Candorio, joven sencillo y apocado, casó con Volatina, azafata de línea de aviación. Cuando regresaron de la luna de miel la recién desposada manifestó que seguía siendo virgen: su doncellez estaba intacta. "¿Cómo es eso posible?" -pregunta llena de sobresalto la mamá del novio. Responde el tal Candorio: "Ella tiene la culpa, madre. Todas las noches se la pasaba diciéndome: 'Coloque esto sobre nariz y boca y respire normalmente'"...