20 julio 2009

DEL CORREO DEL BLOG

¿Quién es David Páramo?

1.- Estudió periodismo en la Carlos Septién, escuela que en los últimos años se ha dedicado a surtir de periodistas pro empresariales. De hecho el pequeño David, tuvo que cobijarse bajo la influencia de su padre para poder tener un lugar en el periodismo: el caso típico de nepotismo tan dañino en nuestro país.

2.- Páramo se dice periodista y escribe una columna de opinión, pero considérese que su trabajo comenzó en El Economista y luego, pasando por otros lugares ocasionales, llegó a un destruido Excelsior, periódico que con una GRAN inyección de capital privado reunió a un grupo de trabajo, entre ellos Páramo, para defender intereses de las empresas de la iniciativa privada, desde entonces Davidcito se dedica a hacer eso, ¿por qué no publica nada de las finanzas de su propio diario o saca una nota sobre los negocios de los Vázquez Raña y el trato hacía sus trabajadores?.

3.- Páramo NO es periodista, es un oportunista. México tiene el 2° lugar en periodistas asesinados sólo después de Irak, pero esos periodistas, que hacen honor a su profesión, mueren porque denuncian hechos ilícitos, porque ponen en el escaparate a políticos y funcionarios públicos y sus alianzas ventajosas sólo para ellos, recuérdese el caso de Lidia Cacho a quien le fue como en feria por denunciar a empresarios y políticos corruptos. Pero ese NO es el caso de Páramo, puesto que escribir en la sección de “Dinero” su triste e irresponsable columna “personajes de renombre”, donde sólo se dedica a adular y criticar a su conveniencia, pero sin ningún respaldo argumentativo, NO lo convierte en periodista. Si se duda de ello, sólo habría que preguntarles a sus ex compañeros de escuela (que también escriben en diarios y en secciones financieras) qué opinión como periodista les merece Davidcito.

4.- David Páramo se dedica a atacar sistemáticamente a Lizette Clavel y a su liderazgo y a elogiar, también cuidadosa y sutilmente a Francisco Villareal, ¿por qué lo hace? Dos hipótesis: la primera bastante obvia, dado que no es un periodista sino un golpeador con pluma, es evidente que le hace el juego a las empresas y éstas a Francisco Villareal. La segunda es que al ser golpeador con pluma necesite consumir altas dosis de esteroides anabólicos (obsérvese como le entallan los brazos en el saco), mismos que, como se sabe, elevan la producción de testosterona, incrementan la ira, elevan las ansiedad y disminuyen capacidades cerebrales (recuérdese el caso de Lyle Alzado, ex jugador de la NFL, muerto por consumo de esteroides) y como se carece de argumentos y capacidad neuronal, se sustituya ésto por una imagen ruda, fiera y físicamente descomunal, para alcanzar algo de auto estima e intentar escribir desde esa condición. Una pena.

5.- Un tipo que se dedica a atacar casi personalmente –ningún columnista usa los términos de Páramo contra Clavel – a un “personaje de renombre”, no puede ser calificado de periodista y menos es esa casa editorial de dudosa intención. Sustituye razones, por suposiciones. Esgrime ocurrencias que algún calvo le susurra al oído, en lugar de verificar sus fuentes. Apuntala unilateralmente posiciones, pero no establece prudentemente un equilibrio. Lo dicho: ese señor NO es un periodista, al contrario, denigra ese oficio.

6.- Es sumamente dudoso que Páramo entienda algo de ética y de responsabilidad social de los medios. Es casi imposible que alguna vez haya leído o entendido (concediendo que quizá su padre le recomendó leer no sólo comics) algo de, ya no digamos Aristóteles, pero acaso de Savater o Cortina. Le convendría hacerlo y que, por ejemplo, alguien le explique con manzanitas el siguiente párrafo: “la persona está dotada de logos (razón y palabra), a diferencia de los animales que únicamente tienen voz, y así como la voz sirve para expresar el dolor y el placer, la razón y la palabra sirven para distinguir lo justo de lo injusto”. Ojalá alguien se lo explique.

7.- Por cierto que desde hace ya meses circulan muchas caricaturas de Páramo, muy chistosas todas, pero que tienen en común que se le dibuja como gorila (recuérdese los esteroides) con los pantaloncitos bajados hasta las rodillas y algún empresario dispuesto a pagarle su favores, por detrás. Pregúntenle a cualquier periodista de finanzas o negocios si no ha visto más de una vez esa caricatura que tan bien lo representa.