11/11/11
Rosario Avilés | Opinión 2011-02-22 | Hora de creación: 00:02:25| Ultima modificación: 01:02:23
Como si se tratara de una fecha fatal (estilo las cabalísticas profecías) el 11 de noviembre de este 2011, deberá estar listo el Sistema de Gestión de Riesgo (SMS por sus siglas en inglés) y que sea una realidad en todos los frentes del transporte aéreo nacional: aerolíneas, aeropuertos, control de tránsito aéreo, escuelas, etcétera.
Los sistemas de gestión del riesgo están basados en el factor más importante de la aviación: nada menos que el factor humano, ese elemento tan bocabajeado, despreciado y calumniado por quienes tendrían la obligación de velar porque se convirtiera en el eje fundamental que diera sustento al transporte aéreo nacional.
Los acontecimientos que vivimos durante el año de 2010 en el sector aéreo y que fueron la culminación de la desidia, ignorancia e impericia de los años recientes en esta materia nos muestran que todavía le falta muchísimo a este país para poder considerarse apto en materia de administración de factores humanos en la aviación.
El solo hecho de que hoy mismo estemos preguntándonos si habrá o no política de transporte aéreo, si las aerolíneas nacionales –con Mexicana y Aviacsa que están reingresando a un exhausto y empobrecido mercado- crecerán o sólo sobrevivirán lo que resta del sexenio y si habrá presupuesto suficiente para cubrir las plazas urgentes en Seneam, DGAC y otras dependencias son un pequeño reflejo de que todavía no hemos entendido en qué consiste el compromiso que asumimos para que se cumpla precisamente el 11 de noviembre próximo.
Y es que, a despecho de la idea desfasada de que los trabajadores de la aviación representan pasivos (pasivo laboral le dicen a la experiencia acumulada), lo cierto es que acumular conocimiento en este medio se ha convertido en la mejor manera de garantizar la seguridad de las operaciones, primer principio de la actividad aérea.
Después de años de experiencia y de investigación de operaciones aéreas, desarrollando procesos que se documentan y se repiten insistentemente mediante adiestramientos constantes, además de la muchísima información que se obtiene tanto de la investigación de accidentes, de los reportes de incidentes graves y no tan graves y de la práctica del manejo de recursos de cabina, se sabe que el factor humano es la parte más delicada y crucial en la operación aérea.
Este solo descubrimiento debería poner a pensar a los encargados de administrar el sector y a quienes deciden incursionar en el negocio del transporte aéreo. La experiencia, la aptitud y la actitud de quienes tienen a su cuidado las operaciones directamente, es decir, los profesionales de este negocio, deberían ser la principal preocupación de los administradores y de los inversionistas.
Y todo ello en nombre de quienes se cometen los más grandes errores y abusos de que hemos sido testigos en meses recientes, es decir, en nombre de los usuarios, los viajeros que con su consumo hacen posible que el negocio crezca y se desarrolle.
Pensar que lo único (o lo más) importante son los multicolores logotipos que vea en un aeropuerto es ignorar que la seguridad y la solidez del sector en su conjunto es lo que ha hecho posible que el transporte aéreo se convierta en opción.
El índice de 0.54 accidentes por cada millón de operaciones que hacen del transporte aéreo la actividad más segura del mundo (más seguro que bañarse en casa), no es algo que se haya logrado por casualidad. Pero empezar a socavar las bases mismas que lograron esta meta a partir de abandonar lo que le ha dado estructura sólida al esquema de operación implica no sólo desconocer las bases mismas del asunto, sino atentar contra esos mismos viajeros que en el futuro pagarán las consecuencias.
Esperemos que la primera tarea de las nuevas autoridades se enfoque precisamente a revaluar lo que no puede ser soslayado: o hay un real, objetivo, sustentable esfuerzo por recuperar lo perdido o la categoría 2 de Treviño nos seguirá persiguiendo como un fantasma hasta el infinito (y más allá).
Lo oí en 123.45: Ahora resulta que los “buenos” que quieren salvar a Mexicana son los que en el pasado se amafiaron para hacerla de esquiroles…”cosas veredes, Mío Cid” n
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión 2011-02-22 | Hora de creación: 00:02:25| Ultima modificación: 01:02:23
Como si se tratara de una fecha fatal (estilo las cabalísticas profecías) el 11 de noviembre de este 2011, deberá estar listo el Sistema de Gestión de Riesgo (SMS por sus siglas en inglés) y que sea una realidad en todos los frentes del transporte aéreo nacional: aerolíneas, aeropuertos, control de tránsito aéreo, escuelas, etcétera.
Los sistemas de gestión del riesgo están basados en el factor más importante de la aviación: nada menos que el factor humano, ese elemento tan bocabajeado, despreciado y calumniado por quienes tendrían la obligación de velar porque se convirtiera en el eje fundamental que diera sustento al transporte aéreo nacional.
Los acontecimientos que vivimos durante el año de 2010 en el sector aéreo y que fueron la culminación de la desidia, ignorancia e impericia de los años recientes en esta materia nos muestran que todavía le falta muchísimo a este país para poder considerarse apto en materia de administración de factores humanos en la aviación.
El solo hecho de que hoy mismo estemos preguntándonos si habrá o no política de transporte aéreo, si las aerolíneas nacionales –con Mexicana y Aviacsa que están reingresando a un exhausto y empobrecido mercado- crecerán o sólo sobrevivirán lo que resta del sexenio y si habrá presupuesto suficiente para cubrir las plazas urgentes en Seneam, DGAC y otras dependencias son un pequeño reflejo de que todavía no hemos entendido en qué consiste el compromiso que asumimos para que se cumpla precisamente el 11 de noviembre próximo.
Y es que, a despecho de la idea desfasada de que los trabajadores de la aviación representan pasivos (pasivo laboral le dicen a la experiencia acumulada), lo cierto es que acumular conocimiento en este medio se ha convertido en la mejor manera de garantizar la seguridad de las operaciones, primer principio de la actividad aérea.
Después de años de experiencia y de investigación de operaciones aéreas, desarrollando procesos que se documentan y se repiten insistentemente mediante adiestramientos constantes, además de la muchísima información que se obtiene tanto de la investigación de accidentes, de los reportes de incidentes graves y no tan graves y de la práctica del manejo de recursos de cabina, se sabe que el factor humano es la parte más delicada y crucial en la operación aérea.
Este solo descubrimiento debería poner a pensar a los encargados de administrar el sector y a quienes deciden incursionar en el negocio del transporte aéreo. La experiencia, la aptitud y la actitud de quienes tienen a su cuidado las operaciones directamente, es decir, los profesionales de este negocio, deberían ser la principal preocupación de los administradores y de los inversionistas.
Y todo ello en nombre de quienes se cometen los más grandes errores y abusos de que hemos sido testigos en meses recientes, es decir, en nombre de los usuarios, los viajeros que con su consumo hacen posible que el negocio crezca y se desarrolle.
Pensar que lo único (o lo más) importante son los multicolores logotipos que vea en un aeropuerto es ignorar que la seguridad y la solidez del sector en su conjunto es lo que ha hecho posible que el transporte aéreo se convierta en opción.
El índice de 0.54 accidentes por cada millón de operaciones que hacen del transporte aéreo la actividad más segura del mundo (más seguro que bañarse en casa), no es algo que se haya logrado por casualidad. Pero empezar a socavar las bases mismas que lograron esta meta a partir de abandonar lo que le ha dado estructura sólida al esquema de operación implica no sólo desconocer las bases mismas del asunto, sino atentar contra esos mismos viajeros que en el futuro pagarán las consecuencias.
Esperemos que la primera tarea de las nuevas autoridades se enfoque precisamente a revaluar lo que no puede ser soslayado: o hay un real, objetivo, sustentable esfuerzo por recuperar lo perdido o la categoría 2 de Treviño nos seguirá persiguiendo como un fantasma hasta el infinito (y más allá).
Lo oí en 123.45: Ahora resulta que los “buenos” que quieren salvar a Mexicana son los que en el pasado se amafiaron para hacerla de esquiroles…”cosas veredes, Mío Cid” n
raviles_2@prodigy.net.mx