Opinión de
Despegues y Aterrizajes(Rosario Avilés | )
Rumbo, altura y velocidad
Rosario Avilés | Opinión Martes 25 de Enero, 2011 | Hora de modificación: 02:08
Si no sabes a dónde vas, no importa qué rumbo lleves, como dice el dicho. Lo cierto es que para que un avión pueda volar eficientemente no sólo requiere rumbo, sino altura y velocidad. La aviación mexicana se encuentra hoy en un punto tal que requiere redefinir su estrategia y plantearse metas que le permitan transitar a un lugar que, al menos, la sitúen en niveles aceptables, en el rumbo correcto, con la velocidad adecuada y, desde luego, con una altura que le permita remontar la crisis en la que está empantanada desde hace años.
En ese sentido, es más urgente hoy que nunca replantearse el tema de la política de Estado y de largo plazo. Cada sexenio y cada cambio de secretario (que hoy en día es lo más frecuente), los actores de la industria se desgañitan pidiendo algo que en cualquier otro país sería tema de los gobernantes en un interés genuino por servir al pueblo que los eligió.
Como en México acostumbramos hacerlo al revés, hace al menos 4 sexenios que diversos actores, en particular los trabajadores profesionales de la aviación, han pedido que se realice este ejercicio democrático donde se defina el rumbo de la actividad de transporte aéreo, mientras que los sucesivos gobiernos le hacen al sordo o de plano no le entienden.
Desde hace años que se sabe que los principales generadores de divisas, el petróleo y las remesas, no pueden ser las únicas anclas a las que se adhiera el presupuesto y la viabilidad del país. El petróleo es un producto de cotización incierta donde México ya no juega en grandes ligas, además, la calidad de nuestros yacimientos y la cada vez más grande dificultad para encontrarlos y explotarlos ya dejó de ser la fuente más confiable.
Las remesas, por su parte, son también inciertas, tanto porque las crisis económicas hacen que nuestros paisanos que trabajan en el exterior sean los primeros en sufrir sus efectos, como porque los dólares así obtenidos suelen tomar rutas informales que pueden mezclarse con los ilegales y en cualquier caso esta no puede ser la opción de captación de divisas en un país serio.
De modo, pues, que actividades como el turismo y el comercio se han perfilado como las actividades que vienen en reemplazo de aquellas dos, pero con el problema de que deben ser apuntaladas con la infraestructura pertinente que les ayude a potenciarse.
El transporte aéreo no sólo se convertiría en una herramienta de competitividad, sino que se insertaría precisamente en aquellos segmentos que generan mayor valor agregado: el transporte de mercancías de alto valor agregado y el transporte de turistas extranjeros que, viajando en aerolíneas mexicanas, dejarían divisas al país.
Una ecuación tan simple le basta a países con mucha menos tradición aeronáutica que la nuestra para perfilar sus políticas de transporte aéreo. Y la ausencia de esa visión de largo plazo, de un rumbo cierto, de altura de miras, de velocidad en la toma de decisiones y en el impulso a nuestras aerolíneas nacionales ha logrado que la aviación mexicana esté hoy rezagada frente a un mundo donde antes solía ser vanguardia.
El saldo vergonzoso del 2010 en el rubro aéreo: la pérdida neta de valor que causó la suspensión de operaciones de Mexicana; la degradación a Categoría 2 de nuestra autoridad aeronáutica (remontada con trabajos y condicionada) por parte de la FAA de Estados Unidos; la burla de una consulta “popular” incompleta y errática para conformar una política aérea y, en fin, la falta de probidad y transparencia en el manejo de las concesiones son botones suficientes para que nos demos cuenta de que el rumbo es el desastre.
¿Podríamos esperar una corrección o al menos un viraje que haga prever mejores resultados? Aunque sólo sea para entregar mejores cuentas antes de las elecciones del 2012.
Lo oí en 123.45: ¿Para qué mandamos a la secretaria de Turismo a promover los destinos mexicanos a España y hacemos alianzas con Colombia, Chile y Perú para captar inversión turística asiática si aquí mismo no tenemos claridad de hacia dónde vamos? ¿O será que la nueva política es que decidan los demás países cuál será nuestro rumbo?
raviles_2@prodigy.net.mx
Despegues y Aterrizajes(Rosario Avilés | )
Rumbo, altura y velocidad
Rosario Avilés | Opinión Martes 25 de Enero, 2011 | Hora de modificación: 02:08
Si no sabes a dónde vas, no importa qué rumbo lleves, como dice el dicho. Lo cierto es que para que un avión pueda volar eficientemente no sólo requiere rumbo, sino altura y velocidad. La aviación mexicana se encuentra hoy en un punto tal que requiere redefinir su estrategia y plantearse metas que le permitan transitar a un lugar que, al menos, la sitúen en niveles aceptables, en el rumbo correcto, con la velocidad adecuada y, desde luego, con una altura que le permita remontar la crisis en la que está empantanada desde hace años.
En ese sentido, es más urgente hoy que nunca replantearse el tema de la política de Estado y de largo plazo. Cada sexenio y cada cambio de secretario (que hoy en día es lo más frecuente), los actores de la industria se desgañitan pidiendo algo que en cualquier otro país sería tema de los gobernantes en un interés genuino por servir al pueblo que los eligió.
Como en México acostumbramos hacerlo al revés, hace al menos 4 sexenios que diversos actores, en particular los trabajadores profesionales de la aviación, han pedido que se realice este ejercicio democrático donde se defina el rumbo de la actividad de transporte aéreo, mientras que los sucesivos gobiernos le hacen al sordo o de plano no le entienden.
Desde hace años que se sabe que los principales generadores de divisas, el petróleo y las remesas, no pueden ser las únicas anclas a las que se adhiera el presupuesto y la viabilidad del país. El petróleo es un producto de cotización incierta donde México ya no juega en grandes ligas, además, la calidad de nuestros yacimientos y la cada vez más grande dificultad para encontrarlos y explotarlos ya dejó de ser la fuente más confiable.
Las remesas, por su parte, son también inciertas, tanto porque las crisis económicas hacen que nuestros paisanos que trabajan en el exterior sean los primeros en sufrir sus efectos, como porque los dólares así obtenidos suelen tomar rutas informales que pueden mezclarse con los ilegales y en cualquier caso esta no puede ser la opción de captación de divisas en un país serio.
De modo, pues, que actividades como el turismo y el comercio se han perfilado como las actividades que vienen en reemplazo de aquellas dos, pero con el problema de que deben ser apuntaladas con la infraestructura pertinente que les ayude a potenciarse.
El transporte aéreo no sólo se convertiría en una herramienta de competitividad, sino que se insertaría precisamente en aquellos segmentos que generan mayor valor agregado: el transporte de mercancías de alto valor agregado y el transporte de turistas extranjeros que, viajando en aerolíneas mexicanas, dejarían divisas al país.
Una ecuación tan simple le basta a países con mucha menos tradición aeronáutica que la nuestra para perfilar sus políticas de transporte aéreo. Y la ausencia de esa visión de largo plazo, de un rumbo cierto, de altura de miras, de velocidad en la toma de decisiones y en el impulso a nuestras aerolíneas nacionales ha logrado que la aviación mexicana esté hoy rezagada frente a un mundo donde antes solía ser vanguardia.
El saldo vergonzoso del 2010 en el rubro aéreo: la pérdida neta de valor que causó la suspensión de operaciones de Mexicana; la degradación a Categoría 2 de nuestra autoridad aeronáutica (remontada con trabajos y condicionada) por parte de la FAA de Estados Unidos; la burla de una consulta “popular” incompleta y errática para conformar una política aérea y, en fin, la falta de probidad y transparencia en el manejo de las concesiones son botones suficientes para que nos demos cuenta de que el rumbo es el desastre.
¿Podríamos esperar una corrección o al menos un viraje que haga prever mejores resultados? Aunque sólo sea para entregar mejores cuentas antes de las elecciones del 2012.
Lo oí en 123.45: ¿Para qué mandamos a la secretaria de Turismo a promover los destinos mexicanos a España y hacemos alianzas con Colombia, Chile y Perú para captar inversión turística asiática si aquí mismo no tenemos claridad de hacia dónde vamos? ¿O será que la nueva política es que decidan los demás países cuál será nuestro rumbo?
raviles_2@prodigy.net.mx