19 octubre 2010

DE LA COLUMNA DE ROSARIO ÁVILES

Carta a Javier Christlieb
Rosario Avilés | Opinión    Martes 19 de Octubre, 2010 | Hora de creación: 01:40| Ultima modificación: 03:23



Querido Javier:

Hay pocos profesionales de la aviación tan experimentados y respetables (y respetados) como tú. Si te escribo esta carta tan abierta es porque creo que puedes jugar un papel constructivo y de solución real en el conflicto que enfrenta Mexicana de Aviación. Además, porque sé que tú —al igual que miles de trabajadores de Mexicana, de ésos que se han hecho a lo largo de décadas de entregar su vida y su talento a la Primera Línea Aérea de Latinoamérica— amas a tu empresa y has sido testigo de quiénes sí han trabajado a favor y quiénes en contra de ella.

Comprendo que es difícil tener la encomienda de administrar una compañía que ha sido depredada; que a pesar de su solidez, de su talante combativo de siempre y de la fuerza de su gente, está agotada y resiste cada día los embates de muchos funcionarios, empresarios y otros espontáneos que por buenas y malas razones desean destruir algo que ni comprenden ni han aquilatado con serenidad.

Tú y yo —y muchos— sabemos que Mexicana representa valor para el país. Que su riqueza es la acumulación de conocimiento y la reunión de talentos, cosa que se dice fácil pero que en este caso ha tardado 89 años en ser levantado y apenas 90 días para que unos ignorantes auguren, frotándose las manos, que ya no volverá a volar porque su riqueza esencial —su gente— “pesa demasiado”.

Simplemente habría que conocer su área de mantenimiento, tan prestigiada entre las compañías que operan los Airbuses en América Latina; sus departamentos de capacitación, donde hay experiencia en factores humanos, manejo de recursos de cabina, auditorías de seguridad, prevención de accidentes.

Cualquiera que conozca un poquito de Mexicana de Aviación sabe perfectamente que permitir que desaparezca es causar un grave daño a la aviación mexicana y a la economía del país, porque se está destruyendo valor, en lugar de preservarlo y hacerlo crecer.

El propio José Vasconcelos dijo de ella, en su día, que representaba una enorme riqueza nacional. Pero quienes ahora tienen la posibilidad de salvarla ni siquiera sabrían por qué, ni quién es José Vasconcelos (además de que hay una calle con su nombre) ni tan siquiera que si trabajaran verdaderamente por el país podrían hacer de Mexicana un puntal del desarrollo del turismo y el comercio, que con ella se mantendrían empleos de alta calidad y que no necesitaríamos que nuestros hombres mejor preparados se vayan del país a darle valor agregado a los países que sí creen en la especialización.

La solicitud para suspender la relación laboral y la circular donde se informa de ello, Javier, puede que sea algo que te hayan pedido quienes te nombraron administrador. Puede que te sientas comprometido por ese nombramiento, e incluso que pienses honestamente que el problema de la empresa es tan difícil y complicado que valdría más dar por terminado el asunto lo más pronto posible.

Pero yo te pido —y perdóname que lo haga de esta forma— que recuerdes cuántas veces los trabajadores de Mexicana han ido más allá de sus propias fuerzas para levantar a su empresa; cuánto talento han mostrado en muchas ocasiones encontrando soluciones creativas a problemas que parecían irresolubles; cuánto han aportado a la aviación mexicana con su experiencia en seguridad aérea, investigación de accidentes, medicina de aviación, flotas, comercialización, tránsito aéreo.

Diles a aquellos que no están encontrando salidas y que se sienten apabullados por quienes han hecho de las quiebras de otros su bandera interesada, que hay soluciones creativas, esquemas ganar-ganar y hay posibilidades de hacer lo correcto, si el gobierno realmente estuviera dispuesto a ayudar a preservar riqueza para el país.

Los sindicatos están planteando ahora mismo esos esquemas y lo menos que podemos esperar es que se discutan y se busquen las formas para apoyarlos.

Ambos crecimos escuchando que cuando Acción Nacional llegara al poder las decisiones de gobierno serían consensuadas, transparentes y en bien de las mayorías de este país. Lo escuchamos de aquellos que trabajaron por hacer realidad la democracia y la justicia y ahora nos toca decirles a los funcionarios que se dicen herederos de ello que tienen una responsabilidad que cumplir para con los trabajadores mexicanos.

Sé que no es fácil pero cada uno, desde su trinchera, puede hacer lo posible y eso es lo único que te pido: que formemos parte de la solución y seamos fieles a nuestros principios. Con afecto.

Lo oí en 123.45: Si los mineros del cobre hubieran sido mexicanos seguirían atrapados porque “el gobierno no rescata a ningún privado” y menos a un trabajador.