Esta columna es sumamente
difícil y dolorosa, porque me lleva a evocar recuerdos nada gratos de la
“quiebra” fraudulenta de Mexicana de Aviación.
Sé que correrán ríos de tinta
hablando sobre la empresa Interjet, y el tema lo amerita, sin duda. Pero en
estos momentos, a mí los que más me importan son sus trabajadores, a los que he
visto y leído desde que comenzó la infamia de no pagarles; me ha tocado ver
paso a paso cómo la flama de la esperanza se va apagando en sus ojos.
Comencé haciendo un blog, allá
por 2006, con la intención de dar a conocer de una manera fresca e informal, la
vida interna de mi sindicato, así como compartir noticias del mundo aeronáutico,
y mis compañeros estuvieran mejor informados. El blog ha mutado y se ha
convertido en un espacio más “serio”, donde escribo una columna de opinión una
vez por semana. En 2012 comencé una página en Facebook, que originalmente tenía
la misión especial de promover el blog.
Con la llegada del presente año,
y para poner en práctica lo aprendido en un curso de Periodismo Literario, me propuse
ser más constante y usar ambos espacios: el primero para publicar mis columnas,
y el segundo para dar a conocer las noticias y comentarios del día a día.
De enero a la fecha, a la
página se han acercado trabajadores de diferentes empresas y áreas. Todos
buscando lo mismo: información, algunas veces una consulta de tipo laboral,
otras veces algún consejo, compartir alguna circular o información en
particular. Pero durante los dos últimos meses he visto el viacrucis por
el que están pasando los trabajadores de las diferentes áreas de la empresa
Interjet. Me han compartido sus dudas, sus temores y en honor a la verdad, sus
testimonios resultan dolorosos, porque reabren en mí una herida muy personal.
Es impotencia lo que siento al no poder ayudarlos a resolver sus dudas,
normales todas, pero sin respuestas únicas: ¿es correcto estallar una huelga?,
¿hacemos un mitin o una marcha?, ¿demandamos a la empresa por falta de pagos?
Gente muy querida y apreciada
que actualmente labora en Interjet, ya pasó por ese mismo trago amargo como
trabajadores de Mexicana de Aviación; pilotos, sobrecargos, gente de tráfico,
rampa, mecánicos están entre ellos. Pero también hay gente “nueva”, que se puso
la camiseta de su empresa, y que durante los primeros meses de la pandemia,
incluso, realizaron videos para levantar el ánimo de sus colegas. Por todos
ellos, es que esta columna sube a la palestra su situación.
A mis estimados lectores quiero
decirles que este es un buen momento para ser solidarios con estos
trabajadores, que lo único que han estado haciendo, es seguir trabajando a
pesar no haber cobrado durante dos meses.
Sabemos que muchos usuarios de
la aerolínea están molestos porque no han podido utilizar sus boletos. A nadie
le gusta llegar al aeropuerto y ver en la pantalla “CANCELADO”, pero créanme
cuando les digo que la peor parte, la están pasando los trabajadores.
Ignorados por su empresa, por
su sindicato y por las autoridades laborales del país, a diario recibo muchos
correos, y mensajes por whatsapp, con textos y audios descorazonadores, como
uno que me llegó la madrugada de ayer que decía; “Tenemos herramienta en el
hangar, para retirarnos, estamos esperando que nos den indicaciones, porque al
parecer lo van a cerrar”. Uno más: “…en Guadalajara se encuentran dos
equipos, y no han realizado ningún movimiento, de hecho se encuentra sin
seguridad, ni personal alguno…”.
Y en otro, de los más
desoladores, me pasaron la fotografía de los vuelos cancelados para el día 1°
de noviembre, acompañado del siguiente texto “al parecer esto pinta para el
final”; con un nudo en la garganta le respondo a la compañera “esperemos
que no, te mando un gran abrazo”. Acto seguido, corro a publicar la
fotografía en mi página y a compartirla en Twitter, arrobando a la Secretaría
del Trabajo y Previsión Social, con la esperanza de que voltee a ver a los
trabajadores.
Y es que no puedo ser omisa en
un caso como este. Lo dije al principio, aunque de manera diferente, he
transitado esta sinuosa y frustrante senda, donde las autoridades laborales de
nuestro país optan por ser mudas, ciegas y sordas. Sin duda este es el momento
en que la voz de los trabajadores se escuche, pero sobre todo, que se les haga
caso; sus demandas son justas. En el caso de los compañeros que trabajan para
la aerolínea Interjet, para que dejen de padecer esta perene incertidumbre,
donde no saben si su empresa continuará al día siguiente o no.
En el momento que escribo
estas líneas, la página de la empresa ha sido desactivada y no se puede acceder
a ella. El perfil en twitter de su director ha sido desactivado. ¿Se imaginan
la desolación?, ¿qué harían ustedes si mañana al llegar a su centro de trabajo
les dicen que este no existe, y que su jefe desapareció? Una pesadilla de la
que todos quisieran despertar.
Los compañeros de Interjet no
están soñando. Desafortunadamente esto es real, aunque parezca una realidad
alterna, donde todo sucede al revés. Donde las fuentes de trabajo no cumplen
con sus obligaciones mínimas, donde los empleadores huyen, y las autoridades no
aparecen; un universo caótico donde el sindicato prefiere desdibujarse, en
lugar de salir a informar puntualmente a sus agremiados el estado de las cosas
y las acciones inmediatas a seguir.
Sabemos que no existe una
varita mágica que arregle todo con un simple movimiento. Nadie pide que la
autoridad resuelva este entuerto con una firma protocolaria. Pero sí hago desde
este espacio un llamado urgente a Luisa María Alcalde Luján. El artículo 40 de
la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal enumera en 22 fracciones
las principales facultades de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social.
Sostengo que más de una es aplicable en este momento, pero no vayamos tan
lejos. La Fracción I, a la letra dice: “Vigilar la observancia y aplicación
de las disposiciones relativas contenidas en el artículo 123 y demás de la
Constitución Federal, en la Ley Federal del Trabajo y en sus reglamentos”; como
autoridad en la materia es su obligación; no le estoy pidiendo una actitud
mesiánca, solamente le pido que haga lo que tenga que hacer. Su dependencia lo
lleva en el título: “previsión”. No es una locura de mi parte pedirle que actúe
y disponga lo conveniente para atender las contingencias o necesidades
previsibles. ¿O acaso no ve que esto es una bomba a punto de estallar? No puede
ni debe dejar al garete a los trabajadores, ellos no se lo merecen, el país no
lo merece, la 4T no lo merece.
Ximena Garmendia
Esta columna fue publicada originalmente el 3 de noviembre del año pasado y sigue muy vigente.