26 enero 2012

DEL CORREO DEL BLOG

Un poblano quiere ser senador
 Javier Lozano Alarcón nos quiere hacer el favor de ser senador. Y nosotros, malagradecidos, lo criticamos por andar protegido.




 Publicado:
 Miércoles, Enero 25, 2012 - 20:20
Javier Lozano Alarcón recién se acordó  haber nacido en Puebla. Hace unos años, también había recobrado súbitamente la memoria cuando se le ocurrió que podría ser diputado federal. Antes, y en el intervalo, continuó habitando en la Ciudad de México en donde residen también sus preferencias de vida. Estoy convencido de que, en el remoto caso de poder lograr un escaño en el Senado de la República, nunca más volverá a pisar la tierra maldita que lo vio nacer.

 En su primer intento fallido para ser legislador, el señor Lozano compitió bajo las siglas del PRI, partido en el que se desarrolló personal y políticamente (¿?). Cuando el foxismo, escuchó el canto de las sirenas azules y se cambió de instituto político, igual, con la misma facilidad con la que usted y yo nos cambiamos de calzones. La diferencia es que, normalmente, ese cambio de prenda es para sentirnos frescos y por higiene. Don Javier se puso calzones ajenos sin siquiera ver si estaban limpios.

Ahora resulta que, además, Lozano Alarcón anda con guaruras. Se siente Barack Obama o alguien similar. Su candidatura, sin embargo, es para convertirse en “representante popular”. ¿A quién piensa representar que tanto miedo le tiene? Si alguien, por elemental pudor, no debe andar con guardaespaldas es, sin lugar a dudas, un legislador. Con mayor razón un candidato a serlo. Para eso está el pueblo al que pretende representar, para protegerlo y apapacharlo.

 Hace unos días, mi jefe, que sin embargo es mi amigo, me preguntaba si era cierto que, en Canadá, a menudo se ve al Primer Ministro participando de una marcha, en mangas de camisa y dándole la mano a sus compañeros de mitin. Le contesté que, efectivamente, así sucedía. Amplío la respuesta: es común encontrarse a algún ministro (Primero o no) en un café o restaurant, acompañado de su familia o de sus amigos. Además, es menester subrayar que paga su cuenta con su propia lana y no le carga sus gustos al erario.

 No hace mucho, comentaba en este mismo espacio los abusos en materia de seguridad que se han cometido en México. Ernesto Zedillo convirtió a Los Pinos en un auténtico bunker. Rafael Moreno Valle está haciendo lo propio en Casa Puebla. Los Presidentes ya no despachan, como es su obligación, en Palacio Nacional, sede del Ejecutivo Federal, sino en la “residencia oficial”. Lázaro Cárdenas compró la mansión de marras para poder devolver al pueblo el Castillo de Chapultepec, desde entonces museo público, no para hacerse de una “casita” durante su mandato.

 Regresemos a Lozano Alarcón. El poblano de a ratos anda con guaruras porque “teme por su seguridad”. Muchos de sus actos públicos (aunque muy ingenuamente, lo confesó) disgustaron a mucha gente. Y ¿cómo no? El peor secretario del Trabajo en la historia de nuestro país. Uno de los grandes culpables de la quiebra de Mexicana de Aviación y artífice de que la línea nunca más pueda volar. Un pésimo manejador de la liquidación y posterior tratamiento de los trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza.

 Ahora (en uno de los momentos en que siente que ser poblano le conviene), llega a su “terruño” para solicitar el voto de sus “paisanos”. Pero llega con la soberbia que lo caracteriza: el mundo (y menos Puebla) no lo merece. Nos quiere hacer el favor de ser senador. Y nosotros, malagradecidos, lo criticamos por andar protegido. Ni que fuera cualquier hijo de vecino. Se trata de Javier Lozano Alarcón, que pudo (pero no quiso) ser Presidente de la República.

 Si así son todos sus candidatos, le va a ir mal al PAN.
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Bernardo Stril Facebook Opinión