24 diciembre 2020
13 diciembre 2020
¿Qué ha pasado en este año?
¿Qué
ha pasado en este año?
Con
esta pregunta comienza mi última columna del año en Sobrecargo Informa. El 2020
ha sido un año caótico, por decir lo menos, sin embargo, las grandes crisis nos
brindan una gran oportunidad de renovarnos.
Y
es que este año le ha dado “con tubo” a la aviación, nacional e internacional; estamos
ciertos que no teníamos contemplado en nuestro panorama todo lo que ha pasado
en la aviación. Sin embargo, no nos centraremos en la aviación mundial sino en
la nacional. Me imagino a los directivos de las aerolíneas mexicanas en pleno
brindis de año nuevo, y jamás se imaginaron la tormenta que estaba por llegar.
El
2020 pintaba bien; un año para seguir en franco crecimiento. Aeroméxico
continuaba con sus planes de acabar con sus competidores mediante la guerra
sucia y competencia desleal; hoy sabemos que su estrategia e vino a explotar en
las manos. Tan confiado y seguro estaba el caballero Águila, que jamás se
percató del caos que estaba generando en su propia empresa, pagando el costo de
estar dentro del Capítulo 11, en los Estados Unidos de Norteamérica.
Seré
muy clara en este punto, porque varios trabajadores se han acercado a mí para
hacerme la siguiente pregunta: ¿qué hizo Aeroméxico en los 10 años que no tuvo
la competencia de Mexicana de Aviación?; se quedó con el 50% de varias de las
empresas de la compañía más antigua de México y la cuarta del mundo, ¿por qué
motivo no aguantó el embate de la pandemia, si es la aerolínea más grande del
país?, ¿por qué, si volaba en tres continentes, y era prácticamente un
monopolio?
No
se requiere mucha ciencia para explicar el caso de la aerolínea del caballero
Águila; se reduce a mala (léase “pésima”) administración, en manos de Andrés
Conesa, quien prefiere “darse bonos millonarios” a costa de sacrificar fuentes
de empleo, contratos colectivos y terminar por pauperizar a los empleados de la
industria aeronáutica. Lo digo sin eufemismos porque creo que la función del
Director de Aeroméxico era tener una empresa boyante; pero si el objetivo,
desde el principio, era “quebrar” a la empresa, entonces habrá que aplaudirle
de pie, pues está a punto de conseguirlo.
Y
es que yo no puedo olvidar que en marzo de este año, cuando apenas empezaba la
pandemia en el país, el tono de Andrés Conesa Labastida rayaba en lo optimista,
asumiendo que la misma sería tan corta que para el mes de julio, las aguas estarían
volviendo a su cauce.
¿Qué
ha pasado con los trabajadores de esta aerolínea? Bajo la perversa figura de
“renuncia voluntaria”, la empresa no ha corrido a sus trabajadores, solamente
les ha invitado a “desvincularse” de manera voluntaria, bajo la promesa de una
futura recontratación, con lo cual mata dos pájaros de un tiro, simula seguir
las recomendaciones del Gobierno Federal de no correr trabajadores, y estos aceptan
esperanzados. Con este sagaz movimiento, se evitan todas demandas por despidos
y recortes.
A
todo hay que sumarle el pésimo ambiente laboral de la aerolínea: trabajadores
sobreexplotados y con sueldos recortados; y a los que no lograron quitarles un
porcentaje de su salario sólo trabajan 15 días, para no pagarles el mes
completo; trabajadores que forzosamente
están con permiso sin goce de sueldo por un año; trabajadores que no saben si mantendrán sus
conquistas laborales ganadas a pulso a lo largo de los años, ante el amago de
la empresa (a veces velado, a veces cínico) por modificarlos por “órdenes” del
fondeador y del Capítulo 11; pilotos a los que se les adeuda el aumento
correspondiente a 2019, y un largo, penoso, incluso doloroso etcétera.
Si
volteamos la mirada encontraremos a la empresa Transportes Aeromar, cuyos
dueños y administradores llevan años con el mismo cuento: “la empresa está en
crisis”, y por lo mismo, esta pandemia les vino “como anillo al dedo”, pues
alegando falta de estabilidad económica, han dejado de cumplir con las
múltiples obligaciones que tienen para con sus empleados: aumentos al salario
desde 2018, bonos, pagos de tiempo extra, uniformes y la lista se incrementó
durante 2019, y lo que llevamos de 2020. Pilotos y sobrecargos se sienten
abandonados por sus respectivos sindicatos, que han permitido llegar a estos
niveles insultantes de incumplimiento por parte de la empresa.
Interjet,
comenzó el año con una fuerte crisis, derivada en parte por la guerra sucia de
Aeroméxico, y también por malos manejos y desafortunadas decisiones de sus
directivos y administradores. Están a borde del colapso, del que nadie quiere
hacerse cargo, ni la propia empresa, ni el sindicato, ni el gobierno en turno.
El último trimestre del año hemos sido testigos de la espiral en descenso de la
aerolínea que alguna vez ocupó el segundo lugar en la preferencia de los
viajeros, tanto nacionales como extranjeros.
Solo
dos empresas, Volaris y VivaAerobus, de forma hábil y con gracia han podido
sortear la pandemia por Covid19. En el caso de Volaris, su modelo importado de
LATAM rinde frutos al configurar sus equipos para transportar más pasajeros
ahorrándose en equipos, tripulantes, combustible, y demás trabajadores que se
requieren para la operación de vuelo.
Por
su parte VivaAerobus se ha visto favorecida por la creatividad de su CEO, Juan
Carlos Zuazua, un magnífico mago y hechicero de altos vuelos, que ha hecho crecer
a la empresa contra todo pronóstico; como un buen jugador de ajedrez, ha tenido
el tiempo suficiente para ver el tablero y observar los movimientos de los
demás jugadores, dónde colocan sus piezas y cuáles han sido sus estrategias de juego
realizadas. Excelente observador supo ver la oportunidad que se le presentaba; al
ser una aerolínea mayoritariamente de vuelos nacionales, podemos decir que el
cierre de algunas fronteras no le hizo gran mella. Apoyado en el mercado
doméstico, aprovechó los huecos de las otras aerolíneas y como “el que no
arriesga no gana”, se atrevió a abrir rutas que ninguna otra línea aérea
hubiera sopesado. Estaremos atentos a su juego, en el futuro, para la era
Post-Covid.
Pero
la aviación no se reduce a las líneas aéreas; debo hacer mención del sisma en
la otrora DGAC (ahora AFAC). Recordemos que se inhabilitó a los terceros
autorizados, responsables de los exámenes médicos de los trabajadores
aeronáuticos, como las tripulaciones, mecánicos, etc. A raíz de volver a centralizar
el procedimiento para los exámenes médicos, y con la pandemia encima, el
servicio se saturó, obligando a autorizar una prórroga para una fecha que, posteriormente
volvieron a mover. Finalmente, y ante una realidad inocultable, tuvieron que “darle
pa’ tras” y decir que siempre no. Cuando las cosas funcionan, lo digo;
desafortunadamente tengo que decir que hoy es un calvario sacar cita para el
examen médico, y más el tema de la vigencia de licencias.
Por
si esto fuera poco, la AFAC tuvo una auditoria que terminó el último día de
octubre, pero de la cual aún no tenemos los resultados. Lo único que sabemos es
que el 26 de noviembre Rodrigo Vázquez Colmenares anunció su renuncia como
titular de la AFAC, dependiente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
La agencia sigue sin cabeza al frente, al momento de escribir estas líneas.
La
pregunta obligada es ¿qué pasará para el 2021? Esa, señores, será tema de una columna,
pero del año que viene.
Quiero
cerrar este año agradeciendo a todos mis lectores. Es para ustedes que escribo,
con la finalidad de informales los acontecimientos en el interior de las
aerolíneas, siempre desde la perspectiva del trabajador. Deseo que pasen
felices fiestas, aunque sé que en estos tiempos puede ser complicado… pero
siendo honestos ¿qué sobrecargo ha pasado estas fechas sin complicaciones? Es
parte de nuestra naturaleza, y así como somos capaces de dar el 100% en el
aire, también podemos tener los pies en la tierra, y reconocer que somos
afortunados y que estamos vivos.
De
corazón, para todos los que están leyendo esto: Feliz navidad, feliz año nuevo.
Nos
vemos en enero.
Ximena
Garmendia
13 de diciembre
2020
06 diciembre 2020
Que coman pasteles
Que
coman pasteles
Estimados
lectores que siguen esta columna, ustedes saben que soy una apasionada de la
Historia Universal, y con los últimos acontecimientos, no he podido puedo sacar
de mi mente la imagen de una joven princesa austriaca, casada con el delfín,
cuyo destino fatal fue que le cortasen la cabeza en un moderno invento llamado
“la guillotina”.
Como
si de María Antonieta se tratara, la administración de la empresa del
“Caballero” Águila deseña a los que tramposamente llama “colaboradores”. Un
botón de muestra es lo plasmado en la columna “Capitanes” del periódico Reforma,
que hace unos días dijo que para no perder a “valiosos trabajadores”, Aeroméxico
solicitó a la jueza que tramita su Capítulo 11 en Estados Unidos el desembolso
de cerca de 40 millones de pesos, para que 50 “ejecutivos clave”, no prefieran
hacer sus maletas y marcharse.
Sí
dividimos los 1.9 millones de dólares, que en pesos son (porque dentro del
Capítulo 11 está tomando a 22.84 pesos por un dólar), son 43, 396, 000.00
millones de pesos; en el supuesto que la repartición entre estos 50
trabajadores de excelencia y alto desempeño fuera parejo, les tocaría a cada
uno 867, 920.00 pesos.
Un
excelente bono, casi como los que se repartió Andrés Conesa justo antes de
entrar al Capítulo 11. ¿Estoy mintiendo? ¡No!, incluso el mismo Director
General reconoció estos bonos, aunque matizó que no llegaron a su bolsa.
Recordemos lo que publicó El Financiero, bajo la firma de su reportero Aldo
Munguía el 31 de agosto del presente año: “Las compensaciones ganadas entre
2017 y 2019 por siete directivos por un millón 994 mil 514 dólares fueron
transferidas a Sistemas Integrados de Soporte Terrestre en México, una
subsidiaria ‘limpia’, es decir una firma que no está bajo el proceso de bancarrota
de la aerolínea.”
Quiero
ser sumamente clara, porque justo aquí comienza una cadena de mentiras y
engaños por parte de María Antonieta, digo, por parte de Andrés Conesa,
director de Aeroméxico, dentro de Grupo Aeroméxico, S.A.B. de CV, puesto que la
empresa a la que supuestamente ingresaron esos bonos, sí se encuentra dentro
del Capítulo 11, tal y como se desprende de la información del juicio, que es
pública y puede consultarse. Aunado a ello, Conesa respondió al reclamo que le
hicieron los pilotos de ASPA que demostraría que nunca cobró esos jugosos
bonos, sin embargo, eso no ha sucedido.
Es
de señalarse también que dentro del Capítulo 11, Aeroméxico ha notificado la
“desvinculación” de aproximadamente 2, 500 trabajadores. Pero vayamos a principios
de este año, enero de 2020, justo cuando la empresa dio a conocer sus
“resultados” tan alegres y alentadores correspondientes al 2019, dentro de su “Informe
de Sostenibilidad Aeroméxico 2019”, en el que se jactó de tener 16,932
“colaboradores”, 14,928 de ellos con contrato permanente y sólo 2,004 con
contrato temporal o eventual, y detalló también que el 69% es personal sindicalizado,
esto es 11,683 trabajadores.
Hoy
sabemos que la mayoría de los empleados eventuales fueron “desvinculados” de la
empresa bajo el engaño de regresarían “pronto” a su lugar de trabajo, siempre y
cuando firmaran su “renuncia voluntaria”.
Cuando
reviso la información publicada, me resulta muy llamativo el comparativo entre las
solicitudes de pago para trabajadores sindicalizados y los que no lo son. Vamos
por partes; sabemos que dentro de los no sindicalizados está el equipo de directivos
de la empresa. Entonces, casi el 70% son trabajadores sindicalizados, y para ellos
solicitaron a la jueza que aprobara una nómina de 12.4 millones de dólares, que
con el tipo de cambio autorizado en el juicio, arrojan $283,216,000.00 pesos.
Pero
para el grupo de los NO sindicalizados, el monto solicitado para nómina es de
12.83 millones de dólares, esto es $293,037,200.00 pesos, para repartirse entre
poco más de 5 mil empleados.
A
esto hay que sumarle la negativa de la empresa del Caballero Águila a darle a
sus pilotos de la filial Aerolitoral, conocida como Aeroméxico Connect, el aumento
salarial correspondiente al año pasado. Y también sumemos la pretensión empresarial
de modificar los Contratos Colectivos de Trabajo, y que la siguiente revisión salarial
de pilotos sea dentro de cinco años, en lo que la empresa “se capitaliza”.
En
el caso de las sobrecargos de la filial Aeroméxico Connect, se busca entreo
otras cosas, el pago de viáticos vía “monedero electrónico” pagando la hora
para vuelos nacionales en $38.40 pesos y en $2.60 dólares para vuelos
internacionales.
Hagamos
las cuentas alegres, hoy por hoy las sobrecargos de Connect, por un día
completo de viáticos (desayuno, comida y cena) reciben $954 pesos; si la zona es
“ciudad de alto costo”, reciben $1,166 pesos; pero si es zona turística, los
viáticos son de $1,425; para la zona de frontera, el pago de un día completo de
viáticos es de $100 dólares, igual que para los vuelos internacionales; solamente
en el vuelo a JFK (Nueva York), el pago de viáticos es de $112 dólares.
Con
el “esquema” propuesto por la delfina francesa, perdón, por el director de la
empresa Andrés Conesa, la merma en los viáticos es considerable: $460.80 pesos
por 12 horas, o $537.60 por 14 horas. Esto es, las sobrecargos solo podrían
destinar $153.60 para cada alimento, olvidando que hay ciudades de alto costo y
zonas turísticas donde son insuficientes para una comida decente. ¡Claro!, para
unos tacos de muerte lenta alcanza, pero todos sabemos que los sobrecargos
viven de los viáticos porque con el salario que reciben, no les alcanza.
No
sé ustedes qué piensen, pero a mí me parece sumamente descabellada la
“intención” de la empresa de premiar a 50 valiosos trabajadores, argumentando
que su colaboración es imperante para la aerolínea y que debe a toda costa
impedir que algunos buitres carroñeros y caza talentos traten de “robárselos”.
Flaca
es la memoria de Don Andrés, a quien muy convenientemente ya se le olvidó que primero
“robo” sobrecargos de Aeromar, poniendo al borde del colapso dicha empresa, y
luego repitió la acción desleal con sobrecargos de Interjet. Ahora resulta que anda
tan preocupado que sólo está esperando la aprobación de dicho bono.
Y
mientras, como varios sobrecargos de la troncal me han hecho saber, esta
catorcena les llegó su cheque de nómina “en ceros”. Y es que Aeroméxico no
perdona; gracias a los meses de rotación y los permisos sin goce sueldo, este
fin de año pinta para los tripulantes muy austero. Pero no importa, como bien
lo dijo María Antonieta “¿no tienen para pan?, pues coman pasteles”. Ya sabemos
cómo acabó esa historia.
Ximena
Garmendia
6 de diciembre
2020
29 noviembre 2020
¿Qué esperamos de una representación sindical?
¿Qué
esperamos de una representación sindical?
Estimados
lectores, la pregunta está formulada en plural, porque no se trata solamente de
una pregunta personal. Quiero que ustedes también se la hagan, y sobre todo,
que pensemos en respuestas. Sabemos que los orígenes de ASSA y ASPA fueron en
el seno de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), pero que posteriormente
se independizaron para convertirse en sindicatos “independientes”. También
sabemos que para el sindicato de sobrecargos, hoy la independencia es sólo un
membrete.
Vayamos
a los hechos: estamos a pocos días de que se resuelvan diferentes y variados
temas, pero hoy sólo hablaremos de los tripulantes al servicio de la empresa
Transportes Aeromar. Es sumamente llamativo que al día de hoy estos sobrecargos
sean justamente los que más desamparo sienten y no ven en la actual representación
sindical la intención de defender sus conquistas laborales, logradas a lo largo
de los años.
En
mi más reciente columna “El cielo es nuestro”, que se publica los viernes en el
portal Hans Digital me referí a la empresa Aeromar y la relación con sus
trabajadores, que de unos años para acá se ha vuelto tortuosa. El contexto: tanto
pilotos como sobrecargos coinciden en la sensación de que su sindicato “no los
representa”, al mismo tiempo que la empresa abusa.
En
un mundo ideal, los sobrecargos de Aeromar no tendrían que haber prorrogado su
revisión, correspondiente al año 2018, para agosto de 2019 ya que un sindicato
a favor de los trabajadores hubiera puesto todo su empeño en conseguir su
revisión. Lamentablemente no fue así, y la representación sindical más
preocupada en ver por ellos mismos, dejaron en total desamparo a los
sobrecargos, permitiendo que prorrogasen su revisión 12 meses.
El
principal argumento de la empresa fue la incertidumbre sobre su viabilidad. Es decir, cargó sobre los hombros de sus
trabajadores una responsabilidad que no les compete. Hace dos años, en ese lejano
2018, era la supuesta inversión de Grupo de Avianca en la aerolínea nacional.
El manejo fatalista de la empresa llegó al absurdo de pedirles a sus pilotos
que recortaran su contrato para “hacerlo más atractivo para el inversionista”.
¿Hacerlo
más atractivo pauperizando las condiciones laborales de los pilotos?, No dudo
que las mentes financieras de la empresa encuentren lógica la petición.
Finalmente la planeación la hacen frente hojas de cálculo y solamente son
números. Pero ASPA, el sindicato que conoce y sabe que sus agremiados son de
carne y hueso, aceptó enarbolar dicha bandera. Y es que es una estrategia que ya
se ha usado en el pasado, pero con Mexicana de Aviación y con Aeroméxico, antes
de ponerlas en venta al mejor postor.
A
los sobrecargos de Aeromar les comentaron que la empresa no tenía fondos para afrontar
sus compromisos adquiridos, y por ello les piden prorrogar la revisión. Un año
completo para llenar ese hueco; doce meses completitos para establecer
estrategias que le permitieran “afrontar el compromiso adquirido” con sus
empleados, uno pensaría que es un tiempo suficiente como para que con la
llegada del plazo, todo estuviera planchado, pero no fue así. Llegamos a la
nueva fecha en 2019, y el discurso vuelve a ser exactamente el mismo, como si
no hubiera pasado el tiempo. ¿Qué hace el sindicato?, empuja a los sobrecargos
a aceptar que el aumento (que les correspondía desde el año 2018) se les
entregue en dos partes, una en septiembre y otra en marzo de 2020, esto es, su
aumento partido en dos.
Tal
vez, y solo tal vez, si arrastramos el lápiz lo suficiente podamos entender
esta ficción financiera. Pero en el mundo de los hechos, solo encuentro dos
formas coloquiales de llamarle a este movimiento: “tomada de pelo”, o “atole
con el dedo”. Y es que con este esquema el aumento al salario que les
correspondía en 2018 simple y sencillamente desapareció, pues es hasta 2019 que
se acuerda el aumento, pero ASSA nunca exigió que fuera retroactivo un año
atrás; y por si fuera poco, dicho aumento sería pagado en dos momentos
diferentes del calendario, partiendo los porcentajes del aumento, una parte en
2019, y otra parte en 2020.
¿Quiere
usted saber que pasó con el aumento al salario de los sobrecargos acordado para
marzo de 2020?, pues que no hubo tal; ya saben, la empresa argumenta que la pandemia
por Covid19 los ha dejado sin un clavo. Y como el tiempo no se detiene, llegamos
a un nuevo emplazamiento a huelga por la revisión salarial de los sobrecargos en
agosto del 2020, todo, bajo la inacción del sindicato.
Lo
natural es que la representación sindical fuera firme, y con determinación exigiera
a la empresa el cumplimiento de todas sus obligaciones adquiridas con su grupo
de trabajadores, pero ¿qué pasó en realidad?, pues de nueva cuenta, el
sindicato, demostrando una inaceptable flojera de defender a sus agremiados, los
volvió a orillar para que aceptaran de una nueva “prórroga”, esta vez para el
último día de noviembre.
Suena
increíble el argumento que el sindicato y sus representantes dieron para no
estallar la huelga y aceptar la prórroga de tres meses: “no tiene caso
estallar una huelga, porque se sabe cuándo empieza, pero no cuando termina”.
Pero lo hicieron, arguyendo que los sobrecargos de Aeromar deberían sentirse
“privilegiados” de que su empresa “no estaba pidiendo recortes”. Poco les
importó el enojo y la molestia de los sobrecargos, a quienes además les adeudan
otros pagos como bonos y dotación de uniformes.
Todo
tiene un límite, y aquí la gota que derrama el vaso viene con el caso de una
sobrecargo, que hace unos días me hace una llamada para compartirme su rabia
porque no hay papel higiénico en el baño de la sala de reservas de Aeromar, y que
tuvo que salir a la plataforma para subir a un avión y “pedir un pedazo de
papel higiénico”. Cualquier tripulante sabe que esto, aunque parezca un
absurdo, no lo es. Los sobrecargos que están “de reserva” se encuentran
perfectamente uniformados y listos para realizar cualquier vuelo que se
requiera, en caso de que falte el sobrecargo asignado. No pueden separarse de
esa sala durante un promedio seis horas.
Hoy
ASSA de México no puede seguirles mintiendo con el falso argumento de que
Aeromar no está pidiendo recortes. De los 108 sobrecargos, la empresa quiere la
cabeza de 32. La pregunta es seria, ¿el pago de estas liquidaciones también se
prorrogaría, como lo han hecho con sus revisiones?, si la empresa no tiene para
un rollo de papel higiénico, ¿tiene para pagar las liquidaciones de 32
sobrecargos?
Todos
guardan silencio. Las autoridades laborales argumentando un “respeto a la vida
interna de los sindicatos”. La empresa ya comprobó que el silencio y los
aplazamientos son una fórmula que funciona para no cumplir. Y en el peor de los
desempeños, el Sindicato, abúlico hasta niveles insultantes, actúa con la
premisa de “calladito me veo más bonito”. Yo no puedo, ni quiero quedarme
callada. No puedo quedarme cruzada de brazos ante los ojos ciegos de la
representación sindical, que permiten que la empresa abuse de sus trabajadores.
Justamente
en la tarde de hoy, que se publica esta columna, los sobrecargos al servicio de
la empresa Transportes Aeromar tendrán su asamblea. ¿El sindicato seguirá
haciéndose de la vista gorda? Ya lo veremos. Mientras tanto quiero hacer
público y patente mi apoyo total con los colegas sobrecargos de Aeromar,
ustedes y yo no podemos darnos el lujo de quedarnos callados.
Ximena
Garmendia
29 de noviembre
2020
22 noviembre 2020
¿Qué sigue después de las elecciones?
¿Qué
sigue después de las elecciones?
“A
los vivos se les debe respeto, a los muertos nada más que verdad”, dijo
Voltaire, el escritor, filósofo y abogado francés. Estimados lectores, esta columna
será de índole personal. Y es que la muerte, otra vez se atravesó en el camino.
Cuento la historia: hace algunos años el fallecimiento de mi madre me sumió en
una terrible depresión; entonces estaba volando en Mexicana en el 6x4, sistema
alterno de trabajo que tuvo la desgracia o la benevolencia, de permitirme
llegar de mi bloque de vuelo el día del cumpleaños de mi madre.
Ese
día llegué a coordinadora, y lo primero que hice fue llamarle a mi madre por
teléfono para felicitarla. Tenía fiesta, y mi hija estaba con ella departiendo
con sus invitados. Así que después de las felicitaciones por su cumpleaños y
hablar con mi hija, que se iba a quedar a dormir con su abuela, me fui a mi
casa.
Al
día siguiente, un primo me llamó por teléfono para avisarme que mi mamá estaba
ya muy mal. Apenas cuatro meses antes había recibido el diagnóstico: cáncer. Su
cumpleaños fue el 1º de marzo. Le avisé a mi hermano, que no se tardó nada en
llegar a mi casa, y nos fuimos a ver mi mamá. Cuando llegamos, sólo alcanzamos
a despedirnos de ella; mi mamá diciendo que ahí estaban sus tres hijos: mi
hermano, al que llamaba “su sol” por su caballera rubia, mi hija que era para
ella como su segunda hija, y yo. Murió tranquila, rodeada de sus seres queridos
y en su cama, ya bajo los efectos de la morfina que paliaba su dolor.
Tras
el lamentable suceso caigo en una depresión terrible. Como buena sobrecargo,
seguí volando, pero mis bloques de descanso de 4 días me la pasaba durmiendo
para evadirme de la realidad. Fue en Medicina de Aviación que encontré a una
compañera, y en la charla la felicito por haber ganado la Secretaría de Actas
sindical; jamás pensé que me iba a proponer la posibilidad de irme a trabajar con
ella, como adjunta.
No
lo dudé; tenía que salir del letargo en el que estaba sobreviviendo. En ese
momento el sindicalismo se volvió mi tabla de salvación; ASSA se convirtió en el
lugar ideal para aprender y estar cerca de la acción que nos envolvía como
gremio, pude ver todos los acontecimientos en primera fila, y eso fue más que emocionante.
Me hizo sentir que la sangre seguía corriendo por mis venas.
Tres
años estuve como adjunta a la Secretaría de Actas. Tres años en ese puesto
“honorario” y sin emolumentos, dedicándole íntegros mis días de descanso. Mi
plan siempre fue que, llegado el momento (2005), me lanzaría como candidata
para buscar la Secretaría de Prensa. De hecho, fue después de ese proceso
electoral que abrí este espacio digital, en un ya lejano 2006. La pobre comunicación
social que imperó esos tres años contrastó muchísimo con el trabajo que hizo
Alejandra Barrales en su última gestión; así como soy puntual en señalar sus
errores, no tengo empacho en reconocer que su trabajo en prensa, siempre
destacó. Tal vez no lo recuerden, pero Lizette Clavel estuvo en la Secretaría
de Prensa cuando Alejandra departía como Secretaria General.
Hace
15 años Intenté llegar a dicho cargo, y como propaganda electoral elaboré un
pequeño periódico; en aquel entonces las redes sociales estaban en pañales, y MySpace
y Hi5 era de lo “más nuevo” en internet. Los blogs de entonces poco tienen que
ver con lo que hoy podemos encontrar en la red.
Hace
tres lustros que subí a la palestra la necesidad de acercar la información al gremio
de sobrecargos. En verdad era horrible estar de pernocta y destinar tu cuarto
para juntar a varias tripulaciones y mediante teléfono, (en realidad radio,
tipo Nextel) escuchar el audio entrecortado de una asamblea, y haciendo berrinche
por no poder opinar y mucho menos votar. ¿Por indolencia o desinterés? ¡No!, por
estar trabajando.
Les
contaré que no quedé en la Secretaría de Prensa; de los cinco candidatos que
nos lazamos, ganó la candidata del Secretario General en turno, con el 33% de
la votación. Yo quedé en segundo lugar, con el 22%. El resultado me desanimó
horrores; sentí que mi trabajo propagandístico, a pesar de haber sido
innovador, y de la plata que implicó mandar a imprenta 5 mil ejemplares de mi
periódico, había sido en vano.
Cabizbaja
me dije: “pues a esperar tres años más”. Entonces la titular de la Secretaria
de Actas, de la que era adjunta me preguntó: ¿y si te lanzas a Actas?. Jamás me
había pasado por la cabeza, pero lo vi como una gran oportunidad para dejar de
ver la acción desde la primera fila, y “entrarle al ruedo”. Contendí, y gané,
gracias al voto de algunos de los que están leyendo esto.
El
tiempo pasó, y así como da vueltas la vida, este año volví a intentar llegar a
la Secretaría de Prensa de ASSA. Lo hice sabiendo de antemano que era sumamente
difícil, pues me he granjeado, a pulso, el odio de muchos de los agremiados, ya
sea por la forma que tengo de comunicarme, o por los temas que decido tocar,
Pero ambos casos, están íntimamente ligados a mi forma de ser y de pensar.
Acepté
la candidatura porque pienso que es increíble que a lo largo de nueve años, la
cartera de “prensa” parezca náufraga; desde la llegada de Claudia Quijas,
pasando por Paola Ponce y ahora Laura Tello. Las dos últimas solo famélicas
entelequias, pues quien se erige como “vocera” ante los medios de comunicación es
Claudia Quijas. Por alguna extraña razón, Ricardo Del Valle la ve como su brazo
derecho, a pesar de que se ha empeñado en demostrar que su carisma,
inteligencia, y educación no son precisamente sus mejores cartas de
presentación. El mérito de Claudia es arrastrarse ante quien esté en el poder.
Yo
todavía conservo las capturas de pantalla donde Claudia me alababa por mi
trabajo, al igual que lo hizo con Lizette Clavel, mientras fue Secretaria
General de ASSA.
Ya
sabemos cuál fue el desenlace de las pasadas elecciones. En efecto, no gané y lo
sabía previamente; es muy difícil luchar contra toda una maquinaria diseñada
para aplastar al contrincante, por todas las vías posibles, aunque sean
ilegales y anti estatutarias. Sin embargo, esto no es el fin de la historia;
todo lo contrario.
Por
eso pregunto, ¿qué sigue después de las elecciones?, Es falsa la idea de que todo
acaba con la victoria de los candidatos del Secretario General. No es cierto
que no haya nada que hacer. Sí, mis estimados lectores, esto apenas comienza.
Gracias
a que hubo sobrecargos que se animaron a postularse, a realizar una campaña, y a
levantar la voz, y a comunicarse por zoom y otras plataformas con los
sobrecargos de pie, se abrió la gran posibilidad de generar en ellos el interés
por su sindicato, por conocer su ley interna, por ver la problemática desde
otros ángulos; con ojos diferentes al
discurso oficial del sindicato. Se pueden efectuar sesiones de discusión,
talleres y pláticas que abran un mundo a sus pies y es momento para seguir
trabajando por una verdadera democracia, donde gente con ideas diferentes
puedan trabajar juntos por el bien común.
Yo
estoy muy orgullosa de los valientes, que contra todo, decidieron ser una
opción más en las boletas de votación; es importante que los sobrecargos tengan
opciones para elegir a sus representantes, y no sólo candidatos únicos como sucedió
en los años más recientes en ASSA.
Ustedes
lo saben, en este proceso electoral que acaba de terminar la muerte volvió a
hacer acto de presencia. Mi hermano, el mismo que hace 16 años fue a mi casa
para llevarme con mi madre en sus últimos momentos, falleció la semana pasada.
Hoy mi mamá y “su sol” están contemplando el mismo horizonte desde el mismo
páramo al que trascendieron. Así como la muerte de mi madre marcó mi incursión
en el mundo sindical, la de mi hermano se vuelve un revulsivo que me impulsa a
seguir haciendo esto que tanto me gusta. No importa cuánto tiempo me quede de
vida, quiero seguir informándoles de los acontecimientos de la vida sindical y
aeronáutica de este país.
No
me despido, aquí seguiremos un buen rato ocupando este espacio, porque es su
razón de ser. Sé que soy incómoda para la actual representación sindical, pero
en 14 años ya se debió de haber dado cuenta que entre más nulo y opaco sea su
trabajo, entre más lagunas tenga en su administración, entre más pendientes
tenga con sus agremiados, este espacio tendrá más tela de dónde cortar. Ya
veremos si eso se corrige con la “nueva” (es un decir) representación sindical.
Prometió mucho, espero que cumpla.
P.D.
Esta columna estaba planeada para el domingo pasado. Gracias a todos por sus
abrazos y palabras de aliento. Vivamos, porque no sabemos cuánto tiempo
estaremos por estos lares. ¡Salud, por la vida!
Ximena
Garmendia
22 de noviembre 2020
20 noviembre 2020
Una disculpa
Mis estimados lectores:
Lamento mucho el no haberles avisado que la columna del pasado domingo no se iba a publicar, pero no tuve tiempo de escribirla siquiera, ese día por la mañana mi hermano mayor, Carlos, me llamó para avisarme del fallecimiento de mi hermano Gabriel, quien era tan sólo 9 años mayor que yo.
Justo ese día me disponía a escribir, es evidente que no pude, los de la funeraria fueron por el cuerpo y no se veló por la pandemia, además, había que esperar a que llegara mi hermana, que no vive en la ciudad, sino en provincia.
Les aviso que este domingo, sí habrá columna en este espacio, gracias por su paciencia.
08 noviembre 2020
En busca de los Estatutos perdidos
En
busca de los Estatutos perdidos
Queridos
lectores que me acompañan en esta columna, dicen que a veces la realidad supera
a la ficción; me gustaría que este relato fuera solamente un tema anecdótico y
que en pleno 2020 estuviera enterrado en las profundidades de las cavernas de
la ignominia, pero lamentablemente no es así.
Las
protagonistas de esta historia son dos jóvenes y valientes sobrecargos, dispuestas
a emprender las más grandes aventuras. Ellas, impulsadas por su juventud,
buscarán encontrar “Los Estatutos Perdidos”, un documento mítico y mágico, que
suele regir la vida interna de los sindicatos.
Una
se llama Osada y la otra Aguerrida, ambas se conocen desde hace tiempo, y ven
que su mundo está siendo amenazado por un villano, cuya intención es
despojarlas de todos y cada uno de sus derechos laborales, su nombre es Patlani.
Pero un villano no está completo sin un patiño; qué mejor que un aliado llamado
Blanco, que sirva de “intermediario” entre las jóvenes y el villano ñaca ñaca.
Esta
historia comienza con la creación, hace muchos años, de un documento mítico,
porque nadie lo ha visto, que estipula las funciones, derechos y obligaciones
de las jóvenes de la unión, del cual es dueño Blanco. Dicen “Las Antiguas” que
hace mucho, pero mucho tiempo atrás, se hicieron a solicitud del mandamás
mayor.
Estos
misteriosos documentos, se supone, servirían para defenderse del villano
Patlani, pues contienen una fórmula mágica muy poderosa, sin embargo, Blanco es
patiño de Patlani.
Osada
y Aguerrida están convencidas que si obtienen esos Estatutos, lograrán parar la
masacre que se avecina a los derechos labores. Así que se vistieron acorde, y
se dispusieron a entrar en la jungla de asfalto, antes conocido como D.F.
─
Ay Osada ¿estas segura que este es el camino?, esto se ve muy solitario.
─
Sí Aguerrida, antes de salir lo consulté con el Oráculo y me dijo qué camino
debíamos seguir para poder encontrar las sagradas escrituras estatutarias.
─
¿De verdad crees que podamos conseguirlas?, mira que ya antes otras jóvenes lo
intentaron y fallaron lamentablemente en el intento.
─
Por supuesto, llevo meses preparándome y ahora, después de que todos los astros
se alinearon, es el momento exacto de llevar a cabo nuestro plan.
─
Pero Blanco no nos va a dejar, ya ves, lo estuvimos buscando y no estaba en su
casa, fuimos a donde lo habían visto en últimas fechas y nadie nos pudo dar
razón de él. Además, Patlani amenaza diciendo que nos queda poco tiempo. La
verdad estoy muy asustada y confundida.
─
Calma, tienes que ser fuerte, como tu nombre significa. Nadie dijo que iba a
ser fácil, pero no podemos no intentarlo. Mira, ya se alcanza a ver algo a la
lejanía, creo que ya estamos cerca.
Ambas
jóvenes caminan por un largo y sinuoso sendero. El sol está en su cenit y se
sienten apesadumbradas por el calor. Hacen un alto en el camino para
refresacarse y poder continuar; de vez en vez voltean para ver sí la gente de
Patlani las sigue.
Desde
que el villano Patlani anunció que acabaría con todos los derechos laborales de
las jóvenes a su servicio, un viento de buscar justicia comenzó a permear en
ellas.
Después
de hacer una pausa, continuaron caminando y a lejos vieron con claridad un
edificio que estaba a las faldas de un cerro. Ahí, contaba la leyenda, tendrían
que estar los Estatutos de Blanco. Aquel mítico documento que se decía, brindaba
protección y certeza a las trabajadoras.
Llegaron
hasta la puerta del lugar y la empujaron: Era tan pesada que ambas tuvieron que
emplear todas sus fuerzas para poder ingresar al edificio. Una vez dentro, buscaron
a quien les pudiera dar razón de los documentos buscados.
─
Buenas tardes, ¿hay alguien aquí que nos pueda atender?
Comprobaron
algo que les había dicho el Oráculo: dentro del edificio el tiempo transcurre
diferente, como si fuera un mundo paralelo. Pasaron algunos minutos, pero a las
jóvenes exploradoras les pareció una eternidad. En lo alto de la escalera, de una
manera muy pausada, bajaba una especie de “duende”, encorvado y muy mal
encarado, que con una voz rencorosa e indescifrable les preguntó:
─
¿Qué se les ofrece niñas, no ven que estamos muy ocupados?
Pasó
de lado para colocarse de frente a las dos, ambas sintieron un ligero
escalofrío que les recorría la espalda. Osada, que era muy valiente, fue la
primera en hablar.
─
Disculpa que te quitemos un poco de tu valioso tiempo, pero estamos buscando
los Estatutos Perdidos.
─
¿Y traen un pergamino firmado por Blanco?, él se los tiene que autorizar; nosotros
no podemos darles nada si no traen la venia de Blanco.
─
No, no lo traemos. Respondió Aguerrida, quien empezó a sentir cómo le hervía la
sangre por dentro.
─
¿Acaso que no saben que nada puede salir de este recinto sagrado sin la
autorización de sus legítimos dueños?, Respondió el duende mal encarado.
Osada,
apretando la mano de Aguerrida, le espetó al duende.
─
¿Y no es acaso este recinto el guardián de las sagradas escrituras estatutarias?
El Oráculo claramente señaló que tenemos la libertad, pero sobre todo el
derecho de consultar nuestra ley interna, ¿cómo se atreven a negarnos ese
derecho?
─
Niñas, niñas, -dijo de forma condescendiente el duende-, no es aquí donde deben
buscar. Sin autorización previa no podemos darles nada. Pero si gustan, pueden
ir con El Mago de la Transparencia, tal vez él las pueda ayudar. Ahora deben
salir de aquí inmediatamente. Así lo ordena el sistema de referencia en
rotación.
─
¿Qué significa eso?
─
Que ya son las dos de la tarde, y que aquí ya no obtendrán nada.
Mientras
sentenciaba las iba empujando hacía la puerta, y con la última palabra terminó
cerrándoles la pesada puerta en las narices. Ambas jóvenes intercambiaron
miradas, entre asustadas, nerviosas, confundidas, y finalmente el sentimiento
que las embargo fue una desolación mayúscula.
Así
que emprendieron sus pasos rumbo a la vivienda habitada por El Mago de la Transparencia.
Debían caminar muchos kilómetros, y la tarde caería pronto; tenían que darse
prisa o las agarraría la noche y ya sería imposible continuar con su búsqueda.
Cuando
vieron que se aproximaban a su destino, el corazón de ambas empezó a latir con
mucha fuerza; se miraron y tomadas de las manos, se dieron ánimo para continuar
con su trayecto. Estaban cerca de conseguir su objetivo.
Tocaron
a la puerta, que a diferencia de la anterior, era de cristal y muy ligera.
Conocedora de las fórmulas necesarias de estos espacios, Osada gritó con voz
firme y segura:
─
Hola, buenas tardes, en busca de información nos acercamos a ti, oh poderoso Mago
de la Transparencia ¿estás aquí?, ¿nos podrías atender?
Ante
tal invocación, apareció en medio de una espesa niebla con actitud amigable.
─
¿Qué desean niñas?
─
El duende del recinto de los estatutos nos dijo que le era imposible
proporcionarnos los Estatutos Perdidos de Blanco, y nos dijo que tal vez tu
podrías ayudarnos.
─
¿Estatutos perdidos? Bueno, en realidad no creo poder ayudarlas, sin embargo,
tal vez les puedan servir estas “runas” antiguas; sirven para desentrañar
estatutos milenarios y algunas otras cosas. Lamentablemente, están en completo
desorden y sin ningún tipo de clasificación. Si de verdad quieren llegar a
ellos, tendrán que ir buscando uno a uno el Estatuto Perdido de Blanco. Pero
tengan cuidado, hay muchas entidades que se disgustarán cuando se enteren que
han llegado hasta aquí.
─
Oh, muchas gracias Mago de la Transparencia, son muchísimas runas.
─
Será un trabajo arduo y les llevará tiempo. Tienen que descifrarlas hasta
encontrar la que buscan, pero espero que les sirvan de algo.
─
Por supuesto, muchas gracias.
Ambas
jóvenes salieron de la vivienda del mago. Sabían que descifrar las runas, era
solamente el principio de un largo camino. La noche comenzaba a caer y tenían
que apretar el paso hasta llegar a un lugar seguro. Les esperaba una larga
noche sin dormir para poder llegar al conocimiento deseado.
A
la mañana siguiente, después de pasar la noche en vela, ambas encontraron entre
las múltiples runas un importante fragmento de los Estatutos Perdidos. No
estaban completos, pero eran mejor que nada. Llenas de júbilo pusieron manos a
la obra. Tenían los elementos básicos para poder luchar contra Patlani y Blanco.
Sabemos que ninguno de ellos permitirá que nuestras protagonistas sigan buscando
justicia y respeto a sus derechos laborales.
El
Oráculo le advirtió que los villanos de esta historia tienen todavía muchos
hechizos y conjuros que pueden emplear para descarrilar su misión. Entre más
cerca estén de lograrlo, la batalla se irá intensificando. Osada y Aguerrida lo
saben, y están dispuestas a seguir adelante.
Estimado
lector, lo descrito parece una fantasía, sin embargo, fue la realidad de dos
compañeras sobrecargos al servicio de Aeroméxico Connect, quienes vivieron un
viacrucis similar para conseguir un ejemplar de los estatutos del STIA, el sindicato
al cual están agremiadas. Es totalmente cierto que el Registro de Asociaciones
se negó tajantemente a entregarles una copia, porque no tenían una hoja firmada
por el Secretario General.
Es
inconcebible que en pleno 2020, los derechos laborales estén siendo mancillados
y no haya autoridad competente que defienda al trabajador. Es un derecho
fundamental que los trabajadores conozcan el contenido de los estatutos que los
rigen por estar agremiados a un sindicato. No puede permitirse que se manejen
como información clasificada, o reservada a unos cuantos ungidos por el
Secretario General.
Es
terrible simulación por parte de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social
“pararse el cuello” con la Reforma Laboral de 2019, especialmente con el
apartado que versa sobre la “Democracia Sindical”, mientras en su propia
dependencia les nieguen una pinchurrienta copia de sus estatutos.
¿Acaso
la autoridad laboral considera “normal” que un trabajador tenga que realizar
actos de nigromancia para acceder a la información básica de su gremio?, ¿De
qué le sirve a la clase trabajadora que se haya reformado el artículo 365 Bis
de la Ley Federal del Trabajo, para obligar al Registro Público Nacional
Sindical a ser depositario de los Estatutos sindicales y a “publicitarlos”, si
en los hechos no lo va a hacer?
Más
allá del tema laboral, y de la reforma incompleta, no debemos hacer menos un
peligroso foco rojo relativo a la equidad de género. Los representantes del
sindicato STIA son hombres, y en su mayoría forman parte de una misma familia.
Quienes se supone deben velar por los derechos de un poco más de 600 mujeres, han
mantenido una actitud grave y constante de mantenerlas sobajadas e ignoradas.
El ejemplo aquí narrado de los Estatutos, es solo la punta de iceberg.
La
Secretaría de Trabajo tiene una enorme oportunidad, Hoy en manos de una persona
joven, y además mujer. Nos dicen que es emprendedora, inteligente y valiente.
Escribo estas líneas con la esperanza que ella y el gobierno actual tomen
cartas en el asunto; ya son muchos los casos denunciados, y espero estar
entendiendo mal cuando veo que solamente han hecho oídos sordos.
Ximena
Garmendia
8 de noviembre 2020
01 noviembre 2020
Capítulo 11: las declaraciones y los hechos
Capítulo
11: las declaraciones y los hechos
En
esta columna, mis estimados lectores, registraremos la cadena de intrigas y
corrupción cobijadas y justificadas con un solo argumento: el famoso Capítulo
11 al que se acogió Grupo Aeroméxico el día 30 de junio del presente año, y que
se tramita con el número de caso 20-11563 (SCC), en una corte de Nueva York, en
los Estados Unidos de Norteamérica.
El 1°
de julio de este año, Andrés Conesa, Director de Aeroméxico, declaró: “Estamos
muy satisfechos de tan pronta resolución y aprobación del Tribunal a estas
primeras peticiones, que ayudan a garantizar la continuidad de las operaciones
durante este proceso”. Ese optimismo contrasta con lo que en los hechos
está pasando entre sus trabajadores. ¿Sabían ustedes que la empresa y sus
directivos están utilizando el Capítulo 11 para implementar prácticamente la
esclavitud en la aviación?
Pareciera
que Aeroméxico al entrar Capítulo 11, también entró a un espacio ignoto y
oculto tras un velo opaco que no permite ver más allá; y es que aprovechando
las circunstancias, la aerolínea del caballero Águila asume actitudes que se
convierten en amenazas a sus trabajadores.
Partamos
de que el proceso legal denominado “Capítulo 11” es público. Tan lo es que es
posible corroborar que con el plan de reestructura que están manejando, Aeroméxico
(50% propiedad de Delta Airlines) y Apollo Global Manegement, lo que buscan es acercarse
al modelo laboral de las aerolíneas de bajo costo, sin embargo, en el país no
existe ninguna aerolínea bajo dicho esquema. Las aerolíneas que se autodefinen
como de bajo costo, son en realidad un modelo híbrido entre una aerolínea
tradicional y una de bajo costo.
Tampoco
es un secreto que Aeroméxico no escatima epítetos de alabanza para Andrés
Conesa Labastida, y decir que gracias a su talento y visión es que el futuro de
la empresa es prometedor. Sin embargo, en el caso de los sobrecargos y con base
en las evidencias recopiladas, no me queda más que decir que existe una fuerte
colusión entre empresa y sindicato.
Aeroméxico,
dentro del Capítulo 11, declaró “pagos” a los sindicatos por variados
conceptos, pero siendo realistas los únicos conceptos que existen por que la
empresa entregue dinero al Sindicato de Sobrecargos es por cuotas sindicales, y
por la cláusula de la ayuda para festejar el Aniversario de ASSA, y en el caso de
los sobrecargos al servicio de Aerovías, también la ayuda anual por concepto de
beca escolar.
Y es
que según la última circular informativa de “Ingresos y Egresos” del sindicato,
emitida en febrero de este año, ASSA recibió por concepto de “cuotas
sindicales” $2,321,566.00 (Dos millones trescientos veintiún mil quinientos
sesenta y seis pesos 00/100). Sin embargo, la empresa afirma que durante los
meses de abril, mayo y junio le entregó al sindicato USD$1,308,177.00; un
millón trescientos ocho mil, ciento setenta y siete dólares, repito, dólares,
no pesos.
Nuestra
ley interna es muy clara, el único pago que podemos recibir es bajo los conceptos
arriba detalllados. Cualquier otro tipo de “compensación económica” por parte
de la empresa para el sindicato, debe tomarse como lo que es: compra de
voluntades y soborno, para que le rinda cuentas a la empresa y no a los
agremiados.
Ahí no
para el asunto, dentro del mismo concurso mercantil, la empresa documenta que entregó
bajo la figura de “comodato”, una camioneta marca Ford Expedition Platinum MAX
4x4, Modelo 2020; lo más llamativo aquí es que, a pesar de estar en “comodato”
para la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México, con domicilio
en la calle de Patricio Sanz 751, en la colonia Del Valle, Alcaldía Benito
Juárez, la camioneta de lujo fue entregada en una dirección diferente, que no
corresponde ni a la sede sindical, ni a la guardería que se tiene en la colonia
Peñón de los Baños. Fue entregada en la calle San Francisco 1626 despacho 101,
en la misma colonia Del Valle.
Otro
botón de ejemplo de cómo el Capítulo 11 se puede volver una venda para los ojos
del trabajador: la empresa del caballero Águila mandó al sindicato de
sobrecargos una solicitud de “recorte” a los Contratos Colectivos de Trabajo.
Sin embargo, en una maniobra sucia de colusión, el documento en cuestión jamás
fue mostrado por la representación sindical. En lugar de publicarlo tal y como
lo envía la empresa, el sindicato elaboró una “transcripción”, supuestamente
con lo pedido por la empresa. Por supuesto, la duda subyace sobre la veracidad
de la petición de la empresa y sus alcances, que a decir del líder sindical,
son en términos de terror.
Que los
sobrecargos a estas alturas desconozcan qué es lo que la empresa les está
pidiendo, suena más a una estrategia por parte del Secretario General de
“inflar” la petición y hacerla lucir verdaderamente escabrosa, para que al
momento de los recortes, él pueda salir y decir “defendimos los contratos lo
más se que pudo y vean compañeros, hemos logrado que no nos quiten a), b), c),
etc.”
No es
casualidad tampoco que esto suceda días previos a las votaciones internas en
ASSA, para la elección de un tercio de la representación sindical. Por un lado
el sindicato dice que no es la empresa sino el “inversionista” quien pide
reajustes, y pide a sus agremiados que le crean cuando dice que respondió con
una negativa rotunda y recordándoles que los sobrecargos siempre han apoyado a
la empresa.
A
todas luces el Sindicato se enredó en su propio galimatías. Declaraciones
contradictorias están sobre la mesa. Mientras la Secretaria del Tribunal de
Honor y Justicia se arroga funciones de “vocera”, tal vez porque la compañera
que encabeza la Secretaría de Prensa es un fantasma inexistente, contradice al
Secretario General cuando dice “Es una propuesta inicial de la empresa hacia
los sobrecargos. Todo esto se va a dialogar, a conceptuar con la empresa, sobre
todo en beneficio de los sobrecargos de Aeroméxico”, comentó Claudia
Quijas, portavoz del sindicato, según una entrevista publicada por el medio
digital A21. Al mismo tiempo, el Secretario General, tanto en circulares como
en su muro personal de la red social Facebook, repite con vehemencia que le
había dicho “no” a la propuesta presentada por la empresa.
Por
tanto, me parece deleznable que usando como pretexto al Capítulo 11, empresa y
sindicato estén en franca colusión con la única finalidad de mermar las
condiciones laborales de los sobrecargos. El ataque es frontal y despiadado; no
repara en las condiciones mínimas de un estado de derecho. Deja en la
indefensión total al trabajador, privándolo no solo de sus derechos, sino
incluso de la posibilidad de defenderlos. Ninguna reestructura, ninguna
inversión, ningún inversionista por más poderoso que sea, y por más dura que
sea la crisis justifica que se rompa el equilibrio entre los factores de la
producción. Yo, como trabajadora, no pienso quedarme callada ante esta vileza.
Ximena Garmendia
1° de noviembre 2020