24 marzo 2015

DE LA COLUMNA DE ROSARIO AVILÉS

Opinion de
(Rosario Avilés)




Las lecciones de la historia

La complejidad que acusa la industria del transporte aéreo se ha vuelto proverbial. Sólo quien ha tenido la responsabilidad de administrar y operar una aerolínea puede imaginarse la cantidad de factores que hacen que la planeación en este sector sea una obra de filigrana y casi cualquier cosa puede dar al traste con años de trabajo. Si, además, esa aerolínea opera en países como el nuestro, el margen de incertidumbre puede complicar aún más la situación.
Ahora que viene la temporada alta de Semana Santa es probable que muchos vuelos estén saturados, si no es que sobrevendidos, y si se origina en ciudad de México habrá que armarse de paciencia porque, por su saturación, una demora puede ser fatal y se potencia en cascada.
El tema da para mucho ahora que se habla de los derechos de los pasajeros. En Chile, por ejemplo, existe una nueva ley que castiga con multas fuertes a las aerolíneas que sobrevendan sus vuelos. A ello, el CEO de la principal aerolínea, LATAM (fusión de Lan Chile y TAM de Brasil) respondió que si no se admite la sobreventa, la industria quiebra.
Claro, suena un poco exagerado decirlo así, pero tiene una lógica: es tan pequeño el margen que se obtiene y éste depende tanto del factor de ocupación, que se requiere un tino muy preciso para definir cuántos pasajes deben ser vendidos en un vuelo determinado y asegurar que se cumpla.
Usualmente, explicó Enrique Cueto, CEO de LATAM, existe alrededor de un 10 por ciento de pasajeros que no llegan a su vuelo. Esto ocurre en todas las aerolíneas y este “no show” como se le dice, tiene diversas razones que van desde cambios de planes hasta enfermedad.
El asunto es que si las aerolíneas no pudieran vender estos boletos y hubiese demanda para esos asientos, hay una pérdida. En esta industria, donde el margen de ganancia apenas roza el 3 por ciento en el mejor de los casos, este elemento es crítico pues además, las temporadas altas ayudan a paliar los meses en que el pasaje se viene abajo.
Es claro que el pasajero tiene sus derechos y hay que buscar que se respeten, pero no al grado de que las aerolíneas terminen perdiendo, porque a la postre nadie se hace responsable de ello más que los inversionistas. En última instancia, los que sufren son los trabajadores y al final los propios usuarios que se quedan sin opciones.
El sector es tan delicado que una mala política de aviación puede retrasar años a un país. Recordemos cómo el que fuera titular de Comunicaciones y Transportes en el sexenio de Calderón, Juan Molinar Horcasitas, decidió —asesorado por ciertas consultoras extranjeras— que en México no había lugar para dos troncales.
Esta idea nunca fue externada públicamente ni sujeta a la discusión de los afectados, pero a la postre concluyó con que Mexicana dejara de volar y muchos inversionistas (socios de Posadas), usuarios que compraron boletos, proveedores, agentes de viajes y obvio, los trabajadores, resultaron seriamente dañados. Si se hubiese sabido, muchos no habrían perdido su dinero.
Hoy no hay solo dos troncales, sino tres. En términos netos el país no se ha recuperado del todo del descalabro que se generó, pues las aerolíneas mexicanas perdieron mucho tráfico internacional.
Por ello es que las políticas públicas tienen que ser explícitas y públicas y si son consensadas, mejor. Es importante aprender las lecciones que nos da la historia.
Lo oí en 123.45:Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
raviles_2@prodigy.net.mx