03 julio 2012

DE LA COLUMNA DE ROSARIO AVILÉS

El cielo NO es azul
Rosario Avilés |  Opinión     2012-07-03  | Hora de creación: 21:44:17 | Ultima modificación: 01:51:46




 Del idilio democrático al desencanto de la ineficiencia y la corrupción, el electorado mexicano decidió retirarle su confianza a Acción Nacional.  Su ex dirigente Germán Martínez publicó ayer una síntesis que, son seguridad, no maquiló en la misma noche del domingo, sino que es resultado de la certidumbre anticipada de la derrota blanquiazul.

 Y en ese mea culpa, Martínez alude a las muchas pifias del panismo hecho gobierno. Es obvio —sólo la mezquindad y la deshonestidad podría decir lo contrario— que la responsabilidad de la debacle no recae en Josefina y su equipo de campaña, sino que es el resultado directo de esos errores que, añade Martínez, defraudaron a los ciudadanos.

 Varios de estos errores (y conste que sólo hablamos de un sector específico que es el que conocemos a profundidad) se cometieron en contra del transporte aéreo mexicano. Basta ver hoy a la aviación nacional para saber que por aquí pasó Atila y que en muchos años no volverá a crecer el pasto sobre la tierra devastada.

 Pero no se vaya a creer que sólo Calderón y su equipo atentaron contra este otrora sector líder de la economía mexicana. El sexenio de Vicente Fox empezó a desmantelar y a prostituir desde el mismo inicio de su gestión todo lo tocante al transporte aéreo.

 Antes aún de tomar posesión, el equipo Foxista liderado por Pedro Cerisola y Ernesto Velasco, ya habían formado un grupo “de análisis” para imponer la decisión del sitio del nuevo aeropuerto capitalino.

 Así lo presentaron y así lo condujeron incluso antes de conocer la información relativa a los dos sitios probables. “Va a ser en Texcoco” decía Cerisola a todos cuanto lo escuchaban, mientras supuestamente organizaba una pasarela que hiciera las veces de “consulta democrática”, mientras tenían ya entregado su placet a los interesados en ese proyecto.

 Cualquier parecido con el actual subsecretario de Transporte que por una parte dice hacer su trabajo de apoyar el regreso de Mexicana y por el otro se dedicó durante meses a bloquear esa posibilidad y hoy a gozar de los frutos de ese bloqueo en el desgaste que ha sufrido el asunto, no es coincidencia.

 Ese ha sido el signo de los gobiernos panistas: decir una cosa y hacer otra. Quizá en esta esquizofrenia esté parte de la clave del derrumbe que deja al albiazul en la tercera posición y a Felipe Calderón en el predicamento de entregar la banda presidencial al priista Peña Nieto, y una vez que ha perdido el poder, darse cuenta de que también ha perdido el partido.

 ¡Qué tiempos aquellos, Felipe, en que soñabas en ganar el poder sin perder el partido! Sólo los años te dirán si valió la pena sacrificar esos ideales por proteger a un puñado de amigos que vieron a la aviación —aeropuerto y aerolíneas— como un botín del cual echar mano.

 Y a ello habría que sumarle el deterioro de las instituciones del sector. Seneam, DGAC, los aeropuertos, en especial el capitalino, Medicina de Aviación, lo que quedó del CIAAC,  entre otros, que languidecen entre los paupérrimos presupuestos, el amiguismo y la ineficiencia.

 Tres accidentes fatales y tres secretarios de Estado sacrificados en aras del pragmatismo patrimonialista de las oficinas públicas, ese vicio que tanto le criticaron al priismo, y que terminó engulléndose a varios colaboradores cercanos que dejaron en el luto a sus familias y al gobierno sin saber qué hacer (¡y sin hacer nada para remediar esos males!, que es aún más escandaloso, sobre todo por el peligro que entraña para la población en general).

 No, definitivamente el cielo NO es azul. Este sector tan delicado y del que nos sentíamos tan orgullosos los mexicanos, no aguantaría un tercer período de panistas al frente (esperemos que los priístas que regresan procuren rescatarlo de sus ruinas).

 Escuchamos todos (incluso de viva voz) al ahora virtual presidente hablar de Mexicana como una empresa emblemática al que el gobierno  deberá apoyar.

 Ojalá que así sea y que exista algún mecanismo para evitar su destrucción en los cinco meses que faltan para que Atila termine de irse. Claro, sabemos que los tecnócratas son como los gatos: tienen 7 vidas y sirven al poder en turno, por lo cual no sería extraño encontrarnos a varios de estos técnicos a las órdenes de los nuevos gobernantes. Y sabemos también que varios de los funcionarios todavía en turno odian a Mexicana porque este caso ha desnudado como ninguno la falta de probidad, de capacidad y de sentido de Estado de todos ellos.

 Pero esperemos que el cumplidor Peña haga honor a su palabra en el caso de la Primera Línea Aérea de Latinoamérica y que su administración sea más sensible a la herencia de un sector que no tiene la culpa de todo este engranaje que hoy se revierte contra sus autores

 raviles_2@prodigy.net.mx