Rosario Avilés
Resarcir el patrimonio perdido
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Un tema que los economistas neoliberales suelen soslayar porque es incómodo y no tienen respuesta para ello, es el cómo resarcir el patrimonio de una empresa en quiebra. Sobre todo cuando se esconde en la opacidad de las “malas decisiones”, del tortuguismo, del “dejar hacer” de los pésimos gobernantes y del delito franco.
El patrimonio de Mexicana de Aviación sigue perdido. Nadie sabe (y tal vez nunca lo sabremos) qué fue lo que en verdad ocurrió con todo el capital que la empresa tenía. Se saben cosas aisladas y se tienen algunos bienes que, poco a poco, se han ido rematando, aunque aun no hay justicia.
Hoy sólo quedan dos fuentes: el Fideicomiso que se creó para recuperar el MRO, empresa que, al parecer, está operando bien y, por otro lado, los 9 aviones, equipo de operaciones y enseres varios que quedaronen las diversas oficinas que la aerolínea tenía en México y el extranjero.
Sobre el MRO se sabe que esta empresa puede valer cientos de millones de dólares: posee un grupo de trabajadores con capacitación excelente y las certificaciones de las autoridades aeronáuticas de varios países, incluido Estados Unidos y la Unión Europea.
Si esta empresa se vende bien, el monto que se obtenga sí serviría para liquidar a los trabajadores. Estamos hablando de los 8,650 trabajadores más, se supone, los fideicomisos de los trabajadores jubilados.
Hablamos de los fideicomisos de sobrecargos jubilados y del fideicomiso de los pilotos que estaban por jubilarse. Estos instrumentos se establecieron en la época en que Fernando Flores fue director de la empresa y su estructura se desarrolló con objeto de soportar el desembolso que suponía el pensionar a trabajadores con tantos años de servicio, a través de un mecanismo que fuera alimentándose con aportaciones de los propios trabajadores y de la empresa.
El esquema fue creado con mucha inteligencia para permitir que una gran cantidad de sobrecargos y pilotos que estaban por retirarse entre los años 2010 y 1016 lo hicieran de una forma ordenada y sin sufrir menoscabo en su patrimonio.
Pero el fideicomiso debió fondearse de forma sistemática y responsable y esta fue una de las muchas cosas que la administración de Posadas no hizo nunca. De ahí los reclamos y la necesidad de que se haga justicia. A los trabajadores se les descontó religiosamente el monto de su aportación, pero ni éstas ni la parte patronal aparecieron nunca. Esto tiene un nombre duro pero simple: es un robo.
Recientemente unos 400 sobrecargos recibieron una parte equivalente a 4 meses de salario a través de una demanda ganada en tribunales. Otros 300 que también demandaron a través de su sindicato, están recibiendo un monto similar. Esto se llama “pago de sobrevivencia”, pues apenas significa una mínima parte de lo que se les debe, equivalente a más de 90 meses de salario.
El equipo de operaciones y los enseres han ido saliendo poco a poco. Lo que es inconcebible es que todavía haya quien pretenda sacar provecho de inversiones como la que Mexicana tuvo en Alas de América en coinversión con Aeroméxico.
Nos referimos al abogado Jorge Gastélum, quien compró por mil pesos las acciones de Mexicana y aún quiere seguir medrando con ello. Nunca debemos olvidar que todo esto fue posible porque la administración de Felipe Calderón, ignorando las obligaciones del Estado mexicano, cerró los ojos, definió esto como un asunto entre particulares y permitió el despojo que todavía pesa sobre los trabajadores. ¡Y ahora quieren repetir!
El patrimonio de Mexicana de Aviación sigue perdido. Nadie sabe (y tal vez nunca lo sabremos) qué fue lo que en verdad ocurrió con todo el capital que la empresa tenía. Se saben cosas aisladas y se tienen algunos bienes que, poco a poco, se han ido rematando, aunque aun no hay justicia.
Hoy sólo quedan dos fuentes: el Fideicomiso que se creó para recuperar el MRO, empresa que, al parecer, está operando bien y, por otro lado, los 9 aviones, equipo de operaciones y enseres varios que quedaronen las diversas oficinas que la aerolínea tenía en México y el extranjero.
Sobre el MRO se sabe que esta empresa puede valer cientos de millones de dólares: posee un grupo de trabajadores con capacitación excelente y las certificaciones de las autoridades aeronáuticas de varios países, incluido Estados Unidos y la Unión Europea.
Si esta empresa se vende bien, el monto que se obtenga sí serviría para liquidar a los trabajadores. Estamos hablando de los 8,650 trabajadores más, se supone, los fideicomisos de los trabajadores jubilados.
Hablamos de los fideicomisos de sobrecargos jubilados y del fideicomiso de los pilotos que estaban por jubilarse. Estos instrumentos se establecieron en la época en que Fernando Flores fue director de la empresa y su estructura se desarrolló con objeto de soportar el desembolso que suponía el pensionar a trabajadores con tantos años de servicio, a través de un mecanismo que fuera alimentándose con aportaciones de los propios trabajadores y de la empresa.
El esquema fue creado con mucha inteligencia para permitir que una gran cantidad de sobrecargos y pilotos que estaban por retirarse entre los años 2010 y 1016 lo hicieran de una forma ordenada y sin sufrir menoscabo en su patrimonio.
Pero el fideicomiso debió fondearse de forma sistemática y responsable y esta fue una de las muchas cosas que la administración de Posadas no hizo nunca. De ahí los reclamos y la necesidad de que se haga justicia. A los trabajadores se les descontó religiosamente el monto de su aportación, pero ni éstas ni la parte patronal aparecieron nunca. Esto tiene un nombre duro pero simple: es un robo.
Recientemente unos 400 sobrecargos recibieron una parte equivalente a 4 meses de salario a través de una demanda ganada en tribunales. Otros 300 que también demandaron a través de su sindicato, están recibiendo un monto similar. Esto se llama “pago de sobrevivencia”, pues apenas significa una mínima parte de lo que se les debe, equivalente a más de 90 meses de salario.
El equipo de operaciones y los enseres han ido saliendo poco a poco. Lo que es inconcebible es que todavía haya quien pretenda sacar provecho de inversiones como la que Mexicana tuvo en Alas de América en coinversión con Aeroméxico.
Nos referimos al abogado Jorge Gastélum, quien compró por mil pesos las acciones de Mexicana y aún quiere seguir medrando con ello. Nunca debemos olvidar que todo esto fue posible porque la administración de Felipe Calderón, ignorando las obligaciones del Estado mexicano, cerró los ojos, definió esto como un asunto entre particulares y permitió el despojo que todavía pesa sobre los trabajadores. ¡Y ahora quieren repetir!
Lo oí en 123.45:Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
raviles_2@prodigy.net.mx
Twitter:@charoaviles