07 septiembre 2010

DE LA COLUMNA DE ROSARIO ÁVILES

Opinión de
Despegues y Aterrizajes(Rosario Avilés | )


Los mitos geniales de la aviación
Rosario Avilés | Opinión    Martes 7 de Sep., 2010 | Hora de modificación: 02:31







No hay nada más peligroso (¡y deplorable!) que una persona que sólo ha leído un único libro, solían decir los clásicos. Lo mismo ocurre con muchos personajes del día de hoy que sólo conocen el evangelio del neoliberalismo de los Chicago Boys. Todo lo miden con un rasero que vuelve imposible la comprensión y lo peor es cuando esas personas tienen algún poder o influencia, porque entonces el resultado es nefasto, sobre todo para la economía nacional y el nivel de bienestar de los habitantes de este sufrido país.

En el caso de Mexicana de Aviación hay algunos personajes que, como buitres, están esperando los despojos de una presa que todavía no muere, pero que desesperadamente quieren que se extinga.

Por ejemplo, hay quienes ya urgen porque empresas extranjeras —o nacionales pero con aviones y tripulaciones extranjeras— entren a cubrir las rutas desde y hacia Estados Unidos, pues, en vista de que ese país nos envió a la Categoría 2, el mercado está resentido y ninguna otra línea mexicana puede cubrir esas rutas.

Otros ya hablan de repartir los slots en el aeropuerto capitalino, como si eso fuera a garantizar tarifas más bajas por el decreto de las palabras mágicas.

Mientras no se comprenda la naturaleza del mercado de transporte aéreo, seguiremos cometiendo los errores que tienen hoy postrado a este sector, pues lo que impide tanto la competitividad como el desarrollo del transporte aéreo nacional no es que existan aerolíneas grandes (si existieran), sino la falta de profundidad del mercado (es decir, tamaño suficiente), cosa que los sucesivos gobiernos recientes no han sido incapaces de promover porque su único libro les tiene prohibido utilizar al Estado para lo que realmente sirve: velar por el bienestar de TODOS sus habitantes.

Otro de los mitos geniales es que hay que tener salarios muy bajos para que el país sea “competitivo, ya que tener un salario no digamos bueno, sino medio profesional, siendo sindicalizado, es poco más que un pecado mortal digno de castigarse. Es decir, no importa qué tan mal haya administrado una empresa su comprador y qué tan malas decisiones hayan tomado sus administradores, si fracasa no es culpa de quienes la mal-gestionaron, sino de los empleados que no quieren seguir cayendo en la pauperización de su nivel de vida.

Y llama la atención que personas inteligentes, y se pensaría que sensatas, que estudiaron una carrera universitaria y son tan profesionales como los tripulantes de vuelo, casi odien que un sindicato gremial luche por conservar ese nivel medio, que nunca se podrá comparar con el nivel escandaloso de ingreso de los financieros directamente responsables de la quiebra de estas empresas.

Lo peor de todo esto es que —parafraseando a Bertold Brecht— no se darán cuenta de su error hasta que ellos mismos sean despojados de su mediano nivel de vida. Y esto incluye, por ejemplo, a los sempiternos funcionarios que se supone que están ahí para contribuir a mejorar las cosas, que para eso se les paga y no para decir que sí a todo lo que se les ordene.

Triste país donde las oportunidades se acaban, donde es un crimen desear un buen salario y donde profesionistas como los abogados, los médicos, los ingenieros, etcétera, van perdiendo sus perspectivas de mejorar en el futuro.

¿Para qué sirve un gobierno que no garantiza que sus gobernados incrementen su poder adquisitivo y su calidad de vida? ¿Para qué sirve un Estado donde no se toman decisiones, donde las empresas se mueren por falta de acciones a tiempo o porque hay miedo de disgustar a funcionarios de épocas pasadas? ¿Cuál es el futuro de un país que día a día ve irse a sus mejores hombres a buscar oportunidades a otras naciones porque ésta no es capaz de darle seguridad, posibilidades, defensa ante la impunidad de todo tipo, alternativas?

Y luego dicen que algunos analistas somos mensajeros de malas noticias… ¿pues dónde están las buenas nuevas?

raviles_2@prodigy.net.mx