Opinión de
(Rosario Avilés)
(Rosario Avilés)
Los olvidados
Rosario Avilés | Opinión | Fecha: 2013-03-05 | Hora de creación: 10:49:04 | Ultima modificación: 10:49:05
En el litigio que se sigue dentro del Concurso Mercantil de Mexicana de Aviación han surgido muchos protagonistas. Desde el Grupo Posadas, con propietarios y empleados de angora incluidos, hasta los sedicentes nuevos dueños, los posibles inversionistas, los imposibles, los funcionarios del gobierno anterior y los de éste, los jueces, interventores, directivos, líderes, etcétera.
De todos ellos se ha dicho algo, todos han mostrado sus intenciones, sus afectos y desafectos, sus argumentos y contra-argumentos. Todos tienen tribuna y todos buscan preservar sus intereses.
Sin embargo, como en todos los casos donde hay posibles delitos, donde las cosas no se hicieron apegadas al derecho, la ética y la transparencia, siempre existen personas a las que se afecta y que nadie recuerda: los olvidados. En este caso, los olvidados son los trabajadores de la aviación y entre los trabajadores, los jubilados de Mexicana. Se trata del grupo más vulnerable entre los vulnerables.
Como ya se ha comentado en otras ocasiones, el régimen laboral de los tripulantes tiene muchas particularidades en razón de las condiciones a las que están sometidos. Cualquiera que haya viajado en avión sabe que el ambiente en que se desarrolla esta actividad no es precisamente “normal”. Hay muchos viajeros frecuentes que han enfrentado malestares circulatorios en lo que se ha dado en llamar “síndrome de la clase turista”. No debiera extrañar, entonces, que una persona que continuamente está sometida a condiciones de este tipo (presurización, jet lag, cambios de altura, horarios de trabajo discontinuos, lejanía familiar, etcétera) tenga un desgaste físico y emocional más acusado que el de una persona que lleva una vida menos complicada (y que de por sí ya es tema de estudios sobre el estrés de la vida moderna).
Por esas y otras razones —algunas de ellas hasta cierto punto discriminatorias en el caso de los sobrecargos, pues se busca que la apariencia sea juvenil— las empresas aéreas suelen establecer para los tripulantes límites de años para trabajar en ellas.
En el caso de Mexicana, los sobrecargos contratados antes de 1989 tenían como plazo máximo 23 años de servicio para las mujeres y 28 para los hombres. Por esta razón, el Seguro Social no podía otorgarles una pensión completa, de modo que entre las muchas soluciones que se buscaron para paliar los efectos de la pérdida de poder adquisitivo, en diciembre del 2001 se estableció un Fideicomiso en Banorte (y que ha cambiado de institución varias veces) fondeado con 124 millones de pesos y que se capitalizaría a un plazo de 20 años hasta completar 1,500 millones de pesos, suficientes para pensionar a 650 jubilados de la empresa.
Quienes fueron contratados después de 1989 establecieron con la empresa otro fideicomiso con 100 millones de pesos iniciales que nunca fue utilizado, pues la edad de retiro se amplió hasta los 30 años de servicios y hasta agosto de 2010, fecha en que la empresa entró en Concurso Mercantil, ningún sobrecargo se había retirado y pensionado en este régimen.
Vale aclarar que el dinero de estos fideicomisos fue pactado en Contratos Colectivos como parte de las percepciones salariales, de forma que estamos hablando de un dinero ganado con trabajo, no de regalos ni de percepciones ilegales o grises.
Sin embargo, se sabe que la empresa administrada por los hoy pujantes empresarios de Posadas no fondeó los fideicomisos y que el primero de ellos tenía en agosto del 2010 sólo 91 millones que, con intereses, hoy debería acumular 97.5 millones.
Los jubilados cobraban regularmente sus pensiones hasta agosto del 2010 y a partir de ahí han recibido sólo parcialidades y desde agosto del 2012 ni un centavo de estos dineros que, se supone, el fideicomiso debería entregarles.
A pesar de que los jubilados solicitaron información a la Consar vía mecanismo de transparencia, la respuesta fue que ellos “carecen de interés jurídico”, pues este asunto es entre el fiduciario y la empresa, en Concurso Mercantil, vale decir.
Es una pena que entre tantos dimes y diretes, entre tanto interés, impunidad y desaseo, nadie piense en estos hombres y mujeres mexicanos que tantos servicios prestaron a los usuarios del transporte aéreo. ¡Qué vergüenza para este país!
Lo oí en 123.45: Aeromar ha sumado a su equipo a Fernando Flores, un directivo de amplísima experiencia y que sin duda hará una excelente labor. Recordemos que, durante su gestión al frente de Mexicana, Flores logró remontar enormes retos en esa época de crisis. ¿Cómo olvidar que en aquellos años difíciles para esa empresa emblema supo traer esperanza e incorporar flota de nueva generación? Recordemos aquel par de aviones, el “¿No que no?” y el “Vamos por más”, augurios ambos de mejores tiempos para nuestra golpeada aviación mexicana.
Rosario Avilés
raviles_2@prodigy.net.mx
De todos ellos se ha dicho algo, todos han mostrado sus intenciones, sus afectos y desafectos, sus argumentos y contra-argumentos. Todos tienen tribuna y todos buscan preservar sus intereses.
Sin embargo, como en todos los casos donde hay posibles delitos, donde las cosas no se hicieron apegadas al derecho, la ética y la transparencia, siempre existen personas a las que se afecta y que nadie recuerda: los olvidados. En este caso, los olvidados son los trabajadores de la aviación y entre los trabajadores, los jubilados de Mexicana. Se trata del grupo más vulnerable entre los vulnerables.
Como ya se ha comentado en otras ocasiones, el régimen laboral de los tripulantes tiene muchas particularidades en razón de las condiciones a las que están sometidos. Cualquiera que haya viajado en avión sabe que el ambiente en que se desarrolla esta actividad no es precisamente “normal”. Hay muchos viajeros frecuentes que han enfrentado malestares circulatorios en lo que se ha dado en llamar “síndrome de la clase turista”. No debiera extrañar, entonces, que una persona que continuamente está sometida a condiciones de este tipo (presurización, jet lag, cambios de altura, horarios de trabajo discontinuos, lejanía familiar, etcétera) tenga un desgaste físico y emocional más acusado que el de una persona que lleva una vida menos complicada (y que de por sí ya es tema de estudios sobre el estrés de la vida moderna).
Por esas y otras razones —algunas de ellas hasta cierto punto discriminatorias en el caso de los sobrecargos, pues se busca que la apariencia sea juvenil— las empresas aéreas suelen establecer para los tripulantes límites de años para trabajar en ellas.
En el caso de Mexicana, los sobrecargos contratados antes de 1989 tenían como plazo máximo 23 años de servicio para las mujeres y 28 para los hombres. Por esta razón, el Seguro Social no podía otorgarles una pensión completa, de modo que entre las muchas soluciones que se buscaron para paliar los efectos de la pérdida de poder adquisitivo, en diciembre del 2001 se estableció un Fideicomiso en Banorte (y que ha cambiado de institución varias veces) fondeado con 124 millones de pesos y que se capitalizaría a un plazo de 20 años hasta completar 1,500 millones de pesos, suficientes para pensionar a 650 jubilados de la empresa.
Quienes fueron contratados después de 1989 establecieron con la empresa otro fideicomiso con 100 millones de pesos iniciales que nunca fue utilizado, pues la edad de retiro se amplió hasta los 30 años de servicios y hasta agosto de 2010, fecha en que la empresa entró en Concurso Mercantil, ningún sobrecargo se había retirado y pensionado en este régimen.
Vale aclarar que el dinero de estos fideicomisos fue pactado en Contratos Colectivos como parte de las percepciones salariales, de forma que estamos hablando de un dinero ganado con trabajo, no de regalos ni de percepciones ilegales o grises.
Sin embargo, se sabe que la empresa administrada por los hoy pujantes empresarios de Posadas no fondeó los fideicomisos y que el primero de ellos tenía en agosto del 2010 sólo 91 millones que, con intereses, hoy debería acumular 97.5 millones.
Los jubilados cobraban regularmente sus pensiones hasta agosto del 2010 y a partir de ahí han recibido sólo parcialidades y desde agosto del 2012 ni un centavo de estos dineros que, se supone, el fideicomiso debería entregarles.
A pesar de que los jubilados solicitaron información a la Consar vía mecanismo de transparencia, la respuesta fue que ellos “carecen de interés jurídico”, pues este asunto es entre el fiduciario y la empresa, en Concurso Mercantil, vale decir.
Es una pena que entre tantos dimes y diretes, entre tanto interés, impunidad y desaseo, nadie piense en estos hombres y mujeres mexicanos que tantos servicios prestaron a los usuarios del transporte aéreo. ¡Qué vergüenza para este país!
Lo oí en 123.45: Aeromar ha sumado a su equipo a Fernando Flores, un directivo de amplísima experiencia y que sin duda hará una excelente labor. Recordemos que, durante su gestión al frente de Mexicana, Flores logró remontar enormes retos en esa época de crisis. ¿Cómo olvidar que en aquellos años difíciles para esa empresa emblema supo traer esperanza e incorporar flota de nueva generación? Recordemos aquel par de aviones, el “¿No que no?” y el “Vamos por más”, augurios ambos de mejores tiempos para nuestra golpeada aviación mexicana.
Rosario Avilés
raviles_2@prodigy.net.mx