28 julio 2010

DE LA COLUMNA DE ROSARIO ÁVILES

Demasiada empresa... ¿demasiado país?

Rosario Avilés | Opinión    Martes 27 de Julio, 2010 | Hora de creación: 23:07| Ultima modificación: 23:07








Hay tareas, lugares, instituciones, cuya importancia los hacen demasiado sensibles al manejo de sus directivos. Por desgracia, hay personas que –aun cuando puedan tener suficientes méritos o capacidades para manejar proyectos de variada índole e importancia- no poseen los atributos suficientes para dirigir empresas relevantes.

Esto no los hace malas personas y ni siquiera malos administradores en general, sólo los sitúa en un rango diferente. En términos de management llegan a un “nivel de incompetencia” que, por otro lado, complica a tal grado las cosas que deriva en un círculo vicioso: a menor efectividad mayor estrés y menos resultados, así hasta el infinito.

Mexicana de Aviación ha sido una de las empresas clave en el desarrollo nacional y, en muchos sentidos, su legado ha significado grandeza, soberanía, innovación, visión de largo plazo. Estos atributos son resultado de muchos años de gestión directiva atinada por parte de hombres de la talla de Don Manuel Sosa de la Vega, por ejemplo, a quien el otrora dueño de la aerolínea Don Crescencio Ballesteros, apoyó debido a un liderazgo que inspiró un alto desempeño de su equipo cercano y desde ahí a todo el personal de la empresa, fundamental cuando se trata de servicios al público.

Pese a altibajos posteriores y a administraciones de mayor o menor calibre, en lo general la aerolínea pudo transitar varias décadas con un alto estándar de desempeño y crear una cultura corporativa. Era obvio que no cualquier grupo empresarial podría mantener este carácter pero se esperaba que al menos fuera posible aprovechar el espíritu de unidad que se respiraba entre los trabajadores de la empresa para crear un futuro sólido.

Lo irónico es que desde que fue vendida a nuevos dueños, los problemas de Mexicana se centraron en derrumbar la moral de sus trabajadores. Ahora resulta que todo lo que le sucede a la empresa –desde los fraudes financieros hasta la mala gestión comercial- es culpa de los trabajadores. Como si fueran menores de edad, se les atribuye ser utilizados por la competencia como arietes para desprestigiar a la aerolínea, en lugar de darse cuenta que Mexicana de Aviación es demasiada empresa para el grupo que actualmente la administra.

Durante cinco años, los sindicatos han apoyado a Mexicana con diversos instrumentos que importan un valor superior al que los accionistas pagaron por su tenencia. Hoy, algunos de ellos pretenden desaparecer a la Primera Línea Aérea de Latinoamérica diciendo que “el costo laboral” la hace inviable.

Ya se ha hecho un trabajo poco claro para desmantelar lo que la otrora Mexicana tenía de más valor: desde rutas y estaciones hasta aviones y contratos de servicios. Sería muy interesante que la autoridad –si es que todavía queda alguna en este país- revise las cuentas de esa empresa y determine con precisión (así como lo han hecho con otras empresas) cuánto dinero se ahorraron sus dueños, cuánto contabilizaron como “pérdidas fiscales” en otros negocios y cuánto se quedó en el camino con gastos cuando menos ineficientes, como por ejemplo los cambios de imagen corporativa y cuánto de todo esto fue malgastado en perjuicio de las facilidades que otorgaron los trabajadores.

Si existe aún país, si existe aún autoridad que gobierne, el final de esta historia no puede ser soslayado ni pasado por alto, aunque haya facturas que pagar por méritos en campaña política.

A Mexicana de Aviación la construyeron décadas de inversiones del erario público, del trabajo de los ciudadanos mexicanos, del fisco, de las prerrogativas que el Estado –como representante del pueblo- le dio. Y por lo tanto es una razón de Estado el asegurarse que su patrimonio no sea conculcado. Porque de lo contrario no sólo se dudará de que la empresa era demasiado para quien la tiene postrada, sino que este país es demasiado para quienes por 60 años prometieron hacer un gobierno honesto y eficiente. ¿No es verdad, Felipe?

raviles_2@prodigy.net.mx