Menudo lío en el que se fue a meter el gobierno, vía Bancomext, con Mexicana de Aviación.
El año pasado, Bancomext le otorgó a la aerolínea un crédito por casi mil millones de pesos para amortiguar el impacto de la influenza porcina. Se aproximan fuertes pagos de principal y todo indica que Mexicana no tiene el dinero para cubrirlos.
Inicialmente, Mexicana le propuso al banco de desarrollo extender el plazo del crédito. No dudo que esta iniciativa haya sido tentadora para Bancomext. De haberla aceptado, habría podido postergar el problema unos cuantos años, y así habría podido argumentar que el crédito seguía siendo viable. La bomba le habría explotado a alguna otra administración. Pero acertadamente decidió rechazarla.
Lo cierto es que era difícil justificar una extensión. Por un lado, el crédito se otorgó como una medida extraordinaria para sortear la coyuntura de la influenza. Su vencimiento se pactó a dos años, un plazo suficiente para sobrepasar la crisis. Ahora que la industria ha regresado a la normalidad no hay razón para ampliarlo. Por el otro, la presión que habría tenido Bancomext de ofrecer los mismos beneficios a las otras aerolíneas que recurrieron al apoyo extraordinario habría sido tremenda.
Al ver que la opción de la extensión del vencimiento no prosperó, Mexicana le propuso a Bancomext que fungiera de aval parcial de 60 millones de dólares para una emisión de 250 millones de dólares a cinco años. Con los fondos de dicha emisión Mexicana le pagaría al banco de desarrollo sus mil millones de pesos y utilizaría el resto para cubrir otro crédito con Banorte y financiar capital de trabajo.
Debo reconocer que esta opción era más atractiva que la primera para el banco de desarrollo. Bancomext reduciría su exposición a Mexicana (le debería 60 millones de dólares en lugar de mil millones de pesos) y recibiría garantía adicionales en su crédito. Pero en medio de una fuerte presión mediática y política, Bancomext decidió también rechazarla.
Con esto las opciones de Mexicana se ven sumamente limitadas. Su situación financiera, con un capital contable negativo y el vencimiento de fuertes deudas, es sumamente precaria. La hora cero se acerca. Y aunque parezca difícil de creer, puede que sea lo mejor.
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