16 agosto 2020

Se busca tripulación a Tel Aviv

 

Se busca tripulación a Tel Aviv

Desde su creación, en este espacio hemos denunciado la corrupción que se da en las entrañas, poco conocidas, del mundo aeronáutico. No han sido pocas las columnas que he dedicado a ello. Largo sería el listado tan solo para nombrar las que han sido publicadas este año. Aunque esta ocasión hablaremos de un nuevo “escándalo”, curiosamente es protagonizado por los mismos actores. Y es que no es la primera vez que esto ocurre en ASSA, ¡no señores!, así que preparen su bebida favorita y acompáñenme en este viaje.

Corría el mes de marzo de 2014; un grupo de valientes sobrecargos de Mexicana de Aviación, sin cumplir con los requisitos, ni el perfil que en esos momentos manejaba la competencia, la empresa del Caballero Águila, lograron colarse en sus filas. Evidentemente rebasaban la edad establecida por el CCT (antes del CCT B la edad límite para entrar eran los 37 años). De alguna extraña manera habían sorteado ese, y un sinfín de obstáculos más.


¿Cómo lograron semejante proeza?, ustedes no están para saberlo, ni yo para contarlo, pero en el quinto piso de Patricio Sanz 751, en la colonia del Valle, habita un ser mágico y poderoso, capaz de realizar los actos más impactantes de nigromancia y hechicería; su nombre, ya es toda una leyenda.

Recordemos que es 2014, año en que se impone en Aeroméxico el contrato B para los sobrecargos, con la ayuda de los “ex mexicanas”. El Contrato “anexo” como eufemísticamente le llaman en ASSA, entró en vigor el 18 de septiembre, y debemos resaltar que el propio Ricardo Del Valle declaró para la Revista Expansión lo siguiente: “El líder sindical destacó que el viernes 12 de septiembre, en asamblea general, se aprobó el contenido del convenio y aclaró que los 292 sobrecargos que habían firmado un documento B no tendrán que volver a suscribir un nuevo contrato, pues pasarán a ser integrantes del original.”

En efecto, en ese momento Ricardo Del Valle trató de hacerles creer a los sobrecargos que el “Contrato B” era temporal y que al cabo de 10 años pasarían al contrato A. Pero… señor Secretario General… esto se contradice con lo afirmado por el director de Aeroméxico, Andrés Conesa, quien desde el principio declaró que el contrato B llegó para quedarse, tanto con pilotos como con sobrecargos, y que lo que espera es la desaparición del contrato A, en un lapso de 10 años.

El Blue en adiestramiento "Punta de lanza"
El Blue en adiestramiento, punta de lanza

Al grupo de sobrecargos que me referí, que no cumplía con los requisitos, pero lograron colarse, lo denominaremos “Los sobrecargos punta de lanza”, ¿por qué?, fue el nombre que utilicé en la ficha hemerográfica que elaboré en ese momento para mi blog. Les dejo el enlace https://www.scribd.com/doc/237136057/Punta-de-Lanza

El favoritismo descarado del sindicato quedó denunciado en la nota periodística de fecha 23 de marzo de 2014, del periódico La Jornada, en una entrevista realizada por César Arellano a la de la voz, misma que pueden revisar aquí, pidiéndoles que pongan especial atención a los nombres que ahí aparecen, pues son importantes: https://www.jornada.com.mx/2014/03/23/sociedad/034n3soc?fbclid=IwAR37ERBrka10_yCQM-JETm1MmPmspn6Lsj00kuuwl3786sbR7SFssMT-ZaQ

¿Qué relevancia tiene traer a cuento estos hechos de hace seis años? No es cosa menor. Todo el gremio de sobrecargos de nuestro país sabe perfectamente la terrible situación por la que está pasando la industria. La reducción de la demanda de pasaje es del 80%, y la reducción de vuelos hace que “volar” sea un verdadero lujo. Algunos sobrecargos de Aeroméxico han acumulado 5 meses sin volar, y sin cobrar su salario, derivado del acuerdo de “rotación” negociado por ASSA de México con la empresa. Vamos pues a imaginar la siguiente escena:

Por la pandemia estamos en el departamento de Ricardo Del Valle, todo el día ha estado ocupado. La empresa ya le solicitó la lista de los sobrecargos que realizarán el vuelo charter a Tel Aviv y él todavía no está cierto; tiene tantos compromisos por cumplir con su gente y tantas las peticiones que recibe día con día, que se siente exhausto de tan sólo tener que escoger un puñado de sobrecargos para dicho vuelo.

Toma asiento y mientras mira por la ventana, piensa en lo productivo que le han resultado los “ex mexicanas”, los “punta de lanza” y es así como da por resuelto el embrollo que tanto le angustiaba.


La escena anterior se me antoja digna de los primeros segundos de una serie de Televisión. Con música incidental y vertiginosa veríamos en pantalla los siguientes nombres: Juan Manuel Galaviz Montoya, César Roberto Guizar López, Marco Antonio Escobar Insunza, Gustavo Barrientos Sosa y Christian Saúl Rodríguez Fernández. Con letras chiquitas, debajo de cada nombre aparece su nombre artístico, bueno, más bien los sobrenombres con los que son más conocidos en el ámbito aeronáutico. Respectivamente: ”Galaviz”, “el Señor Smith”, “el Blue”, “el Barrientos” y por último “el boxeador” Christian Saúl, hermano de Brenda Rodríguez, sobrecargo de Mexicana de Aviación y que también ahora vuela en Aeroméxico.

Todos ellos conocidos por pertenecer al círculo rojo del Secretario General. Antes de entrar como sobrecargos en Aeroméxico, estuvieron trabajando como choferes, guardaespaldas y golpeadores al servicio de Ricardo Del Valle, quien ahora los premia con dicho vuelo. Ustedes queridos lectores, deben estar pensando lo mismo que yo: ¡vaya que sí reditúa arrastrarse, humillarse y ser mozo del Secretario General!, el pago salta a la vista. Sin embargo, esto ha generado un descontento apabullante en la planta, sobre todo en estos momentos en que la mayoría de sobrecargos está rotando, de una manera sin precedentes.


Sin precedentes es también el cisma generado por esta decisión de Ricardo, pues los sobrecargos, antes temerosos de las orejas del Secretario General, ahora sin miedo de ser escuchados, opinan por todo lo alto que consideran injusta la forma en que fueron seleccionados algunos miembros de la tripulación a Tel Aviv, sobre todo en el caso de los “ex mexicanas” que forman parte del círculo más íntimo, y su escalafón de ninguna manera alcanza para tener ese vuelo.

Nunca he querido estar en los zapatos de Ricardo del Valle; mucho menos en estos momentos en los que le están explotando en las manos las consecuencias de estar jugando con fuego. Durante muchos meses les ha pedido a sus agremiados que se pongan la camiseta, que hagan sacrificios, que sean pacientes, y que confíen ciegamente en él. Las promesas han sido tantas, que hoy es imposible sostenerlas. Con base en privilegios y prebendas, logró mantener una especie de equilibrio perverso que se traducía así: entre más me adules, más regalías y concesiones tendrás. Pero el margen de acción se le reduce día con día.


Él prometió en asamblea general que la rotación sería conforme al escalafón, que sería por un tiempo breve, que pronto la empresa estaría “levantando el vuelo” y que Aeroméxico estaba más fuerte que nunca. Los hechos hablan por sí mismos. Flaco favor les hizo a los “sobrecargos punta de lanza” al asignarles el vuelo charter al Tel Aviv. Ahora ellos tendrán que soportar con temple de acero y cabeza muy fría todo el justo reclamo del resto de la planta que tenía mayores méritos para ese vuelo, porque si reaccionan de manera visceral y sin inteligencia, serán nuevos dolores de cabeza para el Secretario General. La pregunta se impone ¿habrá escogido bien a su personal?   

  

Ximena Garmendia

16 de agosto 2020