Lo barato sale caro

Es posible que usted se haya enterado de que hay un grupo de mexicanos varados en España porque no tienen lugar en los vuelos de Aeroméxico, por lo que algunos han lanzado una campaña en contra de la línea aérea.
Sin embargo, Aeroméxico no es responsable de la comercialización de estos boletos como lo explicó a través de un comunicado de prensa la semana pasada, sino algunos de sus trabajadores como los pilotos.
En la época que esta línea aérea era mal administrada por el gobierno, sus trabajadores obtuvieron la conquista laboral de que la empresa les tuviera que dar boletos de avión sujetos a condiciones de disponibilidad, es decir, a que sobren lugares en los vuelos. Quien los adquiere debe saber que están en una lista de espera que inicia cuando el último boleto bien vendido ha ocupado su lugar.
La idea original era que los trabajadores usaran estos boletos para ellos mismos y sus familiares; sin embargo, una práctica particularmente común es que los revendan a terceros a precios inferiores a los del mercado.
Tradicionalmente, los boletos a Europa tienen una gran demanda en verano por lo que no hay espacios disponibles para los de este tipo de casi cortesías y como consecuencia, hoy hay personas que están varadas.
Aquí hay varias afirmaciones: Aeroméxico no es responsable de lo que hagan sus trabajadores con estos boletos y son ellos quienes deben responder a quienes se los vendieron.
Si Aeroméxico fletara un avión o algo así, iría en contra del propio patrimonio de los trabajadores y accionistas de la propia empresa.
Que ha llegado el momento de revisar esta conquista laboral, que evidentemente está siendo mal utilizada por los trabajadores, incluso causando desprestigio a la marca que ellos deberían proteger, porque hasta el momento es su fuente de trabajo.
BARBAS A REMOJAR
Mexicana de Aviación se hundió no sólo por la mala administración de Gastón Azcárraga, que únicamente precipitó la quiebra, sino al gran cúmulo de conquistas laborales.
Quienes hoy hacen mal uso de los recursos de Aeroméxico deberían ver el calvario que siguen atravesando los sobrecargos de Mexicana de Aviación.
Los que han seguido un camino individual tienen que luchar en contra del fideicomiso constituido en Ixe Banco que, a pesar de los laudos, sigue negándose a pagar. Los que han recorrido el camino de la legalidad se encuentran en una posición mucho peor.
A unos pocos días de que el 28 de agosto se cumplan seis años del cierre de esta empresa, los extrabajadores no han podido  hacer efectivos sus derechos a pesar de los laudos judiciales a su favor.
Algunos de ellos ven con envidia cómo algunos de sus excompañeros, que se han vinculado con organizaciones políticas de presión, han obtenido mejores resultados que ellos.
Denuncian que el fiduciario ha hecho operaciones fuera del marco legal y que han sido toleradas por las autoridades financieras, lo que impide recuperar lo que por ley les corresponde.
Banorte/Ixe ha respondido una y otra vez al presidente de la Junta Especial 3 bis de la Federal de Conciliación y Arbitraje que no tiene recursos para dárselos a los trabajadores, aun cuando en autos se ha demostrado que sí existen los fondos.
El fideicomiso invirtió recursos en Ficrea, Mi Casita y algunos otros de riesgo a pesar de que, señalan los trabajadores, eso está prohibido por ley.
La Secretaría del Trabajo, en particular el subsecretario Rafael Avante, es señalado por los trabajadores como un factor fundamental en la búsqueda de sus derechos e incluso ha tenido un papel fundamental para que un grupo de 15 sobrecargos sea parte de los procesos de embargo.
ABIERTOS
Los trabajadores de Aeroméxico deberían ver en estas lamentables historias humanas un vistazo a lo que podría ser su futuro. No sólo por la presión que generan empresas como Interjet o Volaris, sino por lo que cada vez es un hecho más evidente: México camina ineludiblemente hacia una política de cielos abiertos, en los cuales se operará de manera internacional contra empresas mucho más grandes que no tienen por qué cargar con conquistas laborales absurdas, heredadas de épocas en las que los administradores estaban convencidos que los recursos de la empresa podrían tirarse abiertamente a la basura para mantener tranquila a la base trabajadora.
Es momento que los trabajadores de Aeroméxico entiendan que obtener pingües ganancias a costa de la empresa no es una buena decisión.