La esquizofrenia azul
Rosario Avilés | Opinión 2011-03-29
Qué lástima que en el Censo General de Población y Vivienda no se incluya a la aviación mexicana! Si así fuera, podríamos tener —quizás— alguna esperanza de que “con datos objetivos” se puedan planear y mejorar las políticas públicas, según dijo el Presidente de la República el día de ayer cuando se presentaron los datos del Censo organizado por el INEGI.
No sólo eso: también dijo que la información que se obtuvo en este ejercicio será una herramienta indispensable para que los tres niveles de gobierno y los legisladores revisen las políticas públicas “y refrendar y repetir aquello que se hace bien, así como corregir aquello que se tenga que corregir”.
Qué lástima, pues, que la aviación se quede fuera, una vez más, de las políticas públicas y que la falta de transparencia en la información impida que se sepa qué es lo que ha ocurrido y qué se está cocinando en los despachos públicos en el tema de Mexicana de Aviación.
De otra suerte —demos crédito a lo que dice la máxima autoridad ejecutiva—, podríamos aspirar a que se corrijan todas aquellas cosas que se han hecho mal en el tema de transporte aéreo y a que nunca se vuelvan a repetir los errores, omisiones, metidas de pata, connivencias y un largo etcétera que dieron al traste con la viabilidad de la aerolínea más antigua del país.
El dictador José Stalin solía decir que “un muerto es una tragedia, un millón de muertos es una estadística”. Para los números de población y de empleo, la pérdida del empleo de un funcionario o de un directivo podría ser una tragedia, pero que ocho mil trabajadores de Mexicana se queden sin empleo y que esto afecte a 30 mil familias más, parece una estadística que se pierde en el océano azul del empobrecimiento general de nuestro México.
A la par de este autismo que lleva a las autoridades a declarar cosas que, si leyeran realmente qué significan los harían sonrojarse de vergüenza por la evidente incoherencia entre el decir y el hacer, ahora estamos frente a otro acontecimiento que refrenda esta impresión: la reforma laboral.
Presentada por un priismo extrañamente abascalizado, la propuesta de reforma laboral se presenta con el supuesto afán de “modernizar” las relaciones entre el trabajo y el capital.
Se ve que en este país nadie conoce la historia. La falta de contratos, de seguridad en el empleo, de jornadas razonables y de seguridad social no es un proyecto de futuro, es un regreso al siglo XIX.
Disfrazada de “flexibilidad” la indefensión en el trabajo no apunta a ofrecer mejores salarios, sino a omitir las responsabilidades de los empleadores. Y en el rubro del transporte aéreo la situación es todavía peor.
Se supone que el modelo del siglo XXI es la economía del conocimiento. Esto implica que el talento, la preparación técnica especializada, la experiencia en materias tecnológicas y la continua actualización de conocimientos, son los elementos clave de las industrias modernas.
En esa lógica, los sindicatos al viejo estilo, corporativistas y carentes de procesos democráticos, transparencia y rendición de cuentas, no son la opción más indicada para apoyar a las industrias punta.
Las organizaciones gremiales, que tienden a la especialización y a la acumulación de conocimiento en permanente actualización, y que además cuenten con estructuras democráticas y que rinden cuentas (eso sí es moderno), serían una opción de futuro para unos empresarios que tuvieran la suficiente capacidad para competir.
Pero como de lo que se trata es de “parecer” y no de “ser”, la propuesta laboral ha recibido el “placet” de la administración panista, a pesar de que se pretende desaparecer a los sindicatos gremiales para favorecer a los de industria. Después de 60 años de criticar esas prácticas, parece que el panismo tiró la toalla, ¿qué no leerán su propia historia?
Lo oí en 123.45: Por cierto: si algún grupo de profesionales tiene la capacidad de sacar adelante una aerolínea, es precisamente el que tiene alta especialización. Revisen la historia de las aerolíneas y lo comprobarán
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2011-03-29
Qué lástima que en el Censo General de Población y Vivienda no se incluya a la aviación mexicana! Si así fuera, podríamos tener —quizás— alguna esperanza de que “con datos objetivos” se puedan planear y mejorar las políticas públicas, según dijo el Presidente de la República el día de ayer cuando se presentaron los datos del Censo organizado por el INEGI.
No sólo eso: también dijo que la información que se obtuvo en este ejercicio será una herramienta indispensable para que los tres niveles de gobierno y los legisladores revisen las políticas públicas “y refrendar y repetir aquello que se hace bien, así como corregir aquello que se tenga que corregir”.
Qué lástima, pues, que la aviación se quede fuera, una vez más, de las políticas públicas y que la falta de transparencia en la información impida que se sepa qué es lo que ha ocurrido y qué se está cocinando en los despachos públicos en el tema de Mexicana de Aviación.
De otra suerte —demos crédito a lo que dice la máxima autoridad ejecutiva—, podríamos aspirar a que se corrijan todas aquellas cosas que se han hecho mal en el tema de transporte aéreo y a que nunca se vuelvan a repetir los errores, omisiones, metidas de pata, connivencias y un largo etcétera que dieron al traste con la viabilidad de la aerolínea más antigua del país.
El dictador José Stalin solía decir que “un muerto es una tragedia, un millón de muertos es una estadística”. Para los números de población y de empleo, la pérdida del empleo de un funcionario o de un directivo podría ser una tragedia, pero que ocho mil trabajadores de Mexicana se queden sin empleo y que esto afecte a 30 mil familias más, parece una estadística que se pierde en el océano azul del empobrecimiento general de nuestro México.
A la par de este autismo que lleva a las autoridades a declarar cosas que, si leyeran realmente qué significan los harían sonrojarse de vergüenza por la evidente incoherencia entre el decir y el hacer, ahora estamos frente a otro acontecimiento que refrenda esta impresión: la reforma laboral.
Presentada por un priismo extrañamente abascalizado, la propuesta de reforma laboral se presenta con el supuesto afán de “modernizar” las relaciones entre el trabajo y el capital.
Se ve que en este país nadie conoce la historia. La falta de contratos, de seguridad en el empleo, de jornadas razonables y de seguridad social no es un proyecto de futuro, es un regreso al siglo XIX.
Disfrazada de “flexibilidad” la indefensión en el trabajo no apunta a ofrecer mejores salarios, sino a omitir las responsabilidades de los empleadores. Y en el rubro del transporte aéreo la situación es todavía peor.
Se supone que el modelo del siglo XXI es la economía del conocimiento. Esto implica que el talento, la preparación técnica especializada, la experiencia en materias tecnológicas y la continua actualización de conocimientos, son los elementos clave de las industrias modernas.
En esa lógica, los sindicatos al viejo estilo, corporativistas y carentes de procesos democráticos, transparencia y rendición de cuentas, no son la opción más indicada para apoyar a las industrias punta.
Las organizaciones gremiales, que tienden a la especialización y a la acumulación de conocimiento en permanente actualización, y que además cuenten con estructuras democráticas y que rinden cuentas (eso sí es moderno), serían una opción de futuro para unos empresarios que tuvieran la suficiente capacidad para competir.
Pero como de lo que se trata es de “parecer” y no de “ser”, la propuesta laboral ha recibido el “placet” de la administración panista, a pesar de que se pretende desaparecer a los sindicatos gremiales para favorecer a los de industria. Después de 60 años de criticar esas prácticas, parece que el panismo tiró la toalla, ¿qué no leerán su propia historia?
Lo oí en 123.45: Por cierto: si algún grupo de profesionales tiene la capacidad de sacar adelante una aerolínea, es precisamente el que tiene alta especialización. Revisen la historia de las aerolíneas y lo comprobarán
raviles_2@prodigy.net.mx
