Perdidos en el espacio (aéreo)
Rosario Avilés | Opinión
Martes 11 de Mayo, 2010 | Hora de modificación: 23:54
La popular serie que en los sesenta permitía imaginar qué pasaría en el futuro con los viajes interplanetarios era para los adolescentes de entonces, lo más avanzado en cuanto a posibilidades tecnológicas. Para los chavos que ahora tienen oportunidad de ver algunos capítulos en los canales retro, la ambientación y los efectos parecen ridículos. No sólo luce "old fashion" sino que se aprecian los efectos especiales como burdos y a veces fuera de contexto.
Lo mismo pasaría en caso de que algún nostálgico quisiera hoy abrir un antro a la que se le denominara "Disco a go-go" (¿alguien recuerda ese apelativo?) o como otros nostálgicos que quisieran establecer una "aerolínea de bandera" en un contexto en el que la competencia global apunta definitivamente hacia otros esquemas.
El reciente anuncio de las aerolíneas Continental y United Airlines sobre el intercambio de acciones entre ambas que configurarán la aerolínea más grande del mundo es una muestra de lo que se está gestando en Estados Unidos que, como todos sabemos, es el modelo a seguir por nuestras autoridades (sean del signo que sean) y al final de cuentas lo que llegará a imperar en nuestra economía. Lo malo es que a veces esos modelos se imponen con muchos años de retraso, especialmente cuando los encargados de las políticas públicas desconocen el sector.
Pero lo que es imposible de soslayar a estas alturas es que los esquemas tradicionales ya no funcionan. Los tratados bilaterales de aviación con que operan los países en el marco de la Organización de Aviación Civil Internacional están llamados a desaparecer. Estados Unidos ha promovido convenios de cielos abiertos con muchas naciones y ahora, con el que se ha promovido con la Unión Europea, las aerolíneas estadunidenses están poniéndose al día y enfilando sus baterías para competir de manera exitosa en un mercado que ya es de por sí es el más saturado del mundo (el tráfico del Atlántico Norte) pero también uno de los más productivos.
Sin embargo, esta fusión entre Continental y United, que importa algo así como 3,170 millones de dólares y que dará a la nueva aerolínea (United) la posibilidad de acceder a 370 destinos en 59 países y manejar el 21 por ciento de los asientos en el mercado doméstico más grande del mundo, también estará preparada para acceder al mercado del Pacífico Sur, el segundo en importancia a nivel global y que representa el de mayor crecimiento para los siguientes años.
Todo esto podría parecer una decisión coyuntural afortunada, vistas las circunstancias que hoy se perfilan, pero no es así. Lo que hoy vemos es producto de una bien pensada, negociada, conciliada y proclamada política de estado y de largo plazo en materia de aviación elaborada en Estados Unidos desde 1984 y perfilada 50 años adelante.
En el documento Clinton, donde se define esta política, se establecen las grandes líneas de acción que desde el momento en que fue aprobada comenzaron a poner en marcha tanto las autoridades como las aerolíneas, los sindicatos, las asociaciones de consumidores, los agentes turísticos y todos aquellos que tienen que ver con la marcha del transporte aéreo en Estados Unidos.
Y una por una, línea tras línea (con sus ajustes propios de las coyunturas pero apegados a lo que se definió en conjunto desde aquel año) se han ido cumpliendo para lograr el gran objetivo que es posicionar en el liderazgo mundial a la aviación estadunidense.
Tal vez a los funcionarios mexicanos este ejemplo les parezca demasiado elevado para seguirlo. Pero se sorprenderían si supieran que Chile sigue lineamientos parecidos y Singapur y otras naciones asiáticas también. Y sus sectores aéreos han ido ganando espacios y competitividad de manera consistente y sistemática.
Este tipo de definiciones de largo plazo, y no documentitos declarativos, son los que México requeriría para que nuestra aviación fuera competitiva. Cambiar de idea y de política pública cada que cambia el funcionario encargado no nos llevará al éxito. Y si seguimos así, estaremos por siempre perdidos en el espacio.
raviles_2@prodigy.net.mx
Rosario Avilés | Opinión
Martes 11 de Mayo, 2010 | Hora de modificación: 23:54
La popular serie que en los sesenta permitía imaginar qué pasaría en el futuro con los viajes interplanetarios era para los adolescentes de entonces, lo más avanzado en cuanto a posibilidades tecnológicas. Para los chavos que ahora tienen oportunidad de ver algunos capítulos en los canales retro, la ambientación y los efectos parecen ridículos. No sólo luce "old fashion" sino que se aprecian los efectos especiales como burdos y a veces fuera de contexto.
Lo mismo pasaría en caso de que algún nostálgico quisiera hoy abrir un antro a la que se le denominara "Disco a go-go" (¿alguien recuerda ese apelativo?) o como otros nostálgicos que quisieran establecer una "aerolínea de bandera" en un contexto en el que la competencia global apunta definitivamente hacia otros esquemas.
El reciente anuncio de las aerolíneas Continental y United Airlines sobre el intercambio de acciones entre ambas que configurarán la aerolínea más grande del mundo es una muestra de lo que se está gestando en Estados Unidos que, como todos sabemos, es el modelo a seguir por nuestras autoridades (sean del signo que sean) y al final de cuentas lo que llegará a imperar en nuestra economía. Lo malo es que a veces esos modelos se imponen con muchos años de retraso, especialmente cuando los encargados de las políticas públicas desconocen el sector.
Pero lo que es imposible de soslayar a estas alturas es que los esquemas tradicionales ya no funcionan. Los tratados bilaterales de aviación con que operan los países en el marco de la Organización de Aviación Civil Internacional están llamados a desaparecer. Estados Unidos ha promovido convenios de cielos abiertos con muchas naciones y ahora, con el que se ha promovido con la Unión Europea, las aerolíneas estadunidenses están poniéndose al día y enfilando sus baterías para competir de manera exitosa en un mercado que ya es de por sí es el más saturado del mundo (el tráfico del Atlántico Norte) pero también uno de los más productivos.
Sin embargo, esta fusión entre Continental y United, que importa algo así como 3,170 millones de dólares y que dará a la nueva aerolínea (United) la posibilidad de acceder a 370 destinos en 59 países y manejar el 21 por ciento de los asientos en el mercado doméstico más grande del mundo, también estará preparada para acceder al mercado del Pacífico Sur, el segundo en importancia a nivel global y que representa el de mayor crecimiento para los siguientes años.
Todo esto podría parecer una decisión coyuntural afortunada, vistas las circunstancias que hoy se perfilan, pero no es así. Lo que hoy vemos es producto de una bien pensada, negociada, conciliada y proclamada política de estado y de largo plazo en materia de aviación elaborada en Estados Unidos desde 1984 y perfilada 50 años adelante.
En el documento Clinton, donde se define esta política, se establecen las grandes líneas de acción que desde el momento en que fue aprobada comenzaron a poner en marcha tanto las autoridades como las aerolíneas, los sindicatos, las asociaciones de consumidores, los agentes turísticos y todos aquellos que tienen que ver con la marcha del transporte aéreo en Estados Unidos.
Y una por una, línea tras línea (con sus ajustes propios de las coyunturas pero apegados a lo que se definió en conjunto desde aquel año) se han ido cumpliendo para lograr el gran objetivo que es posicionar en el liderazgo mundial a la aviación estadunidense.
Tal vez a los funcionarios mexicanos este ejemplo les parezca demasiado elevado para seguirlo. Pero se sorprenderían si supieran que Chile sigue lineamientos parecidos y Singapur y otras naciones asiáticas también. Y sus sectores aéreos han ido ganando espacios y competitividad de manera consistente y sistemática.
Este tipo de definiciones de largo plazo, y no documentitos declarativos, son los que México requeriría para que nuestra aviación fuera competitiva. Cambiar de idea y de política pública cada que cambia el funcionario encargado no nos llevará al éxito. Y si seguimos así, estaremos por siempre perdidos en el espacio.
raviles_2@prodigy.net.mx