Ya en serio: ¿esto es competencia?
Rosario Avilés
Ya lo decían las abuelitas: de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Así parece suceder con los casos y resoluciones que la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) lleva adelante en el caso del transporte aéreo.
Sólo recordemos lo que sucedió con nuestras aerolíneas: gracias a la imposibilidad de crear una gran concentradora aérea que le diera viabilidad tanto a Aeroméxico como a Mexicana, el país terminó perdiendo a su aerolínea más antigua con toda su experiencia y profesionales de alto nivel.
Entre las consecuencias que desató la desaparición de Mexicana fue que en la relación bilateral México-Estados Unidos nuestro país perdió reciprocidad, pues el 75 por ciento del mercado quedó en manos de aerolíneas estadunidenses.
Lo que agrava este problema es que la Cofece, lejos de haber entendido que sus resoluciones no ayudan a los mexicanos a tener mejores empresas que compitan en el exterior, celebra como un éxito que las aerolíneas extranjeras sean dueñas casi absolutas de ese mercado.
Algo similar ocurre ahora con el tema de los slots en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). La cuasi-guerra que emprendió Cofece para –según ellos- ordenar la asignación de slots en el AICM ha tenido efectos perversos.
En primer lugar, mucha de la información que el equipo de investigación reunió alrededor del uso de los horarios de despegues y aterrizajes del AICM estaba sesgada e incluso equivocada (por ejemplo, se tomaron las operaciones de helicóptero como usuarias de slots, tal como si fueran aeronaves).
Con base en esos datos la Cofece se lanzó a otra cruzada –mediática- para lograr consenso en su afán por meterse a decidir quién debía regular el asunto de los slots. Y de ahí nació su idea de tener un ente autónomo que gestionara los slots en aeropuertos saturados.
Es decir, no basta con el Comité de Horarios que está previsto en la Ley ni las herramientas que la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) tiene previstas para estos casos, ahora tenemos que crear nuevas instituciones que impliquen más burocracia y sobre todo más normatividades. Y está la iniciativa en el Senado, pero mientras tanto la cosa se puso peor.
Una vez que Delta y Aeroméxico hicieron saber su interés en conformar una joint-venture, la Cofece emitió su opinión pidiéndole a Aeroméxico dejar 8 slots en el AICM y, por su parte, el Departamento del Transporte de los Estados Unidos (DOT) también penalizó a las dos empresas con 28 slots, aunque en dos fases.
Dichos slots ya han sido entregados por las aerolíneas solicitantes del permiso, pero es el DOT de los Estados Unidos el que ha decidido quién y cuándo volará entre el AICM y el JFK de Nueva York. Para abrir boca, de 10 slots pedidos por aerolíneas de Estados Unidos, los 10 les fueron concedidos; en contraposición, de 8 solicitados por empresas mexicanas, apenas les fueron otorgados cuatro.
Esto ahonda la disparidad de la que ya hablábamos, de forma tal que un país que tiene una aviación veinte veces más grande que la nuestra tiene más del 75 por ciento del mercado entre ambas naciones y nuestra comisión de competencia le da argumentos (con todo y los bemoles que ya comentamos) para que esta asimetría crezca ¡y todavía cree que ESO es competencia!
Supongamos que lo han hecho con la mejor de las intenciones. Lo cierto es que este resultado habla por sí solo: en el reinado de Trump, vamos y entregamos a quien nos está golpeando la decisión de quién volará a nuestra casa. ¡Ni como ayudarles!
Lo oí en 123.45:Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
raviles_2@prodigy.net.mx
twitter: @charoaviles