09 septiembre 2009

DE LA COLUMNA DE ROSARIO AVILÉS

Opinión de
Despegues y aterrizajes(Rosario Avilés | )

El Estado diluido
Rosario Avilés | Opinión
Martes 8 de Sep., 2009 | Hora de modificación: 00:52

Cuando un Presidente se pone a regañar a sus conciudadanos acusándolos de traidores, cuando hacen señalamientos y críticas, es que las cosas se le están escapando de las manos. La intolerancia a la crítica sólo demuestra que hay pocos hechos que desmientan los dichos y que no sólo existe incapacidad para hacerle frente a los problemas, sino que no hay conciencia de que tales problemas existan y puedan ser enfrentados desde el poder.

El problema con la administración de Felipe Calderón es que aun cuando el Presidente suele apelar a la "fuerza del Estado" como mecanismo para hacer frente a los problemas, el dicho Estado al que se refiere es, más que el Estado fallido al que aludieron en su momento algunos medios estadunidenses, un Estado diluido y está diluido más por incomprensión respecto al papel que el Estado debe tener en la sociedad que porque efectivamente se carezca de instrumentos que le den fuerza.

Si bien esta falta de sentido de lo que el Estado representa y debe hacer —casi inconcebible para alguien con formación jurídica, aunque entendible por una ideologización sesgada— tiene efectos mucho más devastadores en temas como la seguridad nacional, el combate al crimen organizado y la descomposición de las redes sociales, no deja de tener efectos muy negativos en las actividades económicas que agravan la situación e impiden, por lo tanto, tener algunos buenos resultados que contrarresten el fracaso en el resto de los rubros de la administración.

En el ámbito del sector transporte aéreo mexicano, es tan dramática la falta de una rectoría eficaz, que en el curso de una década hemos tenido más vaivenes y crisis —algunas con causas externas, es cierto, pero que se agudizan con la falta de visión y de actuación certera— que en los 90 años anteriores de historia de esta joven industria. En otras palabras: estábamos mejor con nuestros problemas anteriores que con las "soluciones" que la alternancia del poder le ha dado al transporte aéreo.

En la última semana se han desbordado los elogios ante el discurso que Calderón pronunció en el nuevo "día del Presidente" en el que se ha convertido el informe paralelo inaugurado en esta administración. Es triste que ante la ausencia de hechos se vuelvan a privilegiar los dichos, esa endémica enfermedad que tanto les criticaron en su día a los priistas y que vuelve a ser el mecanismo para cubrir con algo el vacío de resultados.

Hoy se habla de desaparecer a la Secretaría de Turismo, de convertirla en un apéndice de la Secretaría de Economía y de recortar inversiones del Estado en infraestructura para concentrarla en gasto social. Es verdad que la deuda social es urgente, pero no lo es menos el generar una economía competitiva que, a la larga, tenga efectos más benéficos y permanentes para equilibrar la desigualdad que las migajas que hoy se distribuyen entre los más pobres.

De modo que ante la incapacidad de tener una rectoría eficiente para generar un sector productivo que con inversión y apoyo del Estado se convierta en un proveedor de divisas por turismo y comercio de mercancías, el gobierno de Calderón ha decidido terminar de desmantelar lo que empezó a dilapidar el de Fox.

No importa qué disfraz se le ponga hoy en día, el que los encargados de la administración pública opten por debilitar y malbaratar nuestros activos, nuestras empresas aéreas construidas con tantos recursos del pueblo mexicano, sólo habla de la incapacidad para entender la función del Estado en la economía.

Y, tal como lo explica el reciente estudio realizado por la UNAM sobre la fuga de talentos y el poco aprovechamiento que el país está haciendo de sus jóvenes mejor calificados, día tras día vemos cómo se privilegia la voracidad de algunos empresarios depredadores frente a la experiencia y la solidez que pueden darle a este país sus mejores profesionistas. Ha sido una práctica sistemática iniciada en estos gobiernos de la alternancia, cuyo costo no le podemos cargar ni a factores externos ni al pasado priista.

Si este gobierno quiere encarar la crisis debe empezar por aceptar aquello que no ha hecho o que ha hecho mal. Mientras los causantes de la debacle se sitúen fuera de esta administración, seguirá habiendo un Estado diluido, incapaz de imponer ninguna fuerza simplemente porque se ha despojado de ella

raviles_2@prodigy.net.mx