que el gobierno subsidie a las empresas propias, pero que no destine recursos públicos para apoyar a los competidores, ¡faltaba más!
En el caso de Mexicana, muchos —sobre todo las nuevas aerolíneas que ni sembraron ni trabajaron las rutas y los mercados que ahora ya se disputan— se rasgan las vestiduras y proclaman a los cuatro vientos que basta de rescates.
Eso sí, esconden el hecho de que ellas mismas han sido beneficiarias de los dineros públicos, pues como usuarios del aeropuerto de Toluca se beneficiaron de los más de 200 millones de dólares que el gobierno inyectó para dejarla en posibilidades de operar, además del subsidio para que las tarifas fueran mucho más bajas que las de otros aeropuertos.
Además de la poca memoria que, en general, se tiene para estos temas, uno de los graves problemas es que las reglas no son ni claras ni explícitas. En otras palabras, “el que tiene más saliva (o más cercanía con el poder) come más pinole”.
Ante el hecho incuestionable de que hay muchas empresas que han recibido dinero público para que inicien operaciones o para que continúen prestando sus servicios —desde la armadora FIAT que desde luego tiene acceso a más padrinos que ninguna empresa mexicana, hasta la financiera Su Casita—, lo único que atinan a decir los funcionarios públicos cuando se solicita el mismo tratamiento para Mexicana de Aviación es “no”. ¿Por qué?, porque no. Y aléguenle al árbitro.
El descaro es tal, que valdría la pena preguntarles a quién están beneficiando y en perjuicio de quiénes. Y, sobre todo, por qué fue posible llegar a esta situación de inviabilidad sin que los responsables estén siendo procesados por ello.
Y aquí es donde llegamos a la médula de nuestros problemas. Los responsables de este quebranto no aparecen por ningún lado. Son como el “error de diciembre (se llama error y se apellida diciembre)”, y nombres como Gastón Azcárraga, Ángel Losada, Juan Gallardo, Juan Molinar Horcasitas, Humberto Treviño, Héctor González, Manuel Borja Chico y Félix Sánchez, simplemente, son soslayados y de forma eufemística se alude a ellos como los ex.
Y todavía están los aún vigentes, como Javier Lozano, quien en referencia a los sucesos de la mina en Coahuila dice que “los responsables” están tras las rejas… ¿y los responsables del quebranto de Mexicana, señor Lozano?
La falta de credibilidad de éste y otros gobiernos es tal que, ante una acción que en otro contexto sería muy aplaudida, como la detención de un ciudadano cualquiera a quien se le pruebe acopio de armas de uso exclusivo del Ejército, no suscrita simpatía, sino suspicacia.
Como en el caso de La Quina, la lectura de la aprehensión de Hank Rhon es política y se sabe muy bien que no implica una rectificación del rumbo de la complicidad oficial, sino de una jugada que nadie sabe a dónde podrá llegar. Cosas buenas que parecen malas, como dirían las abuelitas. Y las consecuencias, como en el caso del petrolero, no serán la limpieza de sus respectivos ámbitos, sino la sustitución de unos por otros.
En ese sentido, este gobierno es como todos aquellos que criticaron los panistas de antaño. La diferencia es que antes había un partido con cierta autoridad moral que los criticaba. Hoy el espejo se ha roto.
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2011-06-07 | Hora de creación: 22:40:08| Ultima modificación: 01:10:44
Contrario a lo que piensan muchos ciudadanos (y a lo que repiten muchos políticos en diversos ámbitos), el gran enemigo de México no es la delincuencia organizada, ni el narcotráfico, ni la pobreza, ni la improvisación de los gobiernos. Todos estos males existen y son muy malos, pero ninguno es tan letal como la impunidad.
En la cultura del “dame chance” cada mexicano se siente “especial”. Si se trata de competencia, claro: que exista la competencia en todo, menos en el ámbito propio. Si se trata de pagar recargos por morosidad, que todos paguen, pero que “a los cuates nos den chance”.
Peor aún: si se trata de apoyar a las empresas, que el gobierno subsidie a las empresas propias, pero que no destine recursos públicos para apoyar a los competidores, ¡faltaba más!
En el caso de Mexicana, muchos —sobre todo las nuevas aerolíneas que ni sembraron ni trabajaron las rutas y los mercados que ahora ya se disputan— se rasgan las vestiduras y proclaman a los cuatro vientos que basta de rescates.
Eso sí, esconden el hecho de que ellas mismas han sido beneficiarias de los dineros públicos, pues como usuarios del aeropuerto de Toluca se beneficiaron de los más de 200 millones de dólares que el gobierno inyectó para dejarla en posibilidades de operar, además del subsidio para que las tarifas fueran mucho más bajas que las de otros aeropuertos.
Además de la poca memoria que, en general, se tiene para estos temas, uno de los graves problemas es que las reglas no son ni claras ni explícitas. En otras palabras, “el que tiene más saliva (o más cercanía con el poder) come más pinole”.
Ante el hecho incuestionable de que hay muchas empresas que han recibido dinero público para que inicien operaciones o para que continúen prestando sus servicios —desde la armadora FIAT que desde luego tiene acceso a más padrinos que ninguna empresa mexicana, hasta la financiera Su Casita—, lo único que atinan a decir los funcionarios públicos cuando se solicita el mismo tratamiento para Mexicana de Aviación es “no”. ¿Por qué?, porque no. Y aléguenle al árbitro.
El descaro es tal, que valdría la pena preguntarles a quién están beneficiando y en perjuicio de quiénes. Y, sobre todo, por qué fue posible llegar a esta situación de inviabilidad sin que los responsables estén siendo procesados por ello.
Y aquí es donde llegamos a la médula de nuestros problemas. Los responsables de este quebranto no aparecen por ningún lado. Son como el “error de diciembre (se llama error y se apellida diciembre)”, y nombres como Gastón Azcárraga, Ángel Losada, Juan Gallardo, Juan Molinar Horcasitas, Humberto Treviño, Héctor González, Manuel Borja Chico y Félix Sánchez, simplemente, son soslayados y de forma eufemística se alude a ellos como los ex.
Y todavía están los aún vigentes, como Javier Lozano, quien en referencia a los sucesos de la mina en Coahuila dice que “los responsables” están tras las rejas… ¿y los responsables del quebranto de Mexicana, señor Lozano?
La falta de credibilidad de éste y otros gobiernos es tal que, ante una acción que en otro contexto sería muy aplaudida, como la detención de un ciudadano cualquiera a quien se le pruebe acopio de armas de uso exclusivo del Ejército, no suscrita simpatía, sino suspicacia.
Como en el caso de La Quina, la lectura de la aprehensión de Hank Rhon es política y se sabe muy bien que no implica una rectificación del rumbo de la complicidad oficial, sino de una jugada que nadie sabe a dónde podrá llegar. Cosas buenas que parecen malas, como dirían las abuelitas. Y las consecuencias, como en el caso del petrolero, no serán la limpieza de sus respectivos ámbitos, sino la sustitución de unos por otros.
En ese sentido, este gobierno es como todos aquellos que criticaron los panistas de antaño. La diferencia es que antes había un partido con cierta autoridad moral que los criticaba. Hoy el espejo se ha roto.
raviles_2@prodigy.net.mx