19 octubre 2009

DEL CORREO DEL BLOG

Indicador Político
Carlos Ramírez
Viernes, 16 de octubre de 2009



El SME mostró ayer su músculo, pero inflado por el uso de anabólicos neopopulistas. El problema con los sindicatos es su vocación por la derrota, su lenguaje rupturista y su proclividad al maximalismo del todo o nada. La historia del sindicalismo está marcada por el fracaso, aunque se mantengan en alto las banderas simbólicas de lucha. En 1959 y en 1962 el escritor José Revueltas, una de las conciencias marxistas más lúcidas del siglo pasado, señaló que los trabajadores seguirán perdiendo batallas mientras carecieran de un verdadero partido obrero.

El músculo sirve para competencias de fisicoculturismo, no para escenarios de lucha política. Por eso es que en ese deporte se abusa de los anabólicos, medicinas que sólo inflan los músculos. Por tanto, el músculo del SME servirá de poco si no va de la mano de decisiones diseñadas por la inteligencia política. En 2005 López Obrador abarrotó varias veces el Zócalo por el desafuero... y perdió las elecciones. En 1975 la Tendencia Democrática de Rafael Galván hizo una de las manifestaciones más combativas de los trabajadores con 150 mil obreros... y en 1976 fue aplastado por el gobierno. En 2006 López Obrador ocupó con casas de campaña el corredor Zócalo-Periférico pero las instituciones electorales lo declararon derrotado.

Si en las leyes, en el parlamento y en las calles no se razona la dimensión de la crisis y ahí se mira en el corto plazo de las complicidades, el país no va a transitar hacia un régimen democrático sino que encontrará, como en Rusia, la tranquilidad en la restauración del viejo régimen. La iniciativa debe partir del presidente Calderón: o la transición democrática de fondo o el regreso del Jurásico priista.



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